2017: la re-emancipación del PSOE

El autor analiza en el artículo la trascendencia para el futuro del PSOE del anuncio de Susana Díaz para optar a la secretaría general de los socialistas españoles

Susana Díaz.
Susana Díaz. / Raúl Caro / Efe
José Rodríguez De La Borbolla

30 de marzo 2017 - 02:32

Alo largo de su historia más que centenaria, el PSOE ha dado algunos bandazos. No obstante, creo yo, el alma socialdemócrata del PSOE -transformación de la sociedad en el marco de la democracia- ha sido la prevalente a lo largo de su historia. El PSOE supo mantener su identidad. Se emancipó del izquierdismo fácil, por así decirlo, y así tuvo apoyo social.

Los bolcheviques y sus herederos siempre han considerado a los socialistas democráticos como el primer enemigo a batir, en España, en Europa, en cualquier lugar del mundo y en todo momento. A finales de los años 80 del pasado siglo, los comunistas españoles, bajo la dirección del nunca bien ponderado Julio Anguita, asesorado entre otros por Manuel Monereo, diseñaron una estrategia -coordinada, por cierto, con la del PP y la derecha social y económica- dirigida a expulsar al PSOE del Gobierno de España. Para ello utilizaron cualquier cosa. Por ejemplo, la aprobación de un Plan de Empleo Juvenil que sirvió de excusa para una huelga general, el 14 de diciembre de 1988.

Un mes antes de dicha huelga, José Félix Tezanos publicó un artículo -"La huelga general pendiente", El País, 18 Nov 1988- en el que, entre otras cosas, decía: "Lo verdaderamente preocupante en la evolución reciente de algunos círculos dirigentes del comunismo español es la proclividad obsesiva de buscar su propia identidad precisamente en la confrontación con el socialismo español". Y añadía: "La concepción estalinista de que el enemigo principal del comunismo era el socialismo, y especialmente el socialismo moderado, condujo a consecuencias tremendamente negativas para toda la izquierda y para los sectores progresistas".

Las cosas fueron así, eran así y siguen siendo así. Exactamente tal como decía José Félix Tezanos en 1988. Los radical-populistas de izquierda, bolcheviques de nueva generación, pretendidos representantes de los intereses generales de un pueblo al que pretenden instalar en la obediencia voluntaria a sus designios, sólo tienen un objetivo: el poder y todo el poder. Y para eso han querido y quieren convertir al PSOE en un escolta secundario de sus afanes y de sus estrategias. Los radical-populistas de hoy son los mismos de los años 30 y de los años 80 del siglo XX, en España al menos. Algunos han leído más libros, pero tienen la misma inspiración. La prueba es que ahí siguen, como grandes y sacros referentes, Julio Anguita y Manuel Monereo, diseñadores históricos e irredentos del sorpasso español del Siglo XX.

Y digo yo: lo verdaderamente preocupante es que, hace unos meses, el PSOE estuvo a punto de caer en la trampa saducea del izquierdismo, de la simplificación histórica y del coyunturalismo estrecho del afán de poder. Lo grave es, además, que quienes conocen la historia -y la han analizado antes- se adapten ahora a un nuevo discurso. Lo peor es que, como gran alternativa de futuro, se opte, desde ya, por una inconcreta "Alianza de Progreso".

Este fin de semana pasado, en Madrid, creo que el PSOE ha retomado el camino de su emancipación del izquierdismo difuso y de su reafirmación como sujeto histórico del progreso social en España. Y no me refiero sólo a Susana Díaz como dirigente de futuro. Me refiero también a una gran masa crítica de socialistas de toda España que, como dijo Toni Balmón, alcalde de Cornellá, están dispuestos a "hacer que la política sea un lugar común, verídico y combativo, y no un refugio de la frivolidad y la soberbia grosera".

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