El síndrome de Castilleja

calle rioja

A propósito del sueco ganador de la Palma de Oro de Cannes. El Aljarafe se va al Rocío y la ciudad aprovecha el puente de San Fernando para ir a Ikea, multinacional sueca

La tienda que la multinacional Ikea tiene en el Aljarafe de Sevilla.
La tienda que la multinacional Ikea tiene en el Aljarafe de Sevilla. / Belén Vargas
Francisco Correal

30 de mayo 2017 - 02:36

Para celebrar la Palma de Oro del festival de Cannes ayer nos fuimos al Ikea. La lluvia inopinada que sorprendió la mañana se notó en el mercado -según Rafael, el carnicero- en que aumentó considerablemente la demanda de puchero. Ikea es de ciencias, aunque saliera en la trilogía de Stieg Larsson. "Mide bien antes de comprar tu sofá", se lee en uno de los primeros rótulos antes de iniciar el circuito.

Clases de sueco por un módico precio. Felpudo es Trampa en el idioma de Ibsen. Trampa en algunos políticos sectarios será Felpudo. Los empleados de Ikea van vestidos de jugadores del Villarreal. "Hola, Carmen, soy Vicente, de Salones". Un porcentaje muy elevado de la clientela de Ikea son parejas. Algunas dominan el medio, otras no tienen más remedio. Como está en el término municipal de Castilleja de la Cuesta, mucha gente de la capital utilizará hoy la festividad de San Fernando para resolver alguna chapuza doméstica.

De la Palma de Oro de Cannes a una comedia sueca a un desayuno con fondo de Estocolmo

Clases de Francés en la Academia Sueca del mueble y la decoración, que suena a Nobel a Albert Camus: "La chaise longue se puede poner al lado derecho o al izquierdo", dice la empleada. Tres conceptos del mobiliario en una sola frase, digna de ser estudiada en las facultades de Filología: "Sillas acolchadas para grandes sobremesas". La silla, la colcha, la mesa. Un diccionario es el mejor catálogo.

Versátil y Romántico. Epítetos juveniles, vanguardistas, para la generación Ikea. La multinacional que vino del país que ganó Eurovisión con Waterloo, el gran éxito del grupo Abba, anuncia las creaciones de diseño de firmas nórdicas, sobre todo suecos y daneses, algún alemán, pero la música que suena es española: Macaco, Nena Daconte, Pablo Alborán.

En el restaurante, que parece la zona vip de un aeropuerto, se ofrece gastronomía sueca "a tu alcance". Noche cerrada y luminosa en la fotografía de Estocolmo. "Una ciudad conformada por el agua", dice en pleno síndrome de Castilleja. Empieza a irse el Aljarafe para el Rocío y la Sevilla fernandina llega a Ikea. "¡Viva la Imperfección!", leo al azar en el catálogo de la temporada.

Espacios para el descanso, lugares para el trabajo. Las dos caras de una misma moneda. El descanso no deja de dar trabajo. El ocio es saludable. Grill Party, barbacoa mestiza. Fantastik quiere decir servilletas de papel. Los 25 años de la Expo han dejado ese guarismo como insignia numérica: 25 años de garantía para los muebles de cocina; pisos de 25 metros cuadrados donde cabe hast el televisor y la bicicleta de montaña.

Nórdicos del sur, una comedia sueca triunfa en Cannes con un jurado presidido por Pedro Almodóvar. El país donde Pelé disputó su primer Mundial en 1958, el que organizó en 1992 la única Eurocopa a la que no ha ido España en los últimos cuarenta años y que ganó Dinamarca, que se aplicó el cuento de que para rendir en el trabajo hay que aprobar las asignaturas del descanso. El circuito de Ikea es como un paseo por la sociología del detalle y la jardinera, el reloj de pared y el último grito de la vitrocerámica. Uno no sabe si en la Academia Sueca sus miembros ocupan sillones como en la Española, porque no hay otro idioma donde la palabra cojín tenga tantos sinónimos.

Regreso a la capital por la rotonda de Colina Blanca. El cielo se ha despejado. Pasó la tormenta de primavera y los paraguas volvieron al paragüero. Si lo ha olvidado, en Ikea los hay para todos los gustos. El norte es de paraguas y el sur de sombrillas.

stats