Cultura

"Yo soy un insensato y creo que lo mejor está por venir"

  • Antonio Banderas revela en el Festival de Málaga que en enero sufrió un ataque al corazón

  • Aún es pronto para jubilarse; antes, dice, "tengo que volver a dirigir"

Banderas habló con franqueza de los problemas de salud que han saltado a los medios en los últimos meses. "El 26 de enero sufrí un ataque al corazón. Lo que pasa es que tuve mucha suerte, fue un ataque benigno que no ha dejado daños. Me han implantado tres stents en las arterias coronarias y me hicieron una termoablación para eliminar la arritmia. Pero no ha sido tan dramático como se ha descrito en algunos medios", apuntó el actor y reconoció que "le he metido una paliza importante a mi corazón en los últimos 37 años de mi vida. Pero me encuentro muy bien, con ganas de volver a trabajar", agregó. Y en ese futuro cercano que ya planea está muy presente retomar la dirección, papel en el que "me he sentido más yo que en cualquier otro que hubiese interpretado". Y eso que ya tiene en su filmografía 102 títulos.

"Tengo que volver a dirigir, estoy escribiendo desde hace algún tiempo y tengo que plantearme seriamente volver a ponerme detrás de la cámara", afirmó en su encuentro con la prensa, horas antes de subirse al escenario del Teatro Cervantes para recoger un reconocimiento que asegura que "el festival no me debe". El certamen, afirmó, "se ha hecho mayor en estos 20 años a través del esfuerzo de mucha gente y lo que sí le debo yo de alguna forma es la paciencia que ha tenido conmigo, porque me hubiera gustado estar más cerca de él".

Quizás en las futuras ediciones del certamen se puedan ver algunas de las ideas que Banderas quiere llevar al cine. "Tengo varias historias en estos momentos que estoy desarrollando y que tienen que ver conmigo, con mis vivencias personales, con cosas que he visto y que quiero poner en la pantalla", agregó. Por eso, aunque por un lado quiera poner orden en su vida, sabe que aún no ha llegado el momento de descansar. "Mi vida sigue siendo muy rocambolesca, no paro. El año pasado crucé el Atlántico siete veces, estoy todo el día metido en aviones y en hoteles, quizás por eso he pagado un precio y ahora me estoy planteando muchas cosas", comentó a los periodistas. "Me convertí en un adicto al trabajo y ya no podía parar, era como las palomitas de maíz", confesó. Pero llegada la hora de echar el freno, sabe perfectamente dónde quiere hacerlo. "La de mi regreso es una posibilidad muy cierta", aseguró. Porque ya el cine se ha convertido en un producto global y Hollywood en una marca que se lleva vinculada a la persona, no al lugar en el que levantar un proyecto.

"Hollywood no existe como lo entendíamos antes, es una marca que aquellos que hemos trabajado 20 ó 25 años en aquella cinematografía la llevas puesta y ya no importa si haces la película en Japón o Sudáfrica, si está detrás Robert de Niro o Cameron Díaz. Se puede hacer cine desde Málaga, ya se puede", consideró. Por eso, subrayó, "Málaga es un referente para mí, como el hijo pródigo. Poder volver aquí, poder hacer teatro, tengo un proyecto que a ver si lo podemos sacar adelante, colaborar más con el Festival...", comentó el intérprete.

A las órdenes de Almodóvar, al que dijo que "le debe mucho", aunque sea un "director duro" que "trabaja en una especie de infierno creativo", se lanzó una carrera que, a veces, siente más propia de un "sueño surrealista" que de la realidad. "Como actor he disfrutado mucho y he sufrido mucho también. Ha dependido de los directores con los que he trabajado, los espacios de libertad, si lo he sabido llevar o no, si me he enganchado con ellos, si ha habido comunicación... ha pasado de todo. Cosas buenas, malas y regulares", reconoció. "Como director disfruté muchísimo descubriendo cosas, el lenguaje cinematográfico desde el otro lado. La dirección te ofrece una objetividad, ver las cosas desde fuera, que uno como actor pierde, porque estás totalmente envuelto, en otro mundo. El reconocimiento de todos esos obstáculos me ayudó mucho a dirigir a mis actores, disfruté muchos dirigiéndolos. También entendiendo el lenguaje de las lentes, la luz, es un mundo enorme en el que me gustaría seguir explorando", comentó el malagueño, tan lejos ya de aquellos bocadillos de mortadela que le servía en Nueva York un dependiente apellidado Rodríguez porque aún no sabía hablar inglés.

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