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Asier Garitano, artífice del ascenso del equipo desde Segunda B a Primera, ha armado un equipo sólido en defensa, aunque romo en ataque

El entrenador del Leganés, Asier Garitano, aparece pensativo en el área técnica durante el partido frente al Málaga.
El entrenador del Leganés, Asier Garitano, aparece pensativo en el área técnica durante el partido frente al Málaga. / Jorge Zapata / Efe
M. Lasida

08 de enero 2017 - 02:33

Dos temporadas en Segunda le bastaron al Leganés para consumar el milagro de ascender de los charcos de la Segunda B al cielo de la Primera. Pocos dudan en el pueblo madrileño de que la proeza está vinculada a un nombre propio: Asier Garitano, autor de esta obra folclórica llamada figuradamente el El ascenso meteórico de un club de barrio.

En su debut en la máxima categoría, el Leganés pasea por los estadios de España con algo más que dignidad las señas de identidad del técnico guipuzcoano, siendo el orden, tan propio de los autosuficientes caseríos vascos, una de las enseñas. Tan literal es la anterior afirmación que al equipo pepinero se le da mejor salir de huésped que hacer de anfitrión en Butarque: diez de los 16 puntos que acumula fueron arrancados en feudo ajeno.

Será pues un dato a tener en cuenta por parte del hincha verdiblanco, además de que, como leve consuelo, el equipo madrileño llega a Heliópolis con las bajas por lesión de Serantes, Kone, Adrián Marín, Szymanowski, Ibáñez y Diego Rico. El portero últimamente titular, Herrerín, será baja después de haber sido expulsado con roja directa en el choque ante el Eibar.

sin balón

Pese a haber sido delantero en su etapa como futbolista, Garitano ha armado al equipo desde la defensa, que es como mandan los más básicos cánones balompédicos. Sobre todo si se trata de un club humilde y con raquítica chequera.

Ya sea con una zaga de cinco o de cuatro componentes, el equipo de Garitano conserva en todo momento un orden uniformemente estático. Las ideas son claras: solidez defensiva, presión hasta que los físicos aguanten en la que participan todos los futbolistas.

Además de los defensores, el perfil de la dupla de centrocampistas está más vinculado a la parcela trasera que a la vanguardia. Alberto y Timor, los habituales, son piezas fundamentales en la presión y en las coberturas.

con balón

La obsesión por la solidez defensiva le está dando frutos al equipo. Ahí están sus 16 puntos y los cuatro de ventaja sobre los puestos de descenso. Pero esa pétrea armadura le reporta un cierto abandono del gol. El Leganés no sólo es el equipo menos anotador de la categoría (13 tantos) junto a Osasuna, también lo es en los compromisos a domicilio (6), con el mismo recuento que el Sporting.

El ataque pepinero suele basarse en largas posesiones que apenas finalizan en algo. El orden estático defensivo se contagia a las zonas delanteras, en las que Omar y Machís, en las alas, son los únicos a los que se les permite alguna alegría.

lo mejor

El físico da favorito al Leganés en los duelos aéreos, que lo hace infranqueable en las jugadas a balón parado. El Betis ha de cuidarse también de sus tiros lejanos.

lo peor

La ausencia de gol. En el Leganés escasean las finalizaciones en el área rival. Tampoco ayudan sus reiteradas pérdidas en posesiones que no se prolongan.

Potencia y carisma desde la defensa

Si hay un jugador que represente fielmente los valores de este Leganés de trayectoria meteórica es el central argentino Martín Maximiliano Mantovani. Fuerte, racial, carismático, líder, el defensor es uno de los escasos supervivientes del equipo que ha subido, junto a la figura de Asier Garitano, desde Segunda B hasta la cima de Primera. Mantovani, que reaparece tras cumplir una sanción por acumulación de cartulinas amarillas, es el alma del Leganés en el césped y fuera de él, una prolongación del técnico allá donde va. Conocidas son las arengas con las que persuade a sus compañeros de que nada es imposible: la experiencia de ascender desde las catacumbas del fútbol ha sido sin duda el origen de este carácter que lo sitúa en una posición casi invulnerable. Al argentino le falta regularidad y no perder la concentración en lances que le han costado al equipo más de un gol.

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