Dos empates y distintas sensaciones

Desde mi córner

Decepcionó el Sevilla en Anoeta y hubo el Betis de remar aguas arriba, esta vez sin remontar

Acabó el anunciado domingo de fútbol sin solución de continuidad con disgusto gordo en Heliópolis y la frustración de ver cómo el Sevilla tuvo que valerse de su portero para pescar algo en Anoeta. Dos empates con distinto significado y dispares sensaciones, pero con el común denominador de que no dieron para tirar cohetes en ninguno de los casos. Claro que peor sentó a los anfitriones que a los visitantes, infinitamente peor.

Cronológicamente, la tarde arrancó en la Bella Easo con una noticia que a fuer de repetirse deja de ser noticia. Y es que Bono fue nuevamente bálsamo con el que evitar tropiezos. El espabilado portero marroquí logró lo que parecía imposible, pararle un penalti a Oyarzabal. El eibarrés camufla la prohibida paradinha con un saltito que le permite hacer tiempo para ver qué hace el portero. Esta vez no faltó el saltito, pero sí funcionó la paciencia de Bono para aguantar.

No fue sólo ese penalti lo único que Bono consiguió en la tarde donostiarra y el Sevilla se trae un empate que no sabe mal, pero que no satisface el nivel de exigencia que practica ese club. Y antes de que los sevillistas recibieran la reconfortante ducha, un buen Betis iba a ver cómo la tarde se le torcía con la tempranera lesión de Víctor. Lesión a la que se añade la expulsión de Pezzella para que el Betis se quede sin centrales de cara a lo que está por venírsele encima.

También una vez más, su vulnerabilidad defensiva volvió a obligarlo a remar aguas arriba. Como en Mallorca, Granada y el jueves con el Celtic, el equipo de Pellegrini hubo de remontar. Ylo consiguió para ahogarse en la orilla que el justiciero Soto Grado tanto distanció. Decepcionó el Sevilla en San Sebastián con un nuevo empate y frustró en el Betis la sensación de que la semana iba a rematarla con un tres de tres. Pero la vida sigue y todo puede ir a mejor, claro que sí.

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