Un pacto con la ciencia

LA LUCHA CONTRA EL CALENDARIO

Un millar de andaluces se han apuntado ya a la medicina antienvejecimiento, una moda en alza. Varias clínicas de la región aplican técnicas nuevas que permiten retrasar el reloj biológico y ganar calidad de vida. Tras el verano el interés crece

María José Guzmán

25 de agosto 2008 - 00:00

El doctor José Márquez Serres se quedó fascinado cuando escuchó por primera vez a sus colegas americanos hablar antiaging en los congresos médicos a los que acudía. Fue en Sevilla, la ciudad donde reside y pasa consulta, en un congreso internacional celebrado en el año 2000 cuando confirmó lo que ya había leído y oído: rejuvenecer por dentro era posible sin necesidad de cirugía estética ni de trucos en el DNI. La esperanza de vida de los andaluces que acaban de nacer supera los 100 años. “¿Quién no quiere disfrutarlos? Hoy ya tenemos los recursos necesarios para vivir con calidad un siglo”, comenta el doctor, que preside la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (Semal).

La medicina antiedad se exportó de EEUU, donde se inició a principios de los 90 como una gran revolución de la que disfrutaban las grandes estrellas y personalidades. En España el mismo Rey se convirtió en el mejor agente publicitario pues es público que conoce estas terapias desde hace años. Pero no se trata de un capricho de celebridades que desean tener un cuerpo de 40 años cumplidos los 60. La lucha contra el calendario es interior y la estética es un segundo paso, no obligatorio. El objetivo es conseguir que el envejecimiento aminore su paso y la aparición de enfermedades se retrase. Así se consigue llegar a los 70 años con la vitalidad de los 30 y con los pulmones, el cerebro, el corazón y las articulaciones trabajando sin olvidos ni sofocos.

No es ciencia ficción. Las terapias se están aplicando en Andalucía desde principios de esta década y, de no ser por su aún elevado coste, sus adeptos serían muchos más. “Debería ser como una nueva medicina de familia”, comenta la doctora Josefa del Río.

Desde su clínica de Ogíjares, en Granada, incorporó a su cartera de servicios la medicina antienvejecimiento nada más conocer sus resultados. Envejecer es inevitable, pero hoy se puede elegir cómo hacerlo. “El elixir de la eterna juventud no existe, pero sí podemos prevenir, retrasar el reloj biológico para que el deterioro sea más lento o lejano en el tiempo y las enfermedades a las que estamos predispuestos a sufrir aparezcan más tarde o incluso no lleguen”, comenta la doctora.

El enfoque de esta medicina es nuevo desde el momento en que está dirigida a personas sanas mayores de 35 años y preocupadas por su bienestar. “¿Cuándo es el momento de empezar? Nunca es tarde, pero comenzamos a envejecer a partir de los 30 años y los 35 y 40 sería un buen momento para empezar a cuidarse, aunque si lo hiciéramos desde la niñez los resultados serían fabulosos”, explica Márquez-Serres.

La base es científica. El envejecimiento depende en un 25% de la genética, es una cuestión de herencia, y el 75% restante tiene que ver con el estilo de vida, con lo que uno cuide o deje de cuidarse. El alcohol, el tabaco, el estrés, la mala alimentación o la falta de descanso pasan factura en forma de arrugas y de años biológicos, ésos que no se ven en el carné de identidad. “Cuantificar los efectos de la mala vida es difícil, pero por ejemplo se sabe que cuando una persona deja de fumar tienen que pasar 10 años para que su predisposición a contraer enfermedades sea la misma que la de alguien que nunca ha fumado; la mala nutrición acelera patologías como el cáncer de colon y la excesiva exposición al sol hace que la piel pierda oxígeno y se deteriore a gran velocidad”, explica la doctora Del Río.

El interés por esta medicina crece tras el verano, cuando el sol y la diversión hacen evidentes los signos de envejecimiento. Todas las personas tienen una edad cronológica, marcada por su fecha de nacimiento, y otra biológica, que es la de las células, que viene determinada por la agresiones a las que se somete el organismo en los primeros 25 ó 30 años de vida. “A partir de los 30 se inicia el camino a la decrepitud, aunque hasta los 40 o 50 no somos conscientes de ese bajón, entonces nos planteamos si es posible frenar el proceso, pero lo podemos hacer antes”, explica Márquez-Serres.

El Instituto Andaluz de Medicina Antienvejecimiento, con sede en Sevilla, también apuesta por iniciar el tratamiento cuanto antes, sobre todo, para evitar el envejecimiento prematuro. Estas terapias permiten ganar años a la vida pues se consigue una mayor vitalidad y energía, más masa muscular y ósea, disminuye la grasa, aumenta la resistencia a las infecciones, se corrigen las alteraciones hormonales, se mejora la memoria, el rendimiento intelectual, el sueño y la líbido, según reza en su guía informativa para pacientes.

Hasta ahora el perfil medio es el de un hombre de unos 45 años, de clase media y preocupado por su salud. “También personas que tienen el nivel adquisitivo suficiente para afrontar el gasto que supone la terapia”, explica el doctor Pedro Villegas, sexólogo del equipo de la Clínica Serres. El coste es un freno para aumentar el número de pacientes pero, aun así, la demanda se ha multiplicado por cinco en pocos años. Las consultas de sexología y también de nutrición derivan a muchos a estos tratamientos. “A mí me llegan mujeres con problemas de sobrepeso que, a medida que inician la dieta personalizada y ven que se sienten mejor, descubren los beneficios de esta medicina”, comenta la doctora Del Río. En la consulta del doctor Villegas también se encuentra a candidatos que preocupados por renovar su mobiliario sexual se dan cuenta de que mejorando su actividad en la cama también mejoran en otros aspectos y entran en la ruleta del antiaging. “A veces pequeños consejos y cambios en los hábitos son suficientes para notar un rejuvenecimiento total, otras veces hay pacientes que llegan a obsesionarse y hay que advertirles de que no necesitan nada, más que mantener una vida saludable”, explica el Pedro Villegas.

El diagnóstico es lo que encarece el tratamiento. ¿Cómo se puede determinar qué predisposición genética tiene una persona a padecer cáncer o diabetes? ¿Y saber qué ejercicio le puede ayudar a perder más peso? La solución está en una compleja batería de pruebas. Oídos, ojos, grosor del corazón, hígado, riñones, sistema hormonal... uñas y saliva. Esta medicina avanza a pasos agigantados y de la mano de la genética. El próximo octubre especialistas de todo el mundo se reunirán en Valencia para debatir sobre las última novedades, que tienen que ver con esta ciencia.

Lo primero es una buena historia clínica con los antecedentes familiares y personales, para adivinar la predisposición genética a padecer determinadas enfermedades; a continuación una analítica bioquímica y hormonal, y alguna prueba más específica si se detecta que hay algún problema de salud, para comprobar el estado de salud y el equilibrio del organismo; luego se mide la funcionalidad cardiaca, una prueba sencilla que se hace en la consulta, también la respuesta al estrés y la condición física para ver hasta dónde puede llegar el organismo haciendo ejercicio y cómo reacciona en situaciones de tensión; y por último se analiza la composición corporal para ver cuánta masa grasa hay, entre otros parámetros. “El diagnóstico es muy personalizado, depende del estado de cada persona, por eso el precio oscila también”, explica Del Río.

El precio del tratamiento también oscila: desde 600 euros a 1.200 euros se puede tener un diagnóstico aceptable pero un año de tratamiento puede llegar a costar hasta 6.000 euros, según las tarifas de algunas clínicas. De ellas se sale con una dieta para comer sólo lo que el cuerpo necesita, un plan de ejercicio y hábitos saludables, aquéllos que el cuerpo tolera y rentabiliza, y algún tratamiento farmacológico en forma de suplemento nutricional u hormonal para paliar las carencias.

Un tratamiento de por vida. Mil andaluces han probado ya esta medicina antiedad y están radiantes. No han hecho un pacto con el diablo, sólo con la ciencia.

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