Hespanha

Ignacio F. Garmendia

13 de diciembre 2016 - 06:00

La ficha

'Os Lusiadas'. Luis de Camôes. Trad. Aquilino Duque. Renacimiento. Sevilla, 2016. 428 páginas. 22 euros.

Rescatada por Renacimiento en un hermoso volumen que no ofrece los versos originales de Camoens, pero dispone con generosidad sus equivalentes en castellano, la traducción de Os Lusiadas (1572) a cargo de Aquilino Duque fue originalmente publicada por Editora Nacional en 1980, con ocasión del IV centenario de la muerte del poeta. Cuenta el traductor que fue Alfonso Grosso quien unos años antes le encargó la versión española, ahora revisada y entonces, en la citada edición bilingüe, acompañada de un prólogo que el curioso lector puede encontrar, junto a otro ensayo referido a la consideración de Camoens y Pessoa -el Pessoa mesiánico de Mensagem- como "poetas del mito", en El cansancio de ser libres (1992). En ese prólogo, que abundaba en las razones que llevaron a Ramiro de Maeztu a definir Os Lusiadas como "la epopeya de la Hispanidad", evocaba Duque la fortuna editorial de la obra entre nosotros desde que fuera traducida por primera vez en 1580 por el fraile portugués Benito Caldera, versión disponible en el tomo de la Biblioteca de Literatura Universal (2007) que reúne la obra completa de quien fuera llamado por el también portugués Faria e Sousa "principe dos poetas de Hespanha".

Porque Hispania, a uno y otro lado del Douro, el Tejo o el Guadiana, antes y después de las décadas en las que ambas naciones formaron un solo Imperio, es el nombre común que le dieron los latinos al solar que comparten los portugueses, los castellanos y el resto de las gentes hermanas que habitan la península. Repletas de referencias clásicas, las octavas reales de Camoens remiten al modelo virgiliano -basta leer el primer verso, "Las armas, los varones señalados"- trasvasado al metro de la épica culta que usaron Boiardo, Ariosto, Tasso o Alonso de Ercilla, el autor de la otra gran epopeya del Quinientos. Su héroe es el navegante Vasco de Gama, pero el protagonista, como revela el plural del título, es todo un pueblo cuya lengua propia, lejos de separarnos, nos une más todavía. Podemos llamarlo Iberia y es lo mismo.

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