alberto díaz. portavoz del grupo popular en el ayuntamiento

"La prioridad de Sevilla es el Metro, no el tranvía"

  • El sucesor de Zoido en el Ayuntamiento es un político curtido en las estructuras del partido desde los 18 años.

  •  De ser un asesor en la sombra ha pasado a líder de la oposición.

Hace bastante frío, pero el criterio impone la fotografía callejera sin abrigo. El sucesor de Zoido en el Ayuntamiento tiene un perfil radicalmente distinto al del hoy ministro. Alberto Díaz es serio y observador. Algunos de sus análisis son todavía más propios del asesor que fue que del político en la trinchera municipal que es hoy. Cuestión de tiempo. Tal vez.

-Defínase como sevillano.

-[Pausa larga] Soy nacido en el Porvenir hace 51 años. Soy un enamorado de esta ciudad. He pasado quince años fuera de Sevilla por motivos profesionales. Nunca perdí el contacto con la ciudad, siempre vine en los momentos clave. Venía en Navidad para estar con la familia, en Semana Santa para acompañar a las imágenes de mi queridísima hermandad y en Feria para disfrutar. Soy un sevillano al que le gusta su ciudad, sus fiestas y, sobre todo, su gente, que es con lo que más disfruto.

-Defina la ciudad.

-Sevilla es una ciudad grande que tiene que ser una gran ciudad. A Sevilla le falta dar ese gran paso.

-Y defínase como líder de la oposición. ¿Cuál será su estilo?

-Mi estilo es defender el programa electoral de 2015, donde están las medidas para sacar a la ciudad de la parálisis. La oposición tiene que ser responsable y tiene que ser implacable con los errores del gobierno, que ya se están empezando a evidenciar. Tenemos que presentar soluciones alternativas y representar a esos más de cien mil sevillanos que nos dieron su confianza.

-¿Usted tiene o no tiene modelo de ciudad?

-Mi modelo de ciudad es el que tiene el PP que se plasmó en el programa electoral de 2007, que obtuvo en el refrendo de la mayoría de los ciudadanos. Está reflejado en el programa de 2011, que obtuvo la mayoría de los votos. Y está igualmente en el programa de 2015, que ha sido el más votado. Lo que sí interesa cambiar es el modelo productivo de la ciudad. Sevilla tiene basado su modelo económico en el turismo, la cultura y las fiestas mayores. Y yo creo que tiene dar un salto cualitativo de la calidad para ser una ciudad pionera en cosas que ya lo es, pero donde no está reconocida. Tenemos el sector aeronáutico, fundamental para el futuro de la ciudad; el sector de las nuevas tecnologías, con el centro tecnológico de la Cartuja, muy poco conocido por los sevillanos, donde hay un gran número de investigadores y de gente joven con mucho talento, y tendremos un gran foco industrial y productivo que será la Zona Franca del Puerto de Sevilla.

-¿Comparte la percepción de que Espadas es un alcalde que cae bien a muchos vecinos de la Sevilla más conservadora?

-Sí.

-¿Por qué cree usted que tiene esa buena imagen en ese sector de la población?

-Cae bien porque es una persona que en año y medio de gobierno ha huido del frentismo, ha hecho propuestas en contra de su propio programa de gobierno y ha apostado por un perfil plano, de gestor, que ya se está demostrando que no es tal. No es un buen gestor. Se ha querido basar en el consenso y en el diálogo, y ni existe consenso ni diálogo con el partido mayoritario del Ayuntamiento, que es el PP. Hay que dialogar, sí, pero es que llega la hora de los acuerdos y nunca los hay.

-¿Qué proyecto considera más urgente para la ciudad? No me diga la creación del empleo, porque es lo que siempre decía el anterior alcalde, pese a que los ayuntamientos no tienen políticas activas de empleo.

-No, no hay políticas activas de empleo en el Ayuntamiento. Más que un proyecto urgente, veo que hay muchos proyectos que estaban en marcha que iban a generar nuevas oportunidades para generar riqueza. Hablamos de Altadis, por ejemplo, del que no se ha movido nada. Otro gran proyecto que estaba encauzado era la segunda tienda de Ikea en Sevilla. El gobierno de Zoido dejó firmado un convenio con el Estado para la construcción del ramal necesario. Y no hay nada hasta la fecha. Incluso la Junta ha puesto obstáculos al desarrollo de esa infraestructura. La antigua comisaría de la Gavidia es otro proyecto estancado. De Sevilla Park no sabemos nada. El centro de turismo de Marqués de Contadero se dejó presupuestado y ahora está dando quebraderos de cabeza. Y el gran proyecto que necesita la ciudad de Sevilla, sin duda alguna, es el Metro. No hay otro más urgente.

-¿Por qué cuesta tanto sacar adelante un proyecto en esta ciudad? ¿Tenemos mala suerte? ¿Es culpa de la burocracia, de la mentalidad indolente que todo lo marca, de las pugnas entre administraciones?

-A todos los gobiernos nos cuesta mucho. No tenemos mala suerte. Ya va siendo hora de que la Junta de Andalucía invierta en la ciudad. Hay que poner en marcha los talleres de empleo en la ciudad. Hay que reclamar como necesarios los centros de salud en Cerro-Amate y Huerta del Rey. Volvamos al Metro. El desarrollo de las líneas 2, 3 y 4 corresponde a la Junta.

-Imaginemos que usted es el alcalde y que le dan elegir entre tener el tranvía ampliado hasta Santa Justa en 2019 o una nueva línea de Metro en 2023.

-El tranvía no es una prioridad para esta ciudad. La prioridad es el Metro. Si fuese en 2023, pues optaría por 2023.

-¿Le sorprende los pocos dolores de cabeza que le dan al alcalde sus socios de investidura?

-Pues sí.

-¿A qué cree que se debe? ¿Es mérito del alcalde o bisoñez de los concejales que lo apoyaron?

-Ya ha pasado el tiempo suficiente para que se vean las goteras de la casa. Y en esta casa hay muchas goteras porque los fontaneros no trabajan bien. Y los oficiales de albañilería no saben hacer su trabajo. Es verdad que esos socios de investidura reivindican, piden, proponen... Pero cuando llegan los momentos de demostrar que no están de acuerdo con lo que se está haciendo, no lo demuestran con un voto en un Pleno del Ayuntamiento. Si se estudian las propuestas que se han ido aprobando, la mayoría han gozado del apoyo de todos los grupos municipales. ¿Qué ocurre después? Que esos acuerdos no se cumplen. Espadas dice una cosa y hace la contraria. Nosotros hemos presentado una alternativa clara al presupuesto. La de ellos todavía no la conozco. No sé a qué acuerdos llegarán entre ellos.

-¿Se verá obligado el Grupo Popular a endurecer el estilo de oposición?

-Yo creo que el PP nunca ha dejado de ser duro al hacer oposición. Hemos hecho oposición desde el primer día. Ha llegado el momento en que los políticos presentemos resultados, más que ser duros o ser blandos, rojos o azules. Los ciudadanos nos piden resultados. Hemos presentado alternativas en barrios, a los presupuestos, a las ordenanzas fiscales... Hemos participado en debate sobre el estado de la ciudad denunciando las goteras que sufre ya este gobierno, en las empresas municipales, en todas y cada una de las delegaciones. El trabajo del Grupo Popular es muy bueno. Y no nos conformamos.

-¿Usted suele ir a pie por las plazas duras de la ciudad? ¿Recorre la Avenida en verano? ¿Cree que Sevilla es una ciudad agradable para pasear?

-La pregunta es difícil de contestar. Nuestra capacidad como gobierno para ejecutar grandes proyectos estuvo muy limitada. Los dos mandatos anteriores, que fueron de Monteseirín, sí se ejecutaron grandes sobras con resultados duros. Sevilla es una ciudad que necesita más sombra, más verde, más árboles, para hacer agradables la mayoría de los meses del año. Pasear por la Avenida es agradable y duro a la vez. Hay plazas muy duras como la de Cavestany, de la que ahora han presentado un proyecto. Hay que mejorar mucho.

-¿Qué le parece que los negocios franquiciados tomen la Campana en detrimento de negocios locales? ¿Se podría hacer más en defensa del comercio tradicional? La ciudad se despersonaliza si pierde sus firmas locales.

-Defiendo, por formación y por espíritu, que debe haber libertad de mercado. Yo no voy a ser quien diga que en Sevilla no puede haber franquiciados. Si los franquiciados están generando riquezas y oportunidades de empleo para los sevillanos, ¡bienvenidos sean! Una cosa diferente es la cuestión de la estética...

-No sólo es estética. También hay que valorar la despersonalización de la ciudad, ¿no cree?

-Lo que no podemos es querer un mundo globalizado para unas cosas, pero no para otras.

-Yo le planteo el asunto. ¿Usted regulará o no sobre la defensa del comercio tradicional si llega al gobierno?

-El mundo es global. Hoy no se puede negar lo evidente. Igual que está en la Campana el negocio de los donuts, está también Zara en Nueva York. ¿No? ¿Eso es despersonalizar Nueva York? Si uno se pasea por Madrid, Valencia o Bilbao, existen las mismas franquicias que en Sevilla. ¡Y no digamos en Barcelona! No podemos confundir estética con oportunidades de negocio.

-El PSOE propuso en sus tiempos de oposición catalogar los comercios tradicionales para otorgarles cierta protección. Aún no ha hecho nada, pero me quedo con que el PSOE estaba reconociendo un problema creciente: la pérdida de negocios que hacen distinta a una ciudad de otra.

-En el mandato anterior reconocimos a los negocios tradicionales. Se dieron premios. Muchos negocios tienen expuestos aquellos reconocimientos. Yo soy muy amante del comercio tradicional. Lo que no podemos es obligar a que haya comercios tradicionales. Eso dependerá del empresario, no del Ayuntamiento. ¿No?

-Hay muchas formas de estimular o de poner trabas desde un gobierno.

-En los presupuestos de 2016, el gobierno socialista redujo la partida de subvenciones para la promoción del comercio tradicional. Y las subvenciones aprobadas aún no están ni concedidas. El PSOE dice una cosa y hace la contraria. Lo ha hecho con el comercio como lo hizo con la zona azul.

-¿Cuál sería su solución al exceso de veladores?

-Cumplir las ordenanzas. Se aprobaron en el mandato anterior…

-Sí, pero el alcalde anterior reconoció que se había hecho la vista gorda…

-Vamos a ver. Antes hablábamos de cómo podía el Ayuntamiento ayudar a los comercios tradicionales. ¿Y en la hostelería? Pues en los años de crisis, los veladores han sido una oportunidad de crecimiento para muchos negocios. Distinto es que después haya quienes se pasen. La ordenanza se hizo con el acuerdo de la patronal. Hay zonas de tránsito con características especiales, desde la Pasarela hasta la Plaza Nueva, donde hay que pensar no ya en el peatón en general, sino en las personas con minusvalías. Ahí tenemos que ser mucho más sensibles.

-¿Cómo valora la gestión del alcalde con la Policía Local? Siempre juega un papel importante el polémico sindicato mayoritario.

-Aún estamos esperando que se cumpla la promesa de sacar la Relación de Puestos de Trabajo de la Policía y de los Bomberos. El alcalde alardea de acuerdos y consensos con los sindicatos del Ayuntamiento. Eso le encanta. Pero resulta que luego todo es papel mojado. Los bomberos dicen que de lo firmado en junio no hay nada hecho aún. Y en la Policía Local ocurre lo mismo.

-¿La clave está en el pago de las productividades?

-Sí. La paz social en el Ayuntamiento va a tener un alto coste. Lo veremos en Lipasam. Por cierto, la ciudad está muy sucia, es una percepción generalizada. Este gobierno ha hecho cambios sustanciales en la compañía que perjudican el servicio que presta.

-¿Y usted qué opina del servicio del taxi en el aeropuerto? Hay quienes hablan de una mafia.

-Ahí hay que ejercer los controles con más rigor. Todos conocemos la polémica del taxi en el aeropuerto. El sector del taxi habla de intrusismo profesional. Y los supuestos intrusos dicen que lo que hay es una mafia. Es una pelea entre dos sectores. La Policía Local tiene que ejercer sus funciones de control. Es la forma de solucionar el problema. De hecho, el sector del taxi lo que me transmite es su petición de que haya más vigilancia para impedir el intrusismo.

-¿A usted le gusta que se alquilen monumentos para actos sociales? Ha sido una de las apuestas de Espadas en Turismo.

-El patrimonio hay que cuidarlo. Eso no impide su uso y disfrute. El uso incluye la opción del alquiler. Hay que cuidar siempre el monumento, eso sí.

-El señor Espadas habla bien de usted en privado y comenta que a usted hay que ayudarle.

-¿Hay que ayudarme? [risas] Sólo he tenido una reunión con él. Fue para presentarnos los presupuestos a los portavoces. La sorpresa es que una hora antes los había presentado a los medios de comunicación. Él sabe que tiene nuestro apoyo en asuntos de interés general que no tengan tinte político. Agradezco su gesto, pero yo me ayudo solo.

-¿Usted aspira a ser alcalde?

-Yo aspiro a hacer mi trabajo bien. Aspiro a que el PP recupere la Alcaldía de Sevilla. Ésta va a ser mi obsesión.

-Usted ha pasado de ser asesor en la sombra, jefe de gabinete del alcalde Zoido, a líder de la oposición. Curiosa evolución.

-Es una historia bonita. Cuando dejo mi etapa profesional en 2007, tras dieciséis años de ejercicio en la empresa privada, vengo a Sevilla para ser jefe de gabinete de Juan Ignacio. Ganamos las elecciones. Yo ahora hago lo que él hacía entonces. En nueve años he tenido un desarrollo personal trabajando codo con codo con mi querido Juan Ignacio. Las circunstancias, el partido y el grupo municipal me han llevado hasta donde estoy ahora.

-Cuando el ministro Zoido viene a Sevilla, ¿trata de hacer de alcalde o de líder de la oposición?

-Juan Ignacio siempre va a ser para mí Juan Ignacio, sea ministro, alcalde o lo que sea. Es mi amigo. Cuando viene a Sevilla, viene a su casa. En política es difícil quitarte la gorra. Si viene a Sevilla, es difícil que aquí se quite la gorra de ministro. Sevilla tiene que estar orgullosa de tener un ministro. Eso beneficia a la ciudad. Yo estoy orgulloso de que él sea ministro.

-Con la perspectiva de más de año y medio y su privilegiada posición de jefe de gabinete del anterior alcalde, ¿por qué cree hoy que el PP perdió ocho concejales y 60.000 votos en las últimas municipales?

-La pérdida de concejales no se puede achacar a nada en concreto. Estos análisis son muy complejos. No hay duda de que el contexto electoral de 2011 era muy distinto del de 2015. En 2011 estábamos al final de la caída del PSOE, eso nos benefició y, además, supimos generar mucha ilusión con mucho trabajo en los barrios. Hubo mucha expectativa con el PP y con Zoido. Los cuatro años de gobierno me han enseñado que gobernar es duro y difícil. No me atrevería a señalar las causas de la pérdida de 60.000 votos. Se perdieron, sí, pero es que volvimos a ganar las elecciones. Antes había dos partidos y una representación mínima de Izquierda Unida. Ahora hay dos nuevos partidos que rascan votos a izquierda y derecha.

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