Socialistas andaluces censuran el acuerdo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias

Política

Rodríguez de la Borbolla, Del Valle y Ojeda suscriben la 'Carta a los españoles' que cuestiona el acuerdo entre el PSOE y Podemos y aboga por un entendimiento de los socialistas con el PP y Cs

José Rodríguez de la Borbolla, ex presidente de la Junta de Andalucía
José Rodríguez de la Borbolla, ex presidente de la Junta de Andalucía / Belén Vargas
C. N. A.

26 de noviembre 2019 - 17:53

Sevilla/Varios destacados e históricos miembros del PSOE andaluz han firmado un manifiesto público que alerta del "momento grave" que vive España y del perjuicio que puede provocar un Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos que "sólo represente a una mitad del país". Los firmante abogan por un acuerdo entre los partidos "centrales" que genere el "sosiego" que necesita España, fortalezca el espíritu de la Constitución de 1978 y excluya a populistas y nacionalistas. Tildan de "error político" el acuerdo exprés al que han llegado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias menos de dos días después de la celebración de las últimas elecciones generales.

Sin citar expresamente a las formaciones, el manifiesto defiende un acuerdo entre el PP, PSOE y Ciudadanos. Entre los socialistas firmante se encuentra el ex presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla; el ex alcalde de Sevilla, Manuel del Valle y el ex presidente del Parlamento, el notario Antonio Ojeda. Los firmantes realizan una aseveración rotunda sobre el acuerdo entre Sánchez e Iglesias: "Sería un gravísimo error político y una irresponsabilidad que pondría en riesgo nuestras libertades y la convivencia ciudadana".

El ex alcalde de Sevila, Manuel del Valle
El ex alcalde de Sevila, Manuel del Valle / José Ángel García

Entre otros firmantes figuran el ex presidente de la Comunidad de Madrid Joaquín Leguina; el exministro de Cultura, César Antonio Molina; ex alcaldes como el de La Coruña, Francisco Vázquez; el ex eurodiputado, Alejandro Cercas; el catedrático y ex diputado nacional, Ramón Vargas Machuca o José María Múgica, hijo de Fernando Múgica, asesinado por ETA.

También firman Manuel Valls y miembros de UPyD como Francisco Sosa Wagner, Fernando Savater o Gorka Maneiro; hay intelectuales, profesores, catedráticos y escritores como Félix Ovejero, Andrés Trapiello, Joaquín Pérez Azaústre o Mikel Azurmendi; empresarios como José Luis Leal o Juan Claudio de Ramón; periodistas, abogados, profesores, diseñadores, concejales, ingenieros o el director de orquesta Enrique García Asensio.

Carta a los españoles

España se encuentra en un momento grave. La gestión del resultado de las elecciones generales del 10

de noviembre muestra una sociedad a la que se divide y tensiona por razones estrictamente partidistas

más que por motivos políticos de calado.

Al rechazo que genera el proceder de nuestros dirigentes, se añade el cuadro de una representación

parlamentaria más fragmentada donde prosperan los extremismos. Sepamos que caben otras opciones

distintas de las que nos ofrecen y tengamos en cuenta que según cómo se despejen las incógnitas de la

actual ecuación política, arriesgaríamos cuanto hemos logrado durante las últimas décadas que bien

merece ser defendido. Con errores y aciertos, vivimos el periodo de progreso social y económico más

brillante de nuestra reciente historia y con la Constitución, nuestra casa común, recuperamos las

libertades y alcanzamos a la máxima dignidad, porque la ley nos hace a todos libres e iguales.

Además, procedimos a una redistribución territorial del poder político sin parangón en nuestra historia

ni en los países de nuestro entorno. Obtuvimos por derecho y mérito propios un lugar relevante en la

Unión Europa y una influencia considerable en la comunidad internacional. Si alguien pensara que estos

consensos, frívolamente despreciados por algunos, pueden romperse unilateralmente se equivocaría.

Porque constituyen una historia de éxito que merece ser defendida, más aún cuando nadie plantea

alternativa mejor.

A los retos que tenemos como sociedad (desigualdad, precariedad laboral, disminución de la

productividad del tejido empresarial, educación, transición ecológica, natalidad) se suman acuciantes

problemas que nos interpelan como comunidad: polarización política y disgregación territorial.

Polarización exacerbada por la pasión sectaria que antagoniza a las expresiones políticas de izquierda y

derecha. Disgregación, por cuanto ante la desunión por motivos de un partidismo cerril, afecto solo a las

siglas, los nacionalistas ven la oportunidad de fraccionar el territorio común, primero de los bienes que

comparte la ciudadanía. Y es la quiebra de los consensos sobre cuestiones de Estado entre los partidos

políticos nacionales la que otorga ilusión y esperanza a los nacionalistas periféricos, otorgando

credibilidad a lo que es imposible.

Por eso, en estos momentos un gobierno que represente solo a una mitad del país no estará en

condiciones de realizar las reformas imprescindibles para encarar el futuro ni conseguirá que cicatricen

las heridas recientes. No lo estará un gobierno formado exclusivamente por el PSOE y Podemos. La

situación empeora si consideramos que el gobierno que se prefigura habrá de contar, para cada paso,

con la aprobación de fuerzas independentistas que no disimulan el objetivo de destruir nuestro devenir

democrático común amparado en la Constitución. Además, resulta inviable la defensa del Estado del

Bienestar a base de acuerdos con quienes pretenden destruir el Estado. Así que en estas circunstancias

ningún gobierno de España puede quedar bajo su dependencia. Sería un gravísimo error político y una

irresponsabilidad que pondría en riesgo nuestras libertades y la convivencia ciudadana.

Creemos que el momento exige abrir una fase de colaboración constitucionalista y transversal, que sitúe

la política española en posiciones moderadas, alejadas de los extremismos sectarios. Tras años de

tremendismo verbal, de exageraciones partidistas, debemos propugnar el sosiego. Las formas para

conseguir la concordia necesaria y que la democracia funcione correctamente pueden variar: coalición

de gobierno o pacto parlamentario. Lo importante es que sirvan para fortalecer los consensos básicos

iniciados en la Constitución de 1978. Nos gustaría que el acuerdo al que se llegara para formar gobierno excluyera a partidos populistas y nacionalistas, y, en cambio, se apoye en aquellas formaciones políticas que ocupan el amplio centro del tablero político que, en definitiva, es el agrupa a una sobrada mayoría absoluta de votos y escaños. Sólo este acuerdo entre partidos centrales va a permitir el desarrollo durante cuatro años de una acción de gobierno, sólida y coherente, que contribuya a la concordia entre españoles evitando que el surco entre nosotros se agrande.

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