Las Atarazanas de Sevilla: despejar el futuro

Interior de las reales atarazanas. / PAULA ÁLVAREZ
Interior de las reales atarazanas. / PAULA ÁLVAREZ

07 de marzo 2013 - 11:11

Juan Ruesga

Arquitecto

El año 2012 nos ha despedido con una mala noticia: la institución financiera Caixabank ha desestimado su compromiso con la Junta de Andalucía para restaurar las Atarazanas Reales de Sevilla e instalar allí una sede de su proyecto cultural CaixaForum. Así que, lamentablemente, comenzamos el año 2013 sin que las Atarazanas, uno de los edificios civiles medievales más importantes de España, tenga un futuro despejado y un plan de actuaciones concreto.

Con esta decisión se cierra un proceso de cuatro años desde que la propia Caixa anunció en diciembre de 2008 que había solicitado a la Junta de Andalucía la cesión de los antiguos astilleros construidos en el siglo XIII, para los usos culturales mencionados. En buena lógica se podía pensar que era un asunto bien encauzado. Aunque hay que reseñar que en los últimos tiempos algunas opiniones discrepaban del proyecto arquitectónico o de los contenidos culturales. Pero la verdad es que nadie protestó en los inicios del año 2009. La propuesta de la Caixa en ese momento era una solución para el edificio y en mi opinión, ya conocido el proyecto arquitectónico concreto, una buena solución. Así lo debió pensar en su momento la Junta de Andalucía cuando suscribió un generoso acuerdo ampliando hasta setenta y cinco años la cesión. Los hechos eran muy elocuentes. Desde que las Atarazanas pasaron a ser un bien de la Junta en 1998 por compra al Ministerio de Defensa, se habían intentado diversos proyectos de uso, algunos de ellos vinculados al mundo del arte contemporáneo, pero sin éxito, debido a las fuertes inversiones necesarias. Aún así la Consejería de Cultura dedicó seis millones de euros a diversas intervenciones. Pero la realidad es que a finales de 2008, el monumento estaba prácticamente cerrado, salvo actuaciones puntuales. No es de extrañar por lo tanto, que el compromiso por parte de la institución financiera de invertir más de veinte millones de euros en su restauración y uso, fuera bien acogido por la Junta de Andalucía y en general por la ciudad.

Lamentablemente en estos últimos cuatro años de profunda crisis económica en España, muchos proyectos e inversiones en equipamientos y proyectos culturales se han abandonado o han visto reducidos drásticamente sus presupuestos. ¿Justifican las dificultades del sector financiero y en concreto de Caixabank, que se haya abandonado el proyecto CaixaForum en las Atarazanas Reales de Sevilla? No lo sé. Desde luego las formas con las que se ha producido el hecho no han sido muy consideradas con los sevillanos, que de la noche a la mañana hemos tenido que asumir que ya no se restauran las Atarazanas a corto plazo. Se puede argumentar que los sevillanos hemos tenido una actitud muy pasiva en todo este tiempo. De ser así, habría que tener en cuenta que las Atarazanas estuvieron cerradas al conocimiento del público por su uso militar desde el siglo XVIII hasta finales del siglo pasado. Y en los últimos tiempos, de propiedad autonómica, han sido contadas las ocasiones que se han podido visitar, casi siempre vinculadas a actividades de entrada restringida.

Y ahora, ¿cuál es el futuro de las Atarazanas? No se puede negar que se ha producido un efecto bumerán. Con independencia de que la Junta resuelva el contencioso legal aparejado a la resolución del compromiso de Caixabank, lo cierto es que estamos de nuevo en el punto de partida. La Junta de Andalucía como institución propietaria del edificio es la primera y principal responsable de su conservación, mantenimiento y custodia de manera que se garantice la salvaguarda de sus valores. Y además, en este caso concurren en la misma institución la condición de propietario responsable y entidad pública competente y garante del cumplimiento del deber de conservación. Por lo tanto, en mi opinión está claro quién tiene que tomar la iniciativa: la Junta de Andalucía.

No corren buenos tiempos para grandes iniciativas y proyectos, pero eso no es excusa para el cumplimiento de las leyes. Quizás sea el momento adecuado para estudiar a fondo el monumento y realizar las tareas de conservación y mantenimiento urgentes, sin caer en la tentación de la búsqueda urgente de usos o iniciativas felices, sin duda bienintencionadas, pero sin carga científica que las respalde ni propuesta económica que las sustente. La Consejería de Cultura cuenta con los técnicos y expertos en su propia plantilla para esas tareas. Y el organismo más competente en la materia, acreditado internacionalmente: el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Creo que la administración autonómica debe asumir sin tardanza las tareas que corresponden a su responsabilidad con las Reales Atarazanas de Sevilla. Custodia, mantenimiento, conservación, estudio y divulgación del bien monumental e histórico. El mejor y más amplio conocimiento del mayor número de sevillanos y andaluces del grandioso edificio será una de las mejores herramientas para su protección, ahora y en el futuro.

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