Efectos de la riada del Tamarguillo

Episodios sevillanos del siglo XX

ENTREGAS PUBLICADAS: 24 y 31de mayo; 7, 14, 21 y 28 de junio; 5, 12, 19 y 26 de julio; 2, 9, 16, 23 y 30 de agosto; 6,13, 20 y 27 de septiembre; 4, 11,18 y 25 de octubre; 1, 8, 15, 22 y 29 de noviembre; 6, 13 y 20 de diciembre 2009.Las estadísticas fijaban el déficit en 29.386 viviendas. Pero las realidades sociales trascendían de los fríos números, por mucho que alarmaran a las autoridades sevillanas. Miles de familias estaban indefensas.

20 de diciembre 2009 - 05:03

LOS primeros informes técnicos sobre las consecuencias del desbordamiento del Tamarguillo en el caserío sevillano se conocieron a principio de diciembre de 1961. Si los avances informativos de finales de noviembre habían causado consternación en el Gobierno Civil, con datos sin precedentes en las riadas sufridas por la ciudad, los nuevos documentos planteaban una situación de emergencia social que superaba las posibilidades locales y provinciales y urgía la intervención del Gobierno.

En los avances citados, se decía: 552 hectáreas anegadas; 4.172 viviendas invadidas por las aguas; 1.603 chabolas y casas totalmente destruidas; 1.228 edificios gravemente dañados; 30.176 personas sin hogar; 11.744 personas evacuadas urgentemente...

Los siguientes informes técnicos fueron aún más expresivos y alarmantes sobre la situación inmediata a la riada. La Sevilla del "día después" ofrecía un panorama sombrío y exigía la transformación urgente de gran parte del caserío, precisamente en los sectores donde malvivían las clases sociales más modestas.

Hermenegildo Altozano Moraleda no daba crédito a sus ojos. En un folio resumen, redactado por los arquitectos responsables de los siete sectores en que fue dividida la ciudad para su inspección, calle a calle y casa a casa, el gobernador pudo leer los siguientes datos: "viviendas en mal estado que reclaman la evacuación rápida de sus vecinos: 13.043. Viviendas en estado totalmente insalubre que reclaman la evacuación de sus vecinos lo más pronto posible: 16.343". De manera que, a primero de diciembre, el déficit sumaba 29.386 viviendas.

Las referencias sobre la altura alcanzada por las aguas causaba pavor: 3,15 metros en las casas números 2, 4 y 6 de la calle Atanagildo, en el Campo de los Mártires; entre dos y 2,30 metros en casi toda la calle Conde del Águila, junto a la carretera de Carmona; entre uno y dos metros, en todo el barrio de San José Obrero; dos metros en la casa número 28 de la avenida de Recaredo... Ninguna zona inundada tuvo menos de 0,40 centímetros de altura, una vez estabilizado el nivel de las aguas después de las primeras trombas. En los sectores más bajos de la ciudad, el agua llegó a alcanzar incluso las segundas plantas.

Los informes sobre daños materiales en edificios y ajuares sumaban por días millones y millones de pesetas. Pedro Gual Villalbí gestionó la inmediata distribución de ayudas económicas y en especie.

Pero quedaba la herencia más difícil de asumir: la ruina del caserío, la acumulación de millares de familias que estaban en la calle, acogidas en los refugios de emergencia, más las que se encontraban en hogares que apenas si podrían resistir los calores del próximo verano, que igualmente sumaban millares.

Los siete sectores urbanos antes citados, fueron inspeccionados por los siguientes arquitectos: Luis Recaséns Méndez-Queipo de Llano (sector 1), Alfonso Toro Buiza (sector 2), Jesús Gómez Millán (sector 3), Federico Jiménez Ontiveros (sector 4), Antonio Delgado Roig (sectores 5 y 6), y Rafael Arévalo Camacho (sector 7), con la colaboración respectiva de los aparejadores, Adolfo Fernández, Francisco Vidal y Aurelio Garnica, Vicente García, Manuel Mateo, Antonio Alvarez y José Molero.

El balance de la inspección técnica, realizada en los días inmediatos a la riada, ofrecía el siguiente resumen:

Sector 1: Barrio de la Puerta Osario; barriadas de Santa Justa, del Campo de los Mártires, de La Laboriosa, de San Benito y del Pilar. Viviendas inhabitables de evacuación rápida: 1.147. Viviendas totalmente insalubres: 1.430. Total: 2.577.

Sector 2: Barriadas de San Bernardo y del Porvenir, éste con escasos daños. Viviendas inhabitables de evacuación rápida: 115. Viviendas totalmente insalubres: 747. Total: 862.

Sector 3: Barriadas del Fontanal, Arbola Gordo, Retiro Obrero y San Julián. Viviendas inhabitables de evacuación rápida: 334. Viviendas totalmente insalubres: 1.237. Total: 1.571.

Sector 4: Barriadas de la Corza y de Los Carteros. Viviendas inhabitables de evacuación rápida: 72. Viviendas totalmente insalubres: 147. Total: 219.

Sector 5 y 6: Barrios de San Vicente, Alameda de Hércules y Macarena, y barriada de San José Obrero. Viviendas inhabitables de evacuación rápida: 1.432. Viviendas totalmente insalubres: 1.202. Total: 2.634.

Sector 7: Barriadas del Cerro del Águila, Amate y Nervión. Viviendas inhabitables de evacuación rápida: 3.020. Viviendas totalmente insalubres: 4.020. Total: 7.040.

OTROS SECTORES:

- Triana: 4.000 viviendas totalmente insalubres. Suburbios trianeros del Haza del Huesero, Charco de la Pava y La Dársena: 1.080 viviendas totalmente insalubres.

-Núcleos de Torreblanca, La Bachillera y dispersos: 2.680 viviendas totalmente insalubres.

-Otros suburbios y refugios: 6.923 viviendas inhabitables de evacuación rápida.

Éstas eran las cifras estadísticas que fijaban el déficit en 29.386 viviendas, pero las realidades sociales trascendían de los fríos números, por mucho que alarmaran a las autoridades sevillanas. Había que comenzar por trasladar a Madrid las dimensiones de la tragedia sufrida por la ciudad y su entorno, y la situación dramática de varias decenas de millares de familias, para sensibilizar a las autoridades nacionales de lo que estaba sucediendo en Sevilla.

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