La clave de la estabilidad de Espadas

Puntadas con hilo

Espadas presume de gobernar en minoría como si tuviera mayoría absoluta y se fija en el cuadro de indicadores con el que mide su gobierno. Confía en los tangibles, es lo contrario que hizo Zoido

Juan Espadas se pone la chaqueta tras una entrevista a este medio.
Juan Espadas se pone la chaqueta tras una entrevista a este medio. / Antonio Pizarro
María José Guzmán

28 de mayo 2017 - 06:00

Juan Espadas ha logrado llegar al ecuador del mandato sin grandes apuros. El cuadro de indicadores con los que su equipo controla su acción de gobierno apunta que todo marcha si no todo lo bien que se esperaba, sí igual o mejor que en el anterior etapa. Son los datos tangibles, los que demuestran que hay 10.000 parados menos en comparación de los dos primeros años de Zoido; que de hablar de 400 viviendas vacías se ha pasado a hablar de 490 entregadas; que casi se han duplicado las ayudas sociales directas, o que sólo en 2016 se ha invertido en barrios 40 millones de euros, el doble de cualquier año de Zoido.

En definitiva, Espadas está convencido y satisfecho de haber contribuido a cambiar el ritmo de la ciudad y de aparecer junto titulares de prensa –así dice el PP que gobierna, a golpe de anuncios– que apuntan a la generación de cientos de empleos, como los de industrias como Gestamp o ingenierías como Ericson o Abentel, mientras que el balance del ecuador del mandato de Zoido apuntaba sólo a alguna gran superficie con burguer y algún centro de teleoperadoras.

Son estas varas suyas de medir las que le dan al alcalde la seguridad que demuestra en una ciudad que conoce bien, Y, por tanto, donde no le resultará ajeno que hay más suciedad en las calles de la imaginada, líneas de autobuses que tardan igual o más que hace dos años y muchos acerados y socavones por rellenar.

Pero, a pesar de todo, hasta ahora Espadas ha gobernado en minoría sin más disgustos que algunas bofetadas en el Pleno a cuestiones relacionadas con el urbanismo o intentos de bloqueo a dos presupuestos y ordenanzas fiscales que ha conseguido sacar adelante. Una situación de estabilidad favorecida por la ausencia de oposición. Una oposición tan tibia o más que la que él fue capaz de ejercer en los dos primeros años de mandato de Zoido. Un PP desmantelado que todavía busca su rumbo y una izquierda radical aún novata que hace que, fuera de Sevilla, la referencia sea la de un Ayuntamiento gobernado con mayoría absoluta.

Espadas ha gobernado hasta ahora sin apuros ni grandes disgustos, con una oposición muy tibia, pero ahora la táctica empieza a cambiar

Pero, ojo, esto son intangibles. Y la percepción que se tenga fuera o dentro es un indicador nada práctico para alguien pragmático como es Espadas. Zoido, en cambio, confió mucho en esos valores, se pasó años alimentando gestos que no siempre trascendían y que fueron una de las claves de la elevada confianza que depositaron en él los sevillanos para auparle a la Alcaldía.

A dos años de las elecciones tras la que Espadas le relevó en la Alcaldía, los únicos cambios fisonómicos que la ciudad había experimentado tenían que ver con la gestión del equipo anterior, precisamente con la herencia recibida que tanto amargaba a Zoido. Y en el ecuador del actual mandato la situación no dista mucho. Sí hay algunas cuestiones desbloqueadas, pero no han conseguido todavía arrancar.

En el fondo, se encuentra un mismo problema: la pesada maquinaria municipal contra la que ningún alcalde por ahora ha podido. Una losa que obstaculiza y ralentiza también muchos proyectos. Desde la oposición es más fácil hablar. Nada se puede hacer de la noche a la mañana y eso también lo ha tenido que aprender Espadas que, no obstante, está empeñado en arreglar el Ayuntamiento por dentro. Una labor de reorganización, invisible fuera de la Plaza Nueva, que no le dará ningún rédito político. Eso sí, si lo consigue dejará una institución mucho más ágil para beneficio de todos los ciudadanos.

Lo que ocurre es que, una vez que se supera el ecuador, la táctica debe ser otra. Y en el gobierno de Espadas son conscientes de que hace falta un empujón que permita ver ciertas mejoras y avances en la ciudad. Y que no deje, como dice el portavoz del PP, Alberto Díaz, las buenas palabras de Espadas en un cajón. Y al alcalde no le debe sorprender que los sevillanos estén esperando algo más.

El gobierno del PSOE es consciente de que le hace falta un empujón a estas alturas de mandato

La ciudad se verá inmersa en los próximos meses en un maratón de pequeñas obras. Y eso siempre es necesario. Pero el alcalde también necesitará algún gran proyecto para acabar su mandato. Zoido se confió, no es un secreto, pensando que tenía la holgura necesaria para repetir con picadores en las elecciones de 2015 y entonces rematar muchas faenas.

En política, la estabilidad es un concepto muy frágil. Se puede ganar o perder con un gesto mal gestionado. Parafraseando a Susana Díaz, a Espadas ahora toca centrarse, en este caso, en Sevilla. Seguramente, la ciudad y su marca estará mejor posicionada en el exterior cuando acabe este mandato, igualada con algunas grandes urbes. Pero difícilmente los sevillanos van a apreciarlo. Les resultará igualmente intangible.

Retales

Nadie coge el ‘toro’ de la Gavidia por los cuernos

Ahí sigue la comisaría de la Gavidia, escondiendo su abandono bajo una triste lona. El gobierno de Espadas llegó y paró los planes de Zoido, con prisa, y, por ahora, no tiene ninguna, pues el edificio no está entre sus prioridades. No tiene claro qué hacer y, sobre todo, qué hacer para que salga adelante. Y, como no quiere equivocarse, pues lo mejor es no mover el tema demasiado. Riesgo cero. Está claro que un gobierno en minoría necesita consensuar los temas, pero tampoco ese puede ser el argumento para un proyecto que, según dice el alcalde, ha suscitado ya el interés de varios. Al menos, debería considerar una de las propuestas que tiene sobre la mesa: la del colectivo de jóvenes arquitectos Entre adoquines, que, entre otras cuestiones, planteaban utilizar el lona que cubre el inmueble como pantalla de proyección para poner en valor el edificio y sus posibilidades y, si se puede, explotarlo incluso como soporte publicitario en busca de ingresos para intervenir en el interior.

¿Quién frena los planes para el turismo?

El turismo es una industria imparable en estos momentos en Sevilla. Así lo demuestran las estadísticas. Y está claro que necesita una vuelta de tuerca para captar esos nuevos mercados, la excelencia y calidad que evitará que el turismo muera de éxito en Sevilla. Y en eso anda el concejal Antonio Muñoz. Ir de la mano del lobby de hoteleros es importante y hay que jugar al equilibrio. Más descontentos están, en teoría, los hosteleros con la cruzada contra los veladores en el centro. Tomar decisiones valientes, como las que llevan el nombre de Muñoz, tiene su coste, está claro. El problema es cuando las reticencias vienen de la mano de otra Administración, que se supone que es amiga, pero que no siempre lo parece. A ver por qué el Ayuntamiento, tan convencido que está, no da el paso y impone la tasa turística. A la Junta de Andalucía eso no le gusta nada y tiene como aliado al PP y a una parte del sector turístico. Y ahí está el gobierno municipal, atado de pies y manos...

Después de los veladores, fuera toda la cacharrería

Donde no le está temblando el pulso a Muñoz es en la denominada revalorización del paisaje urbano del conjunto histórico, el argumento que está detrás de la reducción de los veladores que, ahora, entra en una nueva fase con la eliminación de la “cacharrería”. Esto es, rótulos, pizarras, tablones..., soportes publicitarios que dan un toque cutre y hasta macarra en ocasiones a la zona monumental de la capital, el eje Avenida, San Fernando, Puerta Jerez y la Campana, donde se concentran un total de 411 elementos que anuncian bares, comercios, entidades bancarias y compañías de seguro. El gobierno de Espadas está empeñado en mejorar la estética de la ciudad. ¿Qué aspecto tendrá el centro cuando acabe el mandato? ¿Cuál será el look Espadas? ¿A qué ciudad se parecerá Sevilla?

Por la boca casi siempre muere el pez

Cada gobierno deja su sello. Zoido amplió la zona azul durante su mandato y Espadas prometió derogarla, una promesa que no ha cumplido por exigencias del contrato; se podría decir: el Ayuntamiento no tiene margen legal para ello. Por la boca muere el pez. Espadas habló antes de tiempo hace un par de años y Alberto Díaz, el portavoz que ha sucedido a Juan Ignacio Zoido en el PP debería mirarse algunas cosas ahora. Porque esta semana, haciendo balance del ecuador del mandato, criticó que el hoy alcalde dijera que iba a derogar la zona azul y no lo haya hecho. ¿Es que ahora lo lamenta? Díaz no es Zoido, pero es su asesor y debería evitar algunas’ incongruencias.

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