Fantástico domingo de mayo bajo el vértigo de una jornada trascendente con goles cayendo como en cascada y no demasiadas cosas aclaradas, con lo que la traca final será estruendosa. Lo de los horarios unificados tiene su cara y su cruz, la cara de cómo se precipitan los acontecimientos y la cruz de perderse esa moderna costumbre de poder ver toda la jornada. Un domingo a la antigua usanza que sólo dictaminó la vuelta del Éibar a su pasado.

Si hasta el rabo todo es toro, el campeón no va a saberse hasta la atardecida de este sábado próximo. Ha imperado la lógica y al Villarreal se le exime del cáliz de jugar a sólo 72 horas del día más importante de su vida, por lo que estaremos ante una sabatina de aúpa. Pero lo del domingo se nos quedará archivado para siempre, pues hay que recordar el sin vivir de la gente colchonera cuando el osasunista Budimir puso a su equipo por delante mientras Nacho marcaba en San Mamés.

Pocos iniciados en cuestiones que tratan el cainismo sevillano apostaban por un triunfo en Villarreal del gran Sevilla, pero lo inesperado fue el carro de goles encajado por Bono. Paralelamente, el Betis sufría para doblegar a un Huesca que estuvo salvado matemáticamente durante un buen rato. Los goles de Borja y del Elche en la Tacita lo devolvieron al brocal del pozo y ahí quedó junto a ilicitanos y pucelanos para, con el cuchillo en la boca, pelear por una sola plaza.

Se va a cerrar esta apasionante Liga con un Sevilla-Alavés en el que ambos aparecen con los deberes debidamente cumplimentados. Para los babazorros fue providencial el relevo de un Abelardo que sólo ganó una vez por Calleja. Recibirá el Sevilla mejor que se recuerda tras un año en el que casi siempre hizo lo que tenía que hacer. Por entonces ya se sabrá quién campeonó, dónde estará el Betis 2021-2022 y no quedará incógnita alguna por despejar.