Llega un grande muy grande

NUEVAMENTE se cruza un equipo portugués en el camino del Sevilla. No cabe duda de que la temporada nació de nalgas por culpa de un equipo luso y, por cierto, muy cercano geográficamente al que esta noche hollará Nervión. Entonces fue un Sporting de Braga que llegaba al recinto sevillista con la patita enharinada, la introdujo por debajo de la puerta y el Sevilla se encontró con la desagradable sorpresa de que tal pata no era de oveja sino de un lobo que despedazó al Sevilla prematuramente. Fue en pleno agosto para que las cosas distasen mucho de como se habían planteado y para sentenciar antes de tiempo al entrenador.

Esta noche, con la amenaza de la lluvia como plus de dificultad añadido, se libra el primer asalto de otra cita trascendente en el ejercicio del Sevilla. Dolorosamente descabalgado de una Copa de la que aún es campeón vigente y descolgado en la Liga, este duelo con el Oporto se columbra trascendente, indiscutiblemente trascendente. No será como lo de agosto, pues este rival no enharinó su pata para confiar al Sevilla, sino que la muestra como es, peluda y con pezuña, como lo que es, de un lobo con los colmillos muy afilados. Es más, nadie duda de que quien parte de favorito en esta eliminatoria es el Oporto, Porto para sus amigos, grande muy grande de Portugal.

Mucho es lo que el Sevilla se juega en estos dieciseisavos de final de la Liga Europa y si es mucho lo que se juega el Sevilla, lo que se juega Gregorio Manzano es incalculable. No están saliendo las cosas como se esperaba cuando se apeló a él para cubrir el cese de Antonio Álvarez y eso que todo lo comenzó que ni a pedir de boca, triunfo en Dortmund y holgada victoria sobre el Atlético de Madrid. Luego ha devenido devaneo tras devaneo y sin saberse a ciencia cierta a qué juega el Sevilla. Esta noche llega la posibilidad de hacer que las lanzas parezcan cañas, pues lo que se logre ante el Oporto tendrá el marchamo de que fue ante un grande muy grande.