champions league | Sevilla - Manchester united

El resultado que todos firmaban (0-0)

  • El Sevilla no es capaz de coronar con un gol el excelente partido de fútbol, de fútbol de verdad, que desarrolló ante el United

  • Muriel tuvo la mejor ocasión ante De Gea y todo se decidirá en la visita a Old Trafford

El fútbol tiene su lógica muchas veces, no todas, pero en ocasiones sí responde a los parámetros previstos. No existe ninguna encuesta con resultados fiables empíricamente, pero la mayor parte de los sevillistas firmaba un empate a cero antes de comenzar este duelo contra el gigante Manchester United para mantener viva la eliminatoria hasta Old Trafford. Pues cero a cero al canto y la demostración de que Vincenzo Montella y los suyos también estaban de acuerdo con semejante planteamiento de la eliminatoria.

¿Quiere esto decir que el Sevilla salió al césped del Ramón Sánchez-Pizjuán ante el montón de millones de euros que tenía enfrente conformista? En absoluto, quien abogue por ese punto de vista está completamente equivocado a tenor de lo acontecido durante los 93 minutos que dio el francés Clement Turpin para que ambas escuadras hubieran conseguido algún gol. El cuadro nervionense sí planteó el juego con mucha cabeza, con la premisa primordial de no verse sorprendido jamás por esas contras que tanto le gustan a Mourinho para sus equipos. Y lo consiguió, rara vez se pudo ver al United salir con ventaja en una contra. Así que ese punto estuvo resuelto de principio a fin pese a la evidente ventaja física de los visitantes, con varios futbolistas por encima del 1,90.

La segunda cuestión era acertar en las escasas ocasiones que seguramente otorgaría un United que también es tan reservón como todos los equipos que adiestra el reputado entrenador portugués. Los ingleses jamás se proyectan con más unidades de la cuenta en el ataque y, por ejemplo, para ellos un lateral siempre es un defensa y jamás un colaborador en el ataque. Aunque Valencia es un futbolista teóricamente ofensivo y Ashley Young era delantero en sus tiempos mozos muy pocas veces se desdoblaron por sus costados. Esto quiere decir que el Sevilla tenía que trabajarse mucho las jugadas para tratar de darle un susto a De Gea.

Pero precisamente ahí sí demostró el cuadro de Montella que está en plena línea ascendente en lo referente al fútbol que practican los suyos. Con el once titular que ya se puede recitar prácticamente de memoria sin ningún margen de error, los sevillistas supieron plantear un pulso basado en el buen fútbol que mantuvieron en lo más alto durante todo el litigio. Y nada de sobar el balón sin sentido, siempre buscando la velocidad, avanzar metros, crearles problemas a las zonas más retrasadas del United, de llegar hasta De Gea en 30 segundos mejor que un minuto y en 15 segundos mejor que en 30 para aprovechar el factor sorpresa.

Esto no es fácil para ningún equipo, exige muchísima calidad en los pases y tener una compenetración y seguridad en el compañero altísima. Pues a los mandos de un Banega que guía todas las operaciones con maestría y de un Franco Vázquez que es capaz de recibir de espaldas para desordenar a cualquier rival desde esa posición de segundo delantero, el Sevilla se mostró como una escuadra fiable en todo momento, tremendamente compensada en todas sus líneas y con la capacidad de diseccionar muy bien todas las situaciones para llevar la pelota a la zona en la que más podía herir al adversario.

Sobre todo en el primer periodo, en el que fue ganándole metro a metro al United para acabar metiéndole el miedo en el cuerpo. El único pero para el Sevilla estuvo, una vez más, en la escasa mala leche en los remates, que no en el fútbol, de Correa cuando fue el argentino el que lo intentó. Ese costado era el más desprotegido de los ingleses, ya que Valencia ha aceptado su adaptación forzada al lateral, pero carece del menor espíritu defensivo. Alguien debería explicarle a Correa, y tal vez Montella o su compañero Ben Yedder serían los mejores maestros, que la puntera es un excepcional recurso cuando se perfila de fuera a adentro y la pelota ya la tiene franca para golpearla.

Esas llegadas, sobre todo en los minutos 28 y 42, fueron los primeros avisos, pero es verdad que cuando más cerca estuvo el Sevilla de ponerse con ventaja, de obtener el premio que merecía su fútbol, fue en sendos remates con la testa de N’Zonzi y Muriel ya al filo del intermedio. Ambos se saldaron con grandes intervenciones de De Gea, aunque en el caso del segundo del colombiano debió haber acabado de todas todas en la red de haber tenido algo más mordiente en su remates. Haber dirigido la pelota a uno de los costados de la portería hubiera garantizado el 1-0.

No fue así, sin embargo, y todo quedó pendiente de cómo llevara cada uno el esfuerzo físico que estaba exigiendo el rival en el segundo periodo. Fue el Sevilla el que partió con más intención, pero, una vez más, le faltó esa calidad en el remate que tal vez sea el principal déficit de este equipo que tan bien domina el fútbol en el centro del campo. Una rosca del Mudo Vázquez, un tiro fuera del área de Muriel, un cabezazo flojito de Lenglet, un mal disparo de Correa tras una excelente jugada del argentino, un testarazo de Sarabia en el área pequeña, un último caracoleo sin remate de Sandro... Todo eso es lo que se contabiliza en el folio del cronista, pero le faltó un punto de maldad, de calidad o como se quiera denominar.

El Sevilla no sólo había disfrutado de la fiesta de medirse a un coloso como el Manchester United, había sido capaz de demostrar que ya puede pelear casi en igualdad de condiciones con la aristocracia del fútbol europeo. Y eso ya es un motivo para que los suyos, ésos que seguramente habrían firmado el empate a cero que se produjo antes de comenzar, se fuera del Ramón Sánchez-Pizjuán con la cabeza erguida. Todo se dilucidará en Old Trafford y a aquello lo llaman el Teatro de los Sueños. Viendo el fútbol de este Sevilla, no sería una cuestión onírica, pero queda tan bonito pensarlo...

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