Manuel Valencia ante su concierto en La Bienal de Sevilla: “Siento que soy tres guitarristas en uno”
Bienal de Flamenco
El músico jerezano acude este domingo al Espacio Turina con ‘Las 3 Orillas’, donde expone su faceta como solista surgido del acompañamiento al cante y el baile
Manuel Valencia (Jerez de la Frontera, 1984) desdobla su sensibilidad en labores de acompañamiento para nombres tan importantes como los de Farruquito o Aurora Vargas, y aún le queda tiempo para fraguar una de las guitarras solistas más expresivas del toque actual, en la que prima el sonido de su Jerez natal. Este domingo se presenta en el Espacio Turina.
-¿A qué hace referencia el título de Las 3 orillas?
-Es una trilogía audiovisual que hace referencia a las tres facetas del toque: el conceptismo, el acompañamiento al cante y al baile. Hemos grabado una soleá solista, una bulería dedicada a mi padre con David Carpio, y un zapateado junto a Manuel Liñán. Hemos tenido la valentía de que el sonido fuera directo, lo que hoy en día es realmente extraño, pero quería mostrarme tal cual, con lo bueno y lo malo.
-¿Por qué ha decidido grabar en vídeo y no un álbum convencional?
-Porque sinceramente no sabemos por dónde van los tiros ahora mismo. Un disco no tiene la repercusión que tenía antes, se olvida muy rápido todo. Quizás llegando con otro formato calaba más.
-¿Cómo estructurará el recital de la Bienal?
-Además de los temas mencionados incluiré varios temas de mi primer trabajo, Entre mis manos; además ahondaremos un poco en cada una de las facetas de acompañamiento al baile y el cante, con colaboraciones importantes como el baile de Antonio Molina ‘El Choro’.
-¿Cómo muda de piel entre las tres facetas de su profesión?
-Eso me pregunto yo mismo. Son oficios completamente distintos. Soy tres guitarristas diferentes que me pongo un traje u otro según lo que me toque representar. Las 3 orillas va sobre eso precisamente, de la necesidad artística de cambiar de registro de un día para otro.
-¿Qué diferencias encuentra en su toque con respecto a su primer disco?
-Muchísima. A medida que vas entrando en contacto con otros músicos tu forma de tocar cambia inevitablemente, aunque hay elementos que siempre se conservan. Pero no sólo eso, también la forma de ver la música en general. Y eso es un proceso diario, no acaba, tanto es así que intentas que lo que hagas no se parezca a lo anterior.
-¿Y en lo emocional, a qué le toca ahora?
-La música es igual que la vida: cuando eres joven quieres correr para demostrar. Pero cuando cumples una edad lo que quieres es expresarte con libertad. Un mismo sentimiento lo vas expresar ahora de una manera distinta a como la hacías hace diez años.
–Estuvo en el espectáculo dedicado a Jerez en el Muelle Camaronero.
–Me correspondió la dirección musical del espectáculo y lo que pretendimos trasladar al escenario es que Jerez no es solo fiesta. Quería mostrar el repertorio tan amplio de mi pueblo, y poner en valor otros estilos de soleá, seguiriya o granaína.
El trabajo es lo primero que se ve sobre un escenario
-Y en ese sentido, ¿por qué cree que Jerez es sinónimo de fiesta?
-Porque la bulería es la joya de la corona, arrolla. Pero hay que ahondar en nuestro repertorio porque hay cosas muy importantes.
-¿Cuáles son, en su opinión, los elementos claves del toque de Jerez?
-Destaco por encima de todo el ritmo, se ve a la legua cuando un guitarrista es de Jerez por cómo lleva el soniquete. El rasgueo es nuestro santo y seña, ya que históricamente hemos destacado por acompañar muy bien el cante, y sin rasguear es inconcebible hacerlo apropiadamente. Pero cabe recordar que existe una escuela solista en Jerez que ejerció el propio Manuel Morao, que dejó grabaciones tocando con una orquesta incluso. Hoy día hay un ramillete de artistas increíbles, y en la Bienal se va a ver, gracias a la herencia que hemos recibido, que nosotros hemos sabido poner en valor y darle aire fresco.
-Los guitarristas flamencos, a pesar de las nulas condiciones comerciales, siguen creando y grabando. Parece que no vale solo con ser intérprete.
-Nuestro motor es la ilusión de sentirte músico, y la inquietud de decir algo. Necesitas grabar para exponerla. No obstante, aprovecho para reivindicar que esa es una losa que nos hemos impuesto nosotros solos, eso de solo poder tocar nuestra propia música, cuando hay intérpretes que bordan la música de Paco de Lucía, de Vicente Amigo o de Manolo Sanlúcar. Deberíamos valorar eso porque tiene mucho mérito y olvidarnos de esos comentarios que critican que se interprete una falseta de Parrilla, que entran ganas de responder “¿Te parece poco?” [risas]
-¿Coincide en que la guitarra de concierto está volviendo a ser más amable para el público general, después de años de mucha introspección técnica?
-Personalmente intento que la base de mi toque sea la expresividad, antes que la técnica. Me gusta tener la técnica suficiente para expresar lo que quiero. Yo he adaptado mi forma de componer a mis posibilidades. Cada guitarrista tiene las suyas y esa es la gracia y la riqueza de esto.
-Usted muestra algo de su rutina de trabajo en redes sociales y debo decir que envidio su capacidad para madrugar.
-Hoy a las 7.30 ya había agarrado la guitarra. Date cuenta que tengo cuatro espectáculos en la Bienal [la entrevista se grabó hace unos días], si no madrugo es imposible aprenderlo todo. Eso, más los ensayos con los otros músicos, más los deberes que me ponen Farruquito o Aurora Vargas…
Paco de Lucía es inabarcable. Lo he estudiado, pero me lo pongo sobre todo para disfrutar
-Está usted destrozando el halo bohemio de los flamencos…
-Eso de la bohemia se ve ya en muy raras ocasiones, aquí prima el trabajo. Eso en un escenario es lo primero que se ve.
-Usted atesora influencias muy dispares: de Gerardo Núñez, Parrilla, Morao, Terremoto…¿qué le queda de cada uno de ellos?
-Esa es una fuente de la que beber continuamente. Ellos siempre van a estar dentro de mi forma de tocar, aunque evidentemente yo voy teniendo una personalidad.
-La Bienal estará dedicada a la memoria de Paco de Lucía, ¿qué lugar ocupa en su vida la música del algecireño?
-A Paco me lo pongo sobre todo para disfrutarlo, aunque lo haya estudiado, obviamente. En ese hombre está todo incluido, es una enciclopedia, tanto que es inabarcable, así que mejor ponértelo relajadamente para disfrutar de él como un aficionado más.
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