'Jartible' al otro lado del charco

Cofrades por el mundo

Manuel Lozano es hermano de cinco hermandades y en 2010, tras conocer a su mujer, se fue a México para casarse · Una incidencia provocó que desde 1993 saque el pesado guión sacramental de la Cena.

Diego J. Geniz

27 de febrero 2012 - 05:03

Cinco hermandades y un solo destino. Manuel Lozano cruzó el charco por amor sin renunciar a la otra pasión que ha desarrollado en sus 41 años. Este vecino de Torreblanca vive desde hace año y medio en México junto a su mujer, a la que ha enseñado a hacer torrijas. Pocos sevillanos en el extranjero pueden presumir de un currículum cofradiero tan amplio como el de Lozano, quien ha ocupado cargos tan diversos en las corporaciones a las que pertenece como diputado de cultos, diputado mayor de gobierno y contraguía, además de haber participado en las cofradías como costalero y nazareno. Un jartible que vive en un país de clima tropical, donde los inviernos son primaveras y los veranos, suaves otoños.

De Torreblanca a la ciudad de Celaya. Manuel Lozano se crió en este barrio sevillano, donde fue testigo de la fundación de la hermandad que recorre sus calles cada Sábado de Pasión. En 1989 entró a formar parte de ella. Sus primeros contactos se produjeron a través del grupo joven y de la cuadrilla de costaleros de la Virgen de los Dolores. Su involucración le llevó a ocupar los cargos de diputado de cultos y diputado mayor de gobierno en las distintas juntas que rigieron los destinos de la corporación desde 1991 a 2002. Poco después se integra en otra hermandad del barrio, la del Inmaculado Corazón de María -de carácter letífico- , donde desarrolló también el cargo de diputado de cultos.

Previamente Lozano se había hecho miembro de otras dos hermandades de Sevilla. En 1991 jura como hermano de la Cena y un año después lo hace en la de la Exaltación (vulgo Los Caballos). Como muchas de las leyendas de la Semana Santa, un contratiempo creó una tradición, que es la que mantiene este sevillano con la corporación del Domingo de Ramos. En 1993, minutos antes de que la cofradía se pusiera en la calle no se había presentado el nazareno encargado de sacar el guión sacramental, insignia que cuenta con pocos solicitantes para portarla debido a su peso. Aquel año Lozano salía con una vara escoltando el guión de la juventud (justo detrás de la banda que acompaña al misterio), pero no lo dudo un momento y se puso a disposición del cuerpo de diputados para llevar la insignia sacramental. Desde entonces se ha convertido en su portador oficial. No hay Domingo de Ramos en el que sus manos no carguen con el guión alusivo a la institución de la Eucaristía que representa el primer paso de la cofradía.

En la Exaltación formó parte de la cuadrilla del misterio desde 1992 a 2004, primero como costalero y luego como contraguía. Su currículum no se detiene aquí. En 2006, Lozano jura como hermano del Silencio, cofradía en la que viste el ruán negro cada Madrugada. "Así lograba hacer realidad un viejo anhelo: pertenecer a la Madre y Maestra", relata este sevillano para el que su vida cambió en 2010.

Aquel año conoció a la que es su mujer, un amor que le obligó a abandonar España y marcharse a la ciudad mexicana de Celaya. "Por diferentes motivos ella no podía venir a España a vivir, así que lo dejé todo y crucé el charco", explica este vecino de Torreblanca, a quien la distancia no le impide seguir manteniendo el contacto con sus corporaciones y estar informado de todo cuanto acontece en el mundo de las cofradías. Cuando la Cuaresma hace acto de presencia en el calendario Manuel Lozano recrea el ambiente propio de Sevilla en estas fechas. "Mi mujer lo anima un poco porque ha aprendido a hacer torrijas y le salen realmente buenas", detalla Lozano. Su esposa no es la única a la que ha logrado introducir en esta celebración. A los familiares políticos y a sus amistades mexicanas les ha explicado la fiesta religiosa sevillana a través de fotos y vídeos. "Todo el mundo se queda impresionado por la perfección, la armonía, la proporción, el cuidado de los detalles y, sobre todo, por la participación del pueblo".

Precisamente esa externalización del culto es lo que más diferencia la Semana Santa sevillana de la del país americano, donde la religiosidad -que se vive de una forma más íntima- lo impregna todo. "Cualquier graduación académica comienza con una misa", añade Lozano. La Semana Santa más conocida de México es la de Iztapalapa, una delegación de la Ciudad de México, donde existe una importante iconografía religiosa, aunque alejada del dolor "dulcificado" de Andalucía y en la que las imágenes -mucho más "tremendistas"- sirven de ejemplo de la combinación del cristianismo con los sacrificios que se realizaban en las celebraciones de las religiones precolombinas.

Desde que se marchó a México, Lozano ha podido estar en Sevilla a partir del Sábado de Pasión, cuando su casa es un polvorín de emociones con la salida de la cofradía de Torreblanca. No quiere pensar que algún año no venga el Domingo de Ramos. Sabe que, al otro lado del charco, siempre hay un guión de plata esperándolo.

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