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Andalucía

Dos madres 'constituyentes'

Mercedes Moll de Miguel cree que sus hijos tienen igual o más mérito que ella. Son cuatro y el mayor tenía 5 años cuando su padre falleció y su madre, embarazada, tuvo que ponerse a trabajar para poder mantener a su familia. "En aquella época estaba muy mal visto que la mujer trabajara, pero yo no tuve otro remedio, me quedé sola y luche hasta conseguir la concesión de una expendeduría de tabacos y timbres", comenta esta granadina de adopción, que ha dedicado 32 años de su vida a dignificar el trabajo de las mujeres. Hoy tiene 68, es un referente en el mundo empresarial y, en parte, la responsable de que el 24% del empresariado español sea femenino.

Con 36 años y cuatro niños se convirtió en diputada de las Cortes que aprobaron la Constitución de 1978, después de muchos sacrificios y malos tragos que también sufrieron sus hijos. "Durante la campaña de las elecciones del 77 recibimos amenazas, tuvimos que cambiar de teléfono e irnos a dormir a otra casa...", recuerda. Sus niños no eran conscientes de lo que ocurría. Ella tampoco lo era de lo que suponía saltar a la política. Su marido era cirujano del Hospital Militar de Sevilla y Mercedes, que tenía los estudios de Magisterio y Enfermería, le ayudaba en el quirófano . Tras enviudar, había regentado una boutique del tabaco y había liderado el movimiento de mujeres empresarias y de viudas y colaboraba con Unicef y Cruz Roja. Fue Federico Mayor Zaragoza quien le pidió que se integrara como número 3 en las listas de UCD "porque no había mujeres en los partidos políticos". Durante las últimas tres décadas ha creado siete asociaciones, se ha integrado en el movimiento empresarial con igualdad, es abuela de 12 nietos y asegura que no querría ser otra persona.

La maternidad, más que un freno, fue para ella el motor de su lucha. En mi carrera mi único objetivo ha sido "mantener a mi familia y ayudar a los demás porque así me ayudo también yo misma".

La política necesita muchas madres. Al menos, eso es lo que opina María Izquierdo Rojo, otra de las cuatro diputadas constituyentes andaluzas junto con la centrista Soledad Becerril y la socialista Ana María Ruiz Tagle, para quien la maternidad tampoco supuso un obstáculo. Su hijo, Fabián Pedregosa, estuvo yendo y viniendo durante cuatro meses en un capacho y lactando entre reunión y reunión en una época de gran efervescencia de la democracia: el traspaso de las competencias a las autonomías. "En 1984 yo era secretaria de Estado y entraba muchos días a las 8 de la mañana y salía a las 12 de la noche", explica esta granadina de adopción que crió a su hijo prácticamente sola, pues no llegó a casarse con el padre de éste y la pareja se rompió pronto. "Pero las mujeres con altos cargos teníamos y ahora también tienen más facilidades, de eso se ocuparon muy bien los varones", comenta. Su trabajo no ha sido un obstáculo en su formación. Durante su época como europarlamentaria, en tres legislaturas, Fabián estudió en Bruselas y aprendió alemán, inglés y francés. "Es muy fácil convertir a un hijo en un machista, pero yo he intentado transmitir la necesidad de convivir en armonía y respeto", comenta esta militante socialista que, tras abandonar la política, da clases en la Universidad de Granada. También trató de inculcarle el amor por la música. Con 7 años tocaba el violín. Con 25 no siente atracción por la política, sí por las Matemáticas y la guitarra eléctrica, que toca en la banda indie Los esclavos. El mérito de ser educado en el respeto a las libertades.

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