COAG inicia una revolución en la cadena de valor de la leche
Llega a España la iniciativa social '¿Quién es el jefe?'
Cada mes, 70 ganaderos lácteos se ven obligados a echar el cierre por falta de rentabilidad. En 2012 había cerca de 20.000 ganaderos de leche en el Estado español. Según datos oficiales, en febrero de 2019 apenas quedan 13.400, un 30% menos.
España está en el furgón de cola de la UE en cuanto al precio percibido por litro de leche por los ganaderos. Somos el 8ª país de la UE-28 con un precio más bajo al ganadero, 0,32 euros por litro, mientras que la media UE se sitúa por encima de los 0,35 euros por litro.
El coste de producción medio de un litro de leche en nuestro país está entre 0,32-0,35 euros por litro. En la mayoría de los casos, el ganadero se levanta cada mañana para ordeñar pérdidas. Si seguimos con la tendencia actual, en 2030 las pequeñas y medianas explotaciones familiares de leche habrán desaparecido en nuestro país. Está en juego un tejido productivo de incalculable valor para grandes áreas rurales de nuestro territorio, para esa #EspañaVaciada.
En este contexto, ha aterrizado en España la iniciativa social “Quién Es el Jefe”, la denominada “marca de los consumidores”, que en Francia ya compran 8 millones de consumidores y ha servido para revolucionar la cadena de valor de los productos alimentarios.
Por primera vez en nuestro país, los consumidores podrán votar qué tipo de leche quieren consumir, a qué precio y en qué medida se remunera el trabajo de los productores.
COAG colaborará en el desarrollo de este proyecto facilitando a los productores formar parte de la misma. Los 500 ganaderos que producen leche para esta iniciativa en Francia reciben un precio justo y estable (0,39 euros por litro), un 30% por encima de la media en España (0,32 euros por litro).
¿Por qué apoyamos el desarrollo de esta iniciativa en España?
Por consistencia. Porque encaja perfectamente con el trabajo de denuncia y reivindicación desarrollado por COAG durante la última década para conseguir cadenas de valor sostenibles del campo a la mesa. En COAG lleva años trabajando para mostrar la realidad del reparto de valor en la cadena. Ya en el año 2007 se comenzó a colaborar con distintas asociaciones de consumidores para explicar el concepto de márgenes comerciales al consumidor y exponer quiénes ganan y quiénes pierden en la cadena.
En 2008 comenzó a publicarse el IPOD (Índice de Precios Origen y Destino) que se elabora mes a mes para denunciar y explicar los importantes márgenes que se producen entre origen y destino. COAG también ha promovido actuaciones para afrontar esta problemática como, por ejemplo, el fomento de relaciones directas y canales cortos entre productores y consumidores, a través de mercados de productores o mediante la plataforma ARCo.
La iniciativa “La marca de los consumidores” encaja perfectamente en esta línea de trabajo, no sólo por su aspecto de denuncia y concienciación, sino porque se da un paso adicional en cuanto a la acción sobre la situación de desigualdad en la cadena.
Reconocimiento mutuo
Por transparencia y cercanía. Porque acorta la distancia entre el que produce los alimentos y el que los consume, estableciendo un diálogo transparente basado en la confianza y el reconocimiento mutuo.
La constitución del precio a lo largo de la cadena puede no reflejar el valor real de los productos. Esta situación se produce frecuentemente en determinados artículos, como puede ser la leche, que nos trae hoy aquí, o el aceite de oliva. Estos productos son utilizados como reclamo por la distribución comercial para atraer al consumidor a sus centros. Estas cadenas de no valor destruyen el esfuerzo de los distintos eslabones, en especial de los productores. Esto tiene consecuencias a medio y largo plazo para el consumidor, porque provoca la desaparición de la propia cadena y la dependencia de las importaciones. Por ello, es necesario conocer los costes y el valor que cada eslabón aporta a la cadena y así remunerar convenientemente los productos.
Por una remuneración justa
Por la creación de valor. Porque aboga por una remuneración justa y estable para los productores que permita a los hombres y mujeres del campo vivir dignamente de su trabajo. Desde el punto de vista de los productores, el primer eslabón de la cadena, es insostenible mantener precios por debajo de los costes de producción de manera recurrente. Así no hacemos una cadena de valor sostenible en la que ganamos todos. El productor no puede defender sus costes de producción y vende por debajo en muchas ocasiones. De ahí en adelante, generalmente, todos los eslabones cubren costes e incluso obtienen beneficios. Son necesarias cadenas de valor sostenibles en las que todos ganen. No hablo de que el consumidor pague más sin más, sino de que todos vivamos de nuestro trabajo, no más, y el consumidor sepa por lo que paga. Es una de las cuestiones atractivas de esta iniciativa: la relación entre el precio final y la remuneración justa de los eslabones por su trabajo y por el valor que aportan.
En definitiva, porque posibilita una relación más directa con el consumidor para que sea más consciente del esfuerzo que hay detrás de aquello que cada día se lleva a la boca. Su elección determina el futuro del propio sector. Nosotros, como agricultores y ganaderos, buscamos ese tipo de consumidor. La realidad tiene que cambiar y con este proyecto se pueden posibilitar cambios replicables al resto de producciones agrarias.
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