EL Ayuntamiento de Sevilla, empresas municipales aparte, acumula una deuda de 420 millones de euros. Sería harto complicado analizar en qué proporción corresponden estos números rojos a los equipos de gobierno que se han ido sucediendo en el tiempo, aunque sí hay rasgos generalmente comunes a la gestión de todos ellos: han propiciado más gastos de personal y en empresas públicas que los realizados por otras grandes capitales del país y han superado la media española con creces. En base 100, esto es, si el gasto medio en euros por habitante que dedican los ayuntamientos españoles a personal equivaliera a 100, en Sevilla esa cifra ascendería a 125. No es de extrañar en una Corporación donde, debido al sistemático recurso a la amenaza de huelga, un peón gana más que un titulado universitario en la empresa privada y un jefe más que un viceconsejero en la Junta de Andalucía. Por contra, si la cifra media dedicada por los ayuntamientos españoles a inversiones fuera igual a 100, la del Ayuntamiento hispalense sería de sólo 79. Y es que, con el tiempo, se ha ido generando una carga financiera que pesa como una losa sobre los ingresos corrientes de la coporación. Dado el escaso margen de maniobra existente en este contexto económico, la operación de refinanciación que de la deuda municipal ha hecho la Delegación de Hacienda es positiva - siempre que no exista una letra pequeña con cláusulas que se nos escapen-, por cuanto supone una racionalización y, a corto plazo, una reducción de las cargas financieras que soporta el Consistorio. Tal como se ha diseñado la refinanciación, gracias a la unificación de los 49 créditos dispersos con un total de 13 entidades diferentes y a la firma de uno nuevo con un pool de sólo tres entidades bancarias, el Ayuntamiento logrará pagar 41 millones de euros menos durante los próximos 30 meses, periodo que coincide -y no parece casualidad- con el tiempo que resta al tercer mandato de Monteseirín. Cuando el presupuesto de inversiones se va a ver afectado por la frustrada venta del mercado del Arenal y por la previsible caída de ingresos debido a la menor actividad económica, este ahorro supone al menos un colchón para soportar mejor la crisis.

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