'Anchoa' Allegri, el director de una orquesta más afinada

Massimiliano Allegri sonríe durante el entrenamiento dela Juventus.
Massimiliano Allegri sonríe durante el entrenamiento dela Juventus. / Alessandro Di Marco / Efe
Alberto Cagliano (Dpa)

30 de mayo 2017 - 19:29

Turín/El inusual apodo de Acciuga, anchoa en italiano, nunca le trajo efectos negativos a la carrera de Massimiliano Allegri. Más bien, todo lo contrario: gracias a su liderazgo, ductilidad y convicción, el italiano comandó a la Juventus a su segunda final en tres años de la Liga de Campeones.

Su físico esbelto y frágil, que le permitía ser un centrocampista escurridizo para sus rivales, le valió el sobrenombre de Anchoa, una invención de Rossano Giampaglia, su entrenador en el Livorno a finales de los noventa.

Casi tres décadas después, aquel futbolista que deambuló sin mayor éxito entre clubes pequeños de primera división y del ascenso italiano se convirtió a los 49 años en uno de los estrategas más respetados de Europa. Tras la derrota ante el Barcelona en la final de 2015, Allegri sabe que está ante una oportunidad diferente. Pese al poderío del Real Madrid, el técnico siente que su equipo llega en mejores condiciones, con mayor rodaje, experiencia y, sobre todo, moldeado bajo su estilo.

En aquel 2015, aquella Juventus todavía tenía la estructura que había montado Antonio Conte, su antecesor. "Vamos con mayor confianza y convicción que hace dos años en Berlín, sabiendo que el Real Madrid es favorito", reconoció el técnico, que no tiene dudas de que su equipo es mejor que hace dos temporadas.

Los números también lo avalan. Tras arribar a Turín a mediados de 2014, su equipo logró tres veces la liga italiana y en tres ocasiones la Copa de Italia. Y si gana el sábado en Cardiff, sumará un inédito triplete para la historia del club.

La campaña europea de los bianconeri tampoco deja lugar a reproches. Arribaron a la final concediendo apenas tres goles, dos en los seis partidos de la fase de grupos y uno entre octavos, cuartos y semifinales.

Además, eliminó por un contundente 3-0 en cuartos al Barcelona, uno de los mayores candidatos al título y que venía eufórico por la hazaña que había consumado ante el PSG.

Claro que llegar a este presente no le fue sencillo. Su trabajo comenzó a hacerse conocido en Sassuolo, donde logró ascender de la serie C en 2008 y le valió para ser considerado por el Cagliari. Con esa vidriera durante dos años llegó al Milan. "Cuando empiezas en clubes pequeños que tienen dificultades para sobrevivir, tienes que hacerte un lugar de alguna manera y eso es importante para tu crecimiento", dice.

Su ductilidad táctica es una de sus mayores virtudes, situación que le permitió revertir momentos adversos, como el escepticismo inicial cuando asumió en la Juve y logró el cuarto título seguido para el club, o cuando superó el pésimo inicio de la campaña 2015-2016.

En esta temporada, la mano la impuso con una modificación clave, cuando corrió a Mandzukic del centro al extremo izquierdo y conformó un tridente letal junto con los argentinos Dybala e Higuaín. El sábado, en Cardiff, con una orquesta que suena cada vez más afinada, espera ganar el último partido para coronar una temporada inmejorable.

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