Desde mi córner
  • Ni cuando los halcones y palomas hubo tanto ruido y un ambiente tan viciado en el fútbol

¿Volverá el arbitraje a la normalidad?

RUIDO, mucho ruido, un ruido estruendoso por obra y desgracia del arbitraje en general y del VAR en particular. Los manejos del domingo en el Bernabéu no han hecho más que llover sobre mojado en una temporada arbitralmente, o arbitrariamente, procelosa. La constatación de que el árbitro es un pelele en manos del compañero que está en la sala VOR no ha hecho más que emponzoñar unas aguas bastante putrefactas.

Ni siquiera cuando aquello de halcones y palomas hubo un ruido como el de ahora. Entonces, los árbitros tenían a mano la excusa del error humano en una práctica muy complicada, la de arbitrar un partido de fútbol. Los considerados halcones eran los valientes con los que hasta era posible ganar de visitante. Palomas eran los caseros que garantizaban el uno en la quiniela. Tanto así era que había quinielistas que no rellenaban el boleto hasta conocer las designaciones.

Lo de ahora es mucho peor porque no cabe ese error humano que nace de la inmediatez del lance. Lo de ahora encabrita porque se ve demasiado la mano del hombre y eso tiene poca vuelta atrás. Y así nos encontramos que ante el Atleti-Sevilla de mañana nadie está contento con las designaciones arbitrales. Desde ambas orillas se esgrimen agravios antiguos de Gil Manzano a la par que recelan de que en el VAR repita el canario Hernández Hernández lo del Madrid-Almería.

Y todo ocurre bajo la sombra pestilente de lo que el Barcelona se trajo con Enríquez Negreira y que es como una espada de Damocles siempre pendiendo sobre los arbitrajes más o menos sospechosos a los azulgrana. Y la vida continúa como si sólo hubiera variado que de halcones y palomas pasamos a esos requerimientos que desde la sala VOR le hace al que está sudando uno que quizá esté saboreando un café con toda placidez. ¿Se limpiará este ambiente tan viciado? Quién sabe.

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