Noches de puro flamenco

La Casa de la Memoria de Al-Andalus es el escenario ideal para disfrutar durante las veladas de verano del auténtico artel venta de entradas Reseva anticipada en C/ Ximénez de Enciso, 28. Web: 'www.casadelamemoria.es'. Tfno: 954 560 670. Funciones: Todos los días a las 21:00 y a las 22:00 Precio: 15 euros. Estudiantes: 13 euros. Niños entre 6 y 10 años: 9 euros. Aforo limitado.

Actuación de los bailaores Adela y Rafael Campallo y del cantaor Jeromo Segura.
Actuación de los bailaores Adela y Rafael Campallo y del cantaor Jeromo Segura.
Irina Cortés

12 de agosto 2009 - 05:03

Escondida entre las callejas del barrio de Santa Cruz se encuentra la casa cultural Memoria del Al-Andalus. Desde su fundación en el 2000, en un palacete del siglo XV, ha sido sede de conferencias y exposiciones que intentan traer a la memoria la cultura andalusí y sefardí.

Este museo es dirigido por Rosana de Aza, una granadina que lleva 30 años consagrada a dar a conocer el pasado. "La cultura andalusí es más reconocida pero también queremos que la gente recuerde que Sevilla tuvo la judería más importante de España".

La Casa de la Memoria de Al- Andalus estrenará una exposición a finales de octubre sobre distintos personajes históricos judíos. En estos momentos está más centrada en las actuaciones de artistas. "Al principio se tocaba música sefardí o andalusí pero nos dimos cuenta de que la gente demandaba escuchar flamenco", explica Rosana de Aza.

Las veladas de verano en este rincón atraen a decenas de turistas y sevillanos que quieren escuchar a qué suena la raíz del flamenco. "Las letras de las canciones son del siglo XIX", explica Olinto de la Obra, el encargado de la venta de entradas en taquilla. Estas letras más directas y emocionantes sonaron en la noche del lunes en la voz del cantaor Jeromo Segura, acompañado del guitarrista Juan Campallo y de la belleza del movimiento de los bailaores Adela Campallo y Rafael Campallo.

El espectáculo, Campallería, de una hora de duración congregó en el patio interior del palacete a un reducido público, unas 30 personas. "Cantar aquí es mágico, más puro. Tienes al espectador a seis metros y ves sus reacciones y emociones. Eso no lo da un teatro", explica Jeromo Segura.

Tras la actuación, se permiten cinco minutos para que los turistas hagan fotografías. "Antes no porque se distraen y distraen a los artistas. Lo que queremos es que lo recuerden, pero en su memoria", explica Rosana de Aza. Antes de las fotografías, en el patio, sólo iluminado con velas, se disfruta de las expertas manos sobre la guitarra, los tacones resonando en la madera y una voz que llena el silencio.

stats