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Sevilla

Ingenieros de Caminos piden calle para Pellón

  • Profesionales que hicieron la Expo cuentan sus vivencias.

  • Los cambios en el puente del Alamillo se discutían con Calatrava en París.

De izquierda a derecha, Julián Sastre, José Luis García Sánchez, Emilio Miranda, José Luis de Justo Alpañés, Francisco Muñoz Almonte, Manuel López-Huertas, Agustín Argüelles, Javier Pellón, Abraham Carrascosa, José Luis Sanjuán, José Luis Márquez Arroyo, Ana Chicano, Juan Escribano, Eduardo Gantes y Ricardo Ybarra, en el pabellón de la Navegación.

De izquierda a derecha, Julián Sastre, José Luis García Sánchez, Emilio Miranda, José Luis de Justo Alpañés, Francisco Muñoz Almonte, Manuel López-Huertas, Agustín Argüelles, Javier Pellón, Abraham Carrascosa, José Luis Sanjuán, José Luis Márquez Arroyo, Ana Chicano, Juan Escribano, Eduardo Gantes y Ricardo Ybarra, en el pabellón de la Navegación. / reportaje gráfico: juan carlos vázquez

En el día de su patrón Santo Domingo de la Calzada, el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Andalucía Occidental, por boca de su decano, Abraham Carrascosa, pidió formalmente al Ayuntamiento de Sevilla que rotule una calle con el nombre de Jacinto Pellón, objeto de un cálido homenaje en las bodas de plata de la Expo 92.

Una empresa recordada ahora como "un éxito que disfrutamos todos, hasta los que estaban en contra", en palabras de Carrascosa, que en presencia de Rosa Pariente, viuda de Pellón, y de sus hijas Ana y Marta, hizo un retrato paródico pero real de los obstáculos con los que se encontró el certamen. "Un puente no quería ir a su sitio, otro se hizo sin agua, se hundían barcos y hasta se quemó el pabellón más emblemático de toda la Exposición".

No se había tomado ninguna licencia el decano de los ingenieros de caminos. La propia viuda de Pellón fue testigo del giro hacia la Cartuja que en su primer volteo dio el puente de la Barqueta. El puente sin agua era el de la Expiración diseñado por José Luis Manzanares Japón. Tampoco tenía mucha el del Alamillo. "No era ni dársena, era un charco", dijo Ángel Ochoa, jefe de la Unión Temporal de Empresas que estuvo al frente de la obra. "El único puente del mundo sin tirante trasero, lo cual no sé si es una virtud o una aberración; una singularidad en cualquier caso", dijo este ingeniero, que ya jubilado pudo contar que cada vez que se tenía que hacer un cambio sobre el diseño original había que visitar a Santiago Calatrava en su despacho de París "porque él vino pocas veces a Sevilla".

El pabellón de los Descubrimientos fue uno de los muchos que visitó José Luis de Justo Alpañés para hacer un estudio geotécnico de su cimentación. Su incendio fue uno de los mayores disgustos que se llevó Pellón desde que llegó a Sevilla en marzo de 1987. "Yo salí del pabellón de los Descubrimientos breves minutos antes de que se quemara", contó Ricardo Ybarra, que como director de obra se encargó de catorce pabellones de servicios.

Fue el gran día de los ingenieros de caminos. En la puerta del Pabellón de la Navegación los recibía Francisco Vallejo, que nunca olvidará la Expo. "Mi padre me trajo a Sevilla el día que se clausuró y el 13 de octubre de 1992 empecé la carrera de Arquitectura", dice este arquitecto e ingeniero de caminos nacido Alcaudete y que cumplió 18 años el día de Santa Ana de 1992. Le hacía los honores a Emilio Benítez. "Es el que más sabe de presas del mundo", decía de este ingeniero malagueño nacido en 1933, amigo de Pellón, y que además de presas ha hecho carreteras, puertos y aeropuertos.

Agustín Argüelles hizo una documentada historia de la Expo 92 y sus orígenes. Se preguntó que por qué Sevilla, igual que Londres y París, no podría repetir alguna vez acogiendo una nueva Exposición Universal. En la de 1929 participaron 18 países y no llegó al millón de visitantes. En la de 1992 se esperaban 37 millones y se rozaron los 42. Argüelles explicó el encaje de bolillos para hacer una síntesis entre los dos proyectos premiados, el del arquitecto Emilio Ambasz y el del ingeniero de caminos José Antonio Fernández Ordóñez, coautor del puente del V Centenario y hermano del ministro de Asuntos Exteriores que murió ese verano del 92. Emilio Miranda fue jefe de obras de ese puente; en su opinión habría sido "más barato y funcional un falso túnel, pero el Ayuntamiento quería algo más emblemático, que se viera". Recordó una visita a su despacho de alguien de Comandancia de Marina pidiendo que la altura del puente permitiera pasar el mástil del Juan Sebastián Elcano, que no llegó a atracar en Sevilla.

200.000 pasajeros llegaron a la Expo por transporte fluvial, según datos de Julián Sastre, una autoridad en transportes que llegó con su familia dos semanas antes de la Feria de Abril de 1989. "A partir de la crisis todos estamos fuera, casi todos". Francisco Muñoz Almonte contó cómo lo incorporó a los trabajos de la Expo Ginés Aparicio. También tiene un recuerdo de Feria. "El 4 de mayo ha sido jueves de Feria, igual que el 4 de mayo de hace 44 años, cuando me cupo el honor de dirigir las obras del traslado de la Feria desde el Prado a Los Remedios. Eso me permitió conocer a Carrero Blanco, Camilo Alonso Vega y el alcalde Juan Fernández".

Argüelles lamenta que la ciudad no reutilizara el monorraíl, legado de una visita a la Expo de Vancouver, ni el telecabina. Se deshizo en elogios a Jacinto Pellón, del que se vio una foto en mangas de camisa, sin un papel en la mesa y una frase suya: "...No tuvimos problemas... ni siquiera en los despidos". "Se produjeron 32.000 despidos al día siguiente de terminar la Expo".

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