Porzingis, el 'unicornio' sevillano que luce anillo de la NBA
Baloncesto
El letón, formado desde los 15 años en el club hispalense, se proclamó campeón con los Celtics barriendo a los Mavericks de Doncic
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El Betis felicita a Porzingis, "un bético campeón de la NBA"
Sevilla/Un sevillano de adopción, pero sevillano al fin y al cabo con sus quillo y sus miarma, el gusto por las "tostaítas con mantequilla y jamón" y bético, se proclamó campeón de la NBA. Kristaps Porzingis (2-08-1995), el niño flacucho que llegó a la capital hispalense con 15 años ya luce el anillo de la mejor liga del mundo al conquistar las Finales con los Boston Celtics barriendo a los Mavericks del niño bonito de la prensa capitalina, Luka Doncic, que tendrá que esperar para adorar a su ídolo, porque hoy es el turno de que la prensa sevillana saque pecho con el chaval de Liepaja que se hizo jugador en San Pablo.
Y es que con apenas 15 años en el verano de 2010 hizo la maletas para dejar su país y a su familia y comenzar a forjar su sueño en el baloncesto. El camino hacia el anillo de la NBA comenzaba. Un agente letón de 75 años lo vio en su país, mandó vídeos de sus partidos a España e Italia en junio de ese año y en el Baloncesto Sevilla, Arturo Montequi y Juan Llaneza, vieron algo especial en ese chiquillo que ya medía más de dos metros. Eran otros tiempos en el club andaluz, un referente en la captación de jóvenes promesas. "Difícilmente podría haber elegido mejor", llegó a asegurar el pívot báltico, quien, sin embargo, lo pasó mal en sus inicios. Normal. Un niño que no sabía el idioma y estaba solo en un país extranjero y que para colmo tenía una anemia que le impedía rendir.
Todo se fue arreglando. Aprendió español rápido, con acento sevillano incluso, y pronto dejó atrás los 71 kilos y la falta de hierro y ácido fólico que le provocaban tener sueño a todas horas. "Comía, pero apenas tenía hambre ni fuerzas". Fue Inmaculada Avivar, médico y nutricionista del club, quien dio con la tecla y Kristaps llegó a los 100 kilos: "Al principio, en los entrenamientos con Rocky Jarana, no podía lanzar 10 tiros seguidos, me dolía el brazo de lo débil que estaba por la anemia. Cuando se arregló, empecé a jugar mejor", recordaba en una entrevista. Ya entonces en la entidad hispalense apuntaban con rotundidad: "El canijo es el bueno".
Con Burjanadze salía de vez en cuando en sus ratos libres y engañaban a las chicas hablando en un perfecto sevillano pese a ser de Georgia y Letonia soltando un quillo y un miarma que hacían dudar a cualquiera. Era un tiempo en el que los técnicos Carlos Romero, en cadete, y Juanma Pino, en júnior, pulían a la futura estrella. Entonces ya destacaban su inteligencia a la hora de leer el juego, su capacidad de anotación y su gran movilidad pese a su altura. Fue quemando etapas, paso a paso y en enero de 2012 disputó el Torneo Juvenil de Hospitalet, el más importante de la categoría. Promedió 9 puntos, 5 rebotes y más de 2 tapones. No terminó muy contento, pero en las gradas Aíto García Reneses, forjador de estrellas como Ricky Rubio o Rudy Fernández, le echó el ojo. Tanto es así que después el técnico fue a Sevilla a realizar una jornada de entrenamiento con los jóvenes del entonces Banca Cívica, la excusa perfecta para ver a Porzingis más de cerca. Conexión inmediata. Tanto que la temporada siguiente el entrenador madrileño dirigió a un Cajasol al que llegaron los recortes.
En esa 2012-13 debutó el letón en la ACB. Jugó siete partidos, ya que todavía estaba en formación, trabajó a destajo echando horas extras con Diego Ocampo y Javi Carrasco y repitió en Hospitalet, siendo una de las sensaciones formando parte del Quinteto ideal y sólo Hezonja lo privó del MVP. En el Campeonato de España Júnior también se lució, llegando en un partido a 36 de valoración en 14 minutos de juego.
La explosión llegó una campaña después. El Baloncesto Sevilla de los niños de Aíto (Satoransky, Sastre, Willy Hernangómez, Burjanadze, Radicevic y Balvin, al que imitaba con gracia andaluza) hacia las delicias de todos. Ante el Real Madrid se presentó en sociedad con 20 puntos, dejando su firma para quien no lo conociera aún. Bourousis, ya en la segunda vuelta, jamás olvidará el mate que un chaval rubio le hizo en su cara. La afición sevillana, tampoco. Aquel equipo llegó a los play off y tuvo al Valencia Básket contra las cuerdas. El equipo más joven de la ACB, con Fernando Moral estrenando presidencia y con el técnico más veterano. Conjunción perfecta.
El 'Unicornio' que puso el Madison a sus pies
Todavía lució Porzingis su número 6 en Sevilla un curso más, pero ya era una realidad. Y en 2015 llegó su momento: el draft. Fue elegido en la cuarta posición por los New York Knicks. El sueño de aquel niño letón que salió de Liepaja con rumbo a Sevilla con 15 años, pese a las lágrimas de un joven aficionado de Nueva York defraudado por la selección que dio la vuelta el mundo. Pronto se rendiría ante el Unicornio, que puso al Madison a sus pies.
"Es un unicornio. Normalmente no ves a gente así jugando al baloncesto con ese tipo de soltura, velocidad y el físico que él tiene. Y su buena capacidad para lanzar tan bien el balón. Resultó ser ese jugador único, aquel que simplemente tiene cosas que no ves en una cancha de baloncesto. Hace cosas únicas en cada partido. Su tamaño es determinante. Defensivamente cambia el juego. Todavía no es un jugador fuerte, ese jugador de poste. Pero ofensivamente puede lanzar de dos, puede correr la pista… Un montón de cosas", afirmó Phil Jakson, el Señor de los Anillos en la NBA, pero fue Kevin Durant el primero en ponerle ese mote: "Cuando lo eligieron en el Draft, me dirigí de inmediato a Derek Fisher (entrenador de los Knicks y ex compañero de Durant en los Thunder) y le dije que me gustaba la selección. Mucha gente quedó decepcionada, pero sabía que podía jugar. Lo había visto, había visto que tenía muchas cualidades. Creo que estamos en una era en la que los jugadores con muchos fundamentos pasan más desapercibidos. Se impone la condición física, la fuerza o lo grandes que puedan ser, pero él es un jugador con muchos recursos. Puede tirar, tomar buenas decisiones, puede defender, es un jugador muy alto que puede tirar desde muchas posiciones incluso de tres. Eso no es habitual. Y puede taponar... es como un unicornio en esta Liga. Hay que respetar lo que está haciendo. En Nueva York, todo está bajo el microscopio, pero está progresando a un ritmo vertiginoso. Va a ser una bestia", dijo.
El pívot al principio no entendió el sobrenombre y lo explicó con una gracia poco letona y muy sevillana: "Al principio estaba un poco confundido. Es como, ¿qué es esto, un caballo con una cola de poni? ¿Qué significa esto? ¿Es un insulto? Pero luego me lo explicaron, lo que intentó decir es que yo era un jugador único. Fue agradable oír a Kevin Durant decir cosas buenas sobre mí ".
Y de Sevilla se llevó a estados Unidos a Manolo Valdivieso como fisioterapeuta personal y persona de máxima confianza. Fue un apoyo fundamental cuando se rompió el cruzado y ha ido con él allí donde el ex cajista ha ido.
Porzingis no olvida sus raíces. Letón como ninguno y comprometido con su país y su selección, pero sevillano de adopción que regresa cada vez que puede. Se muestra orgulloso de su pasado, de sus amigos sevillanos como Curro Ramos, el delegado del Betis Baloncesto, que sabe que sigue con mucha pena lo que le pasa al equipo que lo vio crecer. Buena parte de lo que es Porzingis hoy es gracias a él, quien lo educaba fuera de las canchas. Un fideo que llegó a Sevilla y que hoy podría hacer de doble de Ivan Drago en una nueva versión de Rocky. Un canijo que se hizo jugador de baloncesto en Sevilla y que hoy luce anillo de campeón de la NBA, después de pasar por los Knicks, los Mavericks y los Wizards, para orgullo de todo el baloncesto sevillano.
El letón se tendrá que operar y estará varios meses de baja
Kristaps Porzingis, tras proclamarse este lunes campeón de la NBA con los Boston Celtics, dijo a la cadena ESPN que tendrá que pasar por el quirófano para solucionar sus problemas físicos y que el proceso de recuperación durará "unos meses". "Había un riesgo añadido, pero no me importó. Era como: 'Voy a dar todo lo que pueda y luego ya lo arreglaré si lo necesito'", apuntó sobre el peligro de volver a jugar en las Finales pese a que era evidente que estaba muy mermado físicamente.
El gigante letón estuvo más de un mes fuera de las canchas por una lesión en el gemelo y regresó justo para el comienzo de las Finales contra los Dallas Mavericks. Sin embargo, Porzingis se perdió posteriormente el tercer y el cuarto encuentro de las Finales por una lesión en el tendón tibial. En el quinto y definitivo partido, disputado esta noche, volvió a jugar, aunque su cuerpo estaba al límite (16 minutos con 5 puntos y un rebote). "Mi tendón está como fuera de su sitio", contó tras el quinto encuentro en una rueda de prensa.
"Como que me duele en cada paso. Me daba un paseo en Dallas y mi pierna se inflamaba (...). De alguna manera pude jugar este partido. Seguro que mucho de ello tuvo que ver con la adrenalina de jugar en el Garden, delante de nuestros fans y de tener la oportunidad de cerrar la serie", detalló.
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