Razón germana y sentido macareno

Manuel Ávila, hermano del Amor y la Macarena, trabaja desde 2009 en Alemania · Tras 13 años de espera para ser 'armao', esta primavera viajará desde la locomotora de Europa a la legión romana.

Razón germana y sentido macareno
Razón germana y sentido macareno
Diego J. Geniz

19 de marzo 2012 - 05:03

Macareno a 3.000 kilómetros del arco. Manuel Ávila lleva tres años viviendo en la ciudad alemana de Münster, pero su mente nunca ha abandonado el barrio de San Gil, donde acude cada vez que puede a los actos que organiza su hermandad. Recientemente nombrado armao y padre de dos niños, este sevillano asegura que la mezcla de las culturas germana y española consiguen esa combinación tan idealizada de razón y sentimiento. De la locomotora de Europa a la caldera de los sentidos, así vive un cofrade que ha soñado muchos años con ser romano mientras duerme en un país donde habitaron los bárbaros, causantes, en parte, de la caída del Imperio que dos mil años después sigue conquistando las calles de Sevilla cada Madrugada.

Una propuesta laboral fue el motivo de que Manuel Ávila (39 años) cambiara de residencia en 2009. La empresa química BASF, para la que trabaja desde 2001, le ofreció realizar un proyecto profesional en su sede central, ubicada en Münster, ciudad situada al noroeste de Alemania, cerca de Düsseldorf y Colonia. Después de planteárselo a su mujer y sopesar la ventaja que supondría para sus hijos conocer otro idioma y cultura, el matrimonio decide "probar la experiencia".

No fue fácil acostumbrarse a vivir en una ciudad donde sólo hay 1.600 horas de sol al año. "Un dicho asegura que en Münster sólo se oye el ruido de la lluvia", explica Ávila, quien añade al enunciado popular de que "además, el domingo se escucha el repique de las campanas de las 50 iglesias de la ciudad". Esta localidad alemana, pese a estar en una comarca de fuerte tradición luterana, tiene un gran arraigo católico. Prueba de ello es la magnífica catedral gótica que posee dedicada a esta confesión. Sus zonas verdes y el uso generalizado de la bicicleta como medio de transporte (hay más de 750.000 en la ciudad) son otros de los atractivos de Münster, conocida también por albergar una de las universidades alemanas más famosas.

Cuando Manuel Ávila y su mujer deciden mudarse a Alemania eran conscientes de que ya no mantendrían ese contacto tan directo con las tradiciones sevillanas. Una de ellas son las cofradías. Ávila pertenece a dos hermandades: El Amor y la Macarena. En ésta última ingresó con pocos años por mediación de su abuelo Manuel. Su inscripción en esta corporación era predecible. Su padre nació en una casa de vecinos de la calle Feria y la mayoría de los miembros de la familia de su madre pertenecían a la nómina de la hermandad. Con el paso de los años este cofrade se fue integrando en los armaos, grupo del que ha sido aspirante 13 años. Una espera que esta semana ha tenido sus frutos, cuando le han comunicado que desfilará con la legión de plumas blancas la próxima tarde del Jueves Santo y la Madrugada. El destino ha querido, además, que esta llamada a filas coincida con la muerte del que fuera Capitán de los armaos, Antonio Ángel Franco, al que todos conocían como El Melli.

Los 3.000 kilómetros que separan la capital andaluza de Münster no han sido escollo para que Manuel Ávila y su familia acudan a los actos de la hermandad: procesión de la Virgen del Rosario, vía crucis del Señor de la Sentencia, funciones principales o la salida extraordinaria para la beatificación de Madre María de la Purísima. Prueba de este permanente contacto es el hecho de que sus hijos Manuel y Javier (de 8 y 6 años respectivamente) salgan en la cofradía todos los años. Además, gracias a internet, este sevillano se encuentra al día de lo que ocurre en las hermandades y ve los programas que emiten las cadenas locales.

Explicar la Semana Santa sevillana a un alemán no ha sido tarea difícil, según este macareno. "Ha contribuido el hecho de que muchos sean católicos". Otra cosa distinta es hacerles entender por qué esta celebración es así y no como ellos la organizarían siguiendo el "pragmatismo" que rige en este país. "Uno me dijo lo mismo que al padre Javierre: ¿Por qué no le ponéis un motor diésel a los pasos en vez de llevarlos a cuestas?", recuerda Ávila. Tampoco acaban de comprender la figura del armao en la Semana Santa. "¿Pero los romanos no fueron los que crucificaron al Señor?", es una de las preguntas más recurrentes cuando este cofrade explica la representación de dicha figura en la Macarena. Los germanos siempre llegan a la misma conclusión cuando acaban la charla: "Ja Spanien ist anders" (Sí, España es diferente).

El balance de estos años en el extranjero es positivo. "La cultura germana complementa a la española. La de ellos está más basada en la razón y la organización y menos en el sentimiento como la nuestra", reflexiona este sevillano, que asegura que "los españoles son muy valorados en las empresas, ya que son más flexibles y dinámicos que los alemanes". Quizá, a lo que no acabe de acostumbrarse es al "individualismo" de este país en contraposición con el carácter externo de Sevilla. A pocos días de volver a pisar tierra hispalense, Manuel Ávila recrea el tiempo venidero con las torrijas que su mujer prepara en la patria de Angela Merkel. Olor a miel que endulza la diáspora.

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