Miradas de artistas

'A la manera de... (III) | Crítica de arte

La galería Rafael Ortiz ofrece durante este verano la tercera entrega de su proyecto expositivo en el que artistas actuales muestran sus ideas sobre uno o varios autores

Alfredo Alcaín a la manera de Giorgio Morandi: 'Bodegón (Morandi IV)', 1990.
Alfredo Alcaín a la manera de Giorgio Morandi: 'Bodegón (Morandi IV)', 1990.
Juan Bosco Díaz-Urmeneta

07 de julio 2020 - 06:01

La ficha

'A la manera de... (III)'. Galería Rafael Ortiz. Mármoles, 12. Sevilla. Hasta el 4 de octubre

Es una invitación a diversos autores a exponer una obra que comente, interprete o reflexione sobre la obra de otro. He dicho exponer porque creía que si muchos artistas tienen obras hechas en esta onda, solían reservarlas para ellos mismos, como quien escribe un diario. Pero la concurrencia de autores a esta exposición y a las dos anteriores, del mismo tenor, organizadas también por la galería Rafael Ortiz, indican lo contrario: los artistas quieren mostrar sus ideas sobre otros autores o qué significa para ellos un autor determinado.

A la buena acogida de los artistas ¿acompaña la del público? El espectador, en primera instancia, se comporta como un lector de aforismos: intenta rastrear qué relación tiende la obra entre esos dos autores (y entre sus épocas, culturas y sensibilidades). Más tarde, instigado por la sensualidad y la poética de la pieza, o intrigado por cuanto puede contener, quizá pase a rastrear en la obra del artista comentado y en la del autor del comentario claves que por el momento se le escapan. Desde los dos puntos de vista son fértiles estas exposiciones: en el primer caso, porque estimulan, aquella imaginación que no se contenta con la mera asociación y busca y descubre, entre ambos autores, vínculos insospechados. El segundo camino, por su parte, potencia y promueve el conocimiento, y así enriquece la percepción del arte.

Hay en la exposición obras que sobre todo señalan la cercanía del artista que comenta con el comentado, sin que se llegue por ello a una identidad entre ellos. Así, José María Bermejo se acerca a los espacios de Brice Marsden pero desde una construcción más fija, más estable. Algo parecido ocurre en la sugerente glosa que hace Cristina Lama de Leonora Carrington o en la que firma Santiago Ydáñez sobre Chistian Schad. Creo advertir, sin embargo, una sutil diferencia en el trabajo de Cristóbal Quintero sobre Elizabeth Peyton: una ironía que, más que a los personajes dibujados por Peyton, afecta a la cultura que los respalda. Parecido resabio en la pieza de Alonso Gil sobre Fontana: el artista extremeño rompe (perfora), como el italo-argentino, el lienzo, pero con las perforaciones forma figuras ilusionistas que rechazaría Fontana.

La ironía es aún más clara en la obra de José Manuel Ballester. Ballester, en sus fotografías, ha reconstruido, vaciándolos de figuras los espacios de Las Meninas o La balsa de la Medusa. No debe extrañar que ahora suprima el tiburón tigre con que Damien Hirst provocó a medio mundo en 1991 y deje sólo la imagen vacía de aquel acuario-tumba de formaldehido.

'La siesta', 2020, de Antoni Socías.
'La siesta', 2020, de Antoni Socías.

En otras obras los autores señalan las condiciones en las que se generaron ciertas obras. Así, la cuidada escultura de Alcaín parece sugerir no ya la peculiar construcción poética de Morandi sino la sencillez y casi vulgaridad de los objetos que motivaron la obra del boloñés. Hay aquí una voluntad de ir un poco más lejos de la obra comentada: así, el vídeo de Eugenio Ampudia que traslada la protesta de Beuys por el trato que los Estados Unidos daban a las minorías étnicas americanas, al modo en que hoy ese mismo país emplea la tecnología, el dron, con fines destructivos. En parecido sentido, la fotografía de Luis Jurado, que transfere a España la mirada de Robert Franck en su decisivo libro The Americans, o la pieza de Norberto Gil sobre el británico Patrick Caulfield.

Hay finalmente piezas que parecen surgidas al calor del acercamiento a ciertos artistas. Así, Mar García Ranedo estudia la Alameda de Hércules como Martha Rosler indagó el Bowery neoyorquino o Pepe Barragán se aparta de su acostumbrado orden geométrico para explorar el desorden gestual de Jackson Pollock. Influye a veces el oscuro atractivo o aun la fascinación que ejercen autores como Barnett Newman: si Manuel Salinas trabaja en su estela, Javier Andrada entra en el mundo del pintor neoyorquino con una cuidada fotografía que quizá busque la paradoja de los espacios de Newman, abiertos pero impenetrables. Con distinta intención, la lectura de Morandi que hace Pablo Sycet y la que de Magritte hacen Roberto Mesa y Antonio Rojas. Estos autores parten de su propio mundo y desde él exploran el del autor a comentar. Esto es muy claro en Roberto Mesa, con una pieza con ecos del Tàpies surrealista, y en Antonio Rojas que incluye las fantasías del pintor belga en formas geométricas que vibran en espacios abiertos con aires del Estrecho.

En 'La siesta' Socías realiza un comentario a su propia obra cuando se centró en la pintura

Quizá resuma la exposición la obra titulada La siesta de Antoni Socías. Es un comentario a su propia obra, cuando estaba centrada en la pintura. Hay en la pieza, pues, autobiografía, memoria y gotas de sorna, pero apunta algo más. Los artistas, decía Duchamp, suelen hacer una y otra vez el mismo cuadro. Quizá también actúen así al comentar las obras de otro: un incesante retorno de la propia poética.

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