Un dolor compartido

Desde Tremp a Heliópolis. Desde Gniewino a Barcelona, pasando por Cartagena o Liverpool, lugares donde Miki Roqué dejó su huella personal y no sólo deportiva. El dolor por el fallecimiento del jugador verdiblanco se trasladó este lunes al mundo entero, después de que la trágica noticia se extendiera el domingo por la noche. "Tenía el cuerpo hecho, pero aun así no esperas la noticia. Esperamos estar a la altura de Miki, un chaval que nos ha dado ejemplo durante 16 meses de calvario", resumía el doctor Tomás Calero, una de las primeras personas es conocer el diagnóstico en aquellos días del mes de marzo de 2011.

El cuerpo de Miki Roqué, por petición expresa de la familia, se trasladó por la mañana desde la clínica Dexeus, donde ingresó en estado terminal el pasado viernes, hasta Tremp, su localidad natal, hacia donde acudieron todos los que quisieron rendirle homenaje. A las cinco de la tarde se abrió la capilla ardiente en el tanatorio de esta localidad ilerdense y hasta las nueve de la noche sus amigos, familiares y vecinos llegaron hasta allí para despedirlo.

Al filo del mediodía, y desde el Aeropuerto de San Pablo, partió la comitiva bética encabezada por el presidente de la Fundación Real Betis, Rafael Gordillo, que acudió acompañado por el consejero José Antonio Bosch, el entrenador, Pepe Mel, el doctor Tomás Calero y José Millán, director del área de salud, que llegarían a primera hora de la tarde al tanatorio de la localidad ilerdense, y a los que se unió por la noche el presidente, Miguel Guillén, quien suspendió de inmediato sus vacaciones en tierras italianas. "Hoy es un día para estar con la familia, despedirlo y con tranquilidad y, una vez superado el trance, buscaremos fórmulas para que Miki Roqué no sea olvidado nunca por el Betis. Evaluaremos diferentes iniciativas, pero de momento acompañamos a la familia en el sentimiento", señaló Guillén.

Los mensajes de condolencia hacia los familiares de Miki y hacia el propio Betis, como miembro de la familia bética a la que pertenecía, se sucedieron durante toda la jornada. Desde Nervión, el eterno rival rememoraba los días en que la figura de Antonio Puerta unió a béticos y sevillistas, dejando a un lado los colores para ensalzar el valor de la amistad que siempre debe prevalecer en el deporte. Desde Polonia, la selección española al completo participaba del dolor y Cesc y Xabi Alonso dejaban claro que ahora el homenaje a Miki Roqué será motivo central para ganar la Eurocopa. Incluso Sergio Busquets, compañero del bético en las categorías inferiores del Lleida, publicó una carta para recordar la figura de su amigo.

En Cartagena, donde se le considera uno de los héroes del regreso a Segunda, se pedía retirar su camiseta o colocar una puerta del estadio con su nombre; el Liverpool abría su página web con la trágica noticia y las palabras de Bill Bygroves, la primera persona que acogió a Miki en su estancia en tierras inglesas.

Y, por supuesto, Heliópolis se convirtió en el punto neurálgico del homenaje de los béticos que sintieron la pérdida de uno de los suyos. La improvisada capilla ardiente que se instaló el domingo por la noche ante la llamada como puerta de cristales continuó recibiendo la visita de aficionados, béticos y sevillistas, que querían honrar la memoria de Miki Roqué. Desde las mismas redes sociales se improvisó una concentración en la explanada del estadio para las ocho de la tarde, a la que acudieron cientos de aficionados a despedirlo de manera anónima.

El dolor por la pérdida de Miki Roqué recorrió ayer multitud de lugares. Su personalidad, ésa que le permitió afrontar con entereza los 16 meses más duros de su vida, le había granjeado la amistad de todo aquel que lo conoció, pero también de otros muchos que sólo lo vieron competir sobre el césped. La familia del fútbol, y la bética en particular, se unió en el dolor para despedir a un deportista ejemplar.