La extenuante y jubilosa danza de Rosas

Crítica de Danza

Un instante de la representación a cargo de la compañía Rosas.
Un instante de la representación a cargo de la compañía Rosas. / Anne Van Aerschot
Rosalía Gómez

18 de febrero 2017 - 02:34

La ficha

**** 'Rain'. Anne Teresa de Keermaeker/Rosas. Música: Steve Reich, 'Música para 18 músicos'. Bailada por: Laura Bachman, Léa Dubois, Anika Edström Kawaji, Zoi Efstathiou, Yuika Hashimoto, Laura Maria Poletti, Soa Ratsifandrihana, Frank Gizcki, Luka Svajda, Lav Crncevic. Escenografía e iluminación: Jan Versweyveld. Vestuario: Dries Van Noten. Fecha: Viernes, 17 de febrero. Lugar: Teatro Central. Aforo: Lleno con las localidades agotadas.

Quince años después de su estreno en Bruselas, la coreógrafa belga Anne Teresa de Keersmaeker decidió el pasado año reponer Rain con siete bailarinas y tres bailarines de la última hornada. Porque hay que ser joven, amén de buen bailarín, para resistir esos ochenta minutos de extenuante y jubilosa danza.

Rain es sin duda una pieza de madurez. Basta pensar que sus primeros trabajos de envergadura nacieron en 1982 (Fase, four moviments to the music ofSteve Reich) y en 1983 (Rosas danst Rosas), ambas presentadas en este mismo teatro.

Pero Rain llegó después de dos trabajos mucho más teatrales (In real time, de 2000, fue el anterior)y supuso una entrega absoluta de la coreógrafa a la danza pura, a la abstracción, a la geometría que se deshace antes de poder clasificarla, a la matemática, a las variaciones infinitas... Todo lo que hoy constituye la marca de Rosas, y que se quedaría en mera forma si no hubiera siempre esa presencia de un grupo humano, sin solistas -y sin jamás devenir masa- que respira y se mueve junto a la música elegida en cada ocasión.

Nada ofrece esta pieza para los que necesitan otros contenidos, pues cuando la creadora se entrega a una música, entra en ella hasta el tuétano sin intentar ilustrarla, sólo dejándose permear por ella hasta las últimas consecuencias. Así ha hecho, entre otros, con Mozart, con Bàrtok, con Alban Berg, con Miles Davis y, ahora, una vez más, con uno de sus músicos preferidos: el neoyorquino Steve Reich.

Lejos ya del minimalismo de sus comienzos, la Música para 18 músicos, la pieza de Reich que se baila en Rain, recorre el cuerpo de los diez infatigables intérpretes hasta poner color en sus mejillas y manchas de sudor en el precioso vestuario que va cambiando imperceptiblemente ante nustros ojos, con matices que van del rosa al dorado.

En un espacio circular delimitado por una cortina de cáñamo, y partiendo de unas cuantas frases coreográficas que van pasando de unos a otros, a veces en canon, o como una ola que cambia permanentemente su energía y su dirección, Rain respira con los instrumentos musicale; se entrega a la aceleración y la desaceleración sin caer en el unísono pues cada uno tiene su propio ritmo, su propio modo de relacionarse con el otro, de caerse... En algún momento aparecen las sonrisas, una caricia en el pelo, un empujón cariñoso: la alegría, la complicidad de unos cuerpos que se atraen, la generosidad de bailar hasta la extenuación.

Es cierto que echamos de menos la expresividad de los bailarines que crearon la pieza: la fuerza aparentemente frágil de Fumiyo Ikeda, la presencia morena de Marta Coronado... Pero es justo renovar los elencos y que el legado pase de una generación a otra... y vuelva a nosotros.

stats