Carlos Colón

Agitando fantasmas

la ciudad y los días

06 de febrero 2012 - 01:00

LOS discursos últimos de la derrotada Chacón y el vencedor Rubalcaba insistieron en una radicalización laicista que no forma parte de la tradición del PSOE tras su renovación socialdemócrata de 1974. Y conste que quien esto escribe es partidario convencido del laicismo tal y como lo define la RAE: "Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa". Esta independencia garantiza al Estado y a la Iglesia la libertad en el cumplimiento de las funciones que les corresponden; y la sana de esos dos males que son la manipulación política de las religiones y la presión religiosa sobre los estados.

Pero no era este el laicismo que Chacón y Rubalcaba proponían. De lo que se trata es de la eliminación del cristianismo del debate público -donde tiene derecho a intervenir individual o institucionalmente, como cualquier otro grupo social- y de su reclusión en las sacristías y las conciencias amordazadas. De lo que se trata es de la confusión manipuladora e interesada entre la derecha política y la Iglesia, entre las convicciones personales -se sea o no creyente- y la doctrina de la Iglesia. De lo que se trata es de la erradicación del cristianismo que tanto conviene al poder del consumo, al neoliberalismo desalmado y a la derecha moderna que ya no necesita a la Iglesia; es más, para la que la Iglesia se ha convertido en un estorbo. En esto coincide con la frívola pos-izquierda y con el poder del consumo, para los que la religión, el humanismo o la ilustración son lastres de los que conviene liberarse cuanto antes.

La coincidencia en esta cuestión entre la pos-izquierda que Chacón y Rubalcaba representan y la derecha neoliberal es absoluta. Valgan como ejemplo los medios: los periódicos, emisoras de radio o cadenas de televisión que hoy apoyan al PSOE no representan los valores que en su día -con El Sol de Ortega al frente- representaron los periódicos, editoriales, cadenas radiofónicas y productoras cinematográficas de Nicolás María y Ricardo Urgoiti. Estamos en otro juego, en otros discursos y, sobre todo, en otras calidades.

Recurrir al laicismo extremo hoy es un truco que pretende seguir manteniendo en vida el fantasma de la alianza entre la Iglesia y la derecha. Truco que se inserta en el proyecto zapaterista de la memoria histórica que, yendo más allá de la justa recuperación, identificación y digna sepultura de los cuerpos de las víctimas del franquismo que aún yacen en fosas, quiere identificar a la moderna derecha democrática con la dictadura nacionalcatólica franquista. Continuará.

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