El médico, gen imprescindible

tribuna de opinión

El autor reflexiona sobre el papel de los médicos en la sociedad actual

Francisco Márquez - Coordinador de Ginecología Oncológica del H. V. Macarena

18 de noviembre 2017 - 07:32

Leí que Craig Venter, biólogo y empresario que secuenció el genoma humano, combinando las cuatro bases nitrogenadas que los componen, encadenó 473 genes. Los colocó dentro de una célula previamente desposeída de su carga genética natural y así fue capaz de darle vida. Si nos fijamos hay dos elementos que se necesitan uno a otro para que surja la vida autónoma. Uno es la cadena de genes aislada, algo inerte, un compuesto químico aislado. Sólo adquieren vida si se le pone a su servicio el otro elemento, algo antes vivo, algún tejido orgánico: una célula preexistente sin su carga genética.

Las empresas humanas sólo cobran vida si encuentran la conjunción de las personas -los "genes- y el humor vital que poseen las concretas instituciones que aporten lugares de desarrollo, dinero y distribución adecuada. La medicina moderna, como disciplina humana que es, se desarrolla como servicio a los demás a base a iniciativas múltiples y variadas que cada vez necesitan más de la colaboración entre profesionales (primer elemento) y del apoyo de instituciones públicas o privadas (segundo elemento).

Hay una plaga de curanderos y personas sin cualificación que ejercen sin control

Entre los profesionales sanitarios está el médico. Su misión es servir a las personas previniendo, diagnosticando y tratando la enfermedad sin olvidarse del constante apoyo humano, sobre todo cuando surge la impotencia por la ignorancia de estar ante un diagnóstico o tratamiento desconocidos. En medio de la alta complejidad de los servicios sanitarios modernos, hay que apuntar que son los médicos aislados los "genes" absolutamente necesarios que le dan vida. La imprescindibilidad del médico se puede comprender con el ejemplo del paciente que ha de ser intervenido quirúrgicamente. Tiene que tener necesariamente un cirujano y un anestesista a su servicio. Ambos son médicos. Sin ellos no se puede ejecutar con garantías la cirugía prevista, aunque ni uno ni otro podrían operar sin el apoyo de la infraestructura, material y equipo humano auxiliar que les proporciona la institución correspondiente.

A pesar de lo dicho, los médicos en nuestro país nos sentimos poco valorados y respetados, aunque a veces las encuestas de valoración de profesiones digan otra cosa. Este sentimiento, que a muchos causará perplejidad, tiene muchas circunstancias que así lo justifican. Un ejemplo son las agresiones a médicos, incluso físicas, que están a la orden del día. Aumentaron casi un 40% en 2016. Otro ejemplo es el del intrusismo poco denunciado y muy tolerado en nuestra profesión. Hay toda una plaga de curanderos y practicantes sin cualificación de medicinas alternativas ejercidas sin control no exigidas de medios ni de resultados. Hay hasta movimientos antimédicos altamente ideologizados como son los antivacunas o los que insinúan que los ginecólogos oprimimos y no respetamos a la mujer por estar generalizadamente contra el parto natural, algo doloroso de asumir, falto de verdad y tema necesitado de toda una tribuna para explicarlo monográficamente. Para colmo están las relativamente bajas remuneraciones del médico español, nada acordes con el grado de preparación y responsabilidad que asumimos. Según los últimos datos publicados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 2017, los médicos españoles están a la cola en retribuciones y muy alejados de los profesionales de países de un nivel similar como Italia y sólo por encima de Chile, Grecia o Estonia.

Los médicos somos profesionales vocacionales con el foco puesto en el servicio a nuestros pacientes. Para que dicho servicio se preste adecuadamente, se necesitan de otros profesionales, sanitarios o no, abnegados y dignos. En última instancia, los médicos son imprescindibles para que todo funcione con suficientes garantías.

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