Copa del Rey

Para enmarcarlo (1-3)

  • Disertación del Betis en Getafe, un regalo de Reyes que alumbra otro más importante que debe aguardar en junio · Moderno, hermoso, rápido, práctico, orgulloso, valiente... de Primera

No sé ni qué comentar. Porque escriba lo que escriba nunca estaré a la altura de este Betis. La disertación ofrecida por el equipo de Mel sobre el césped de un estadio que alberga en su nombre parte de la historia verdiblanca fue para irse al orfebre más cercano y encargarle un marco con orlas semejantes a las de sus faenas más nobles. Si algún bético en algún lugar del mundo se levantó ayer siquiera sin un modesto regalo de Reyes, por difícil que sea que hoy ocurra eso, se encontró al mediodía con que su equipo, ése al que rara vez deja solo, lo obsequió con la dádiva más bella y no por inesperada, sino por el cariño y el tiento con que fue hecha.

Empero, el regalo más interesante queda algo recóndito e incluso lejano. Pero está ahí, a la vuelta de la esquina. Por mucho que cinco meses inmerso en un fútbol de zozobra del que felizmente salió ayer se antojen muchos. Demasiados. Y más para un equipo que es de Primera se lo coja por donde se lo coja.

Sí, de Primera. Y no sólo por historia, por ser uno de los nueve equipos que han ganado la Liga grande. Ni siquiera por atesorar dos títulos de Copa. ¡Ay, bendita Copa! Sino porque en todas las variantes del juego se comporta como un equipo grande. Y no ante esa caterva de equipos de inferior pelaje al suyo con la que se mide los sábados por la tarde. No, el Betis lo bordó ante el equipo de moda. ¿O es el Betis hoy el equipo de moda?

¡Qué maravilla de fútbol! Y es que una somera incursión por los arcanos de la memoria obliga a retrotraerse más de cinco años, concretamentamente al aldabonazo liguero del Betis de Víctor Fernández y Assunçao. A ese 2-4 en Riazor que ya empezará a adornarse con las primeras motas de polvo en las videotecas de los buenos béticos. Ése que comparte una selecta estantería con los partidos de las grandes gestas. Ése que espera a su vera este 1-3 de Getafe que se recordará por siempre por su excelencia más que por su importancia. Porque la belleza alimenta el espíritu tanto como los títulos y las gestas, que los béticos recuerdan más los penaltis de San Mamés que la tarde del Manzanares frente a Osasuna. ¡Y es que fue tan bonito lo del Betis en el mediodía del Día de Reyes!

El día de los niños mutó a día de los hombres. A un buen puñado de profesionales verdiblancos, desde el utillero a Rubén Castro, que edificaron una lección de fútbol moderno y práctico a la vez, tan preciso como vertiginoso cuando lo necesitó, frente a once hombres que llevaban meses recabando unos elogios que no cesaron ni el lunes pasado tras su honrosa derrota ante el Real Madrid.

Por ahí hay que rascar un poquito y hallar otra lectura que subyace en el transfondo de este partido, de este partidazo del Betis. Se trata ni más ni menos que de colegir que su clase media está capacitada para competir en Primera. Si gente como Emana, Iriney, Arzu, Nacho o Rubén Castro tiene poco o nada que demostrar, otros como Beñat, Salva Sevilla, Jorge Molina o Dorado evidenciaron ayer que están preparados para el gran salto. Les faltarán cualidades, quizá alguno no sea tan principal un escalón más arriba, pero qué bético cambiaría a Beñat por Mosquera o a Dorado por Rafa. ¿Motivación? Por supuesto que sí. Pero también calidad. Porque el Betis superó a su rival de cabo a rabo no sólo porque éste diese la impresión de jugar un tanto con el 0-0 amparado en el 1-2 de la ida. Cuando los futbolistas azulones fueron de verdad, y eso no ocurrió sólo tras el 0-2 bético, hallaron respuesta y amainaron sus embates. Iriney y Beñat fueron más en la presión. El vasco y Salva Sevilla sobresalieron en la elaboración. Los laterales béticos ocuparon con maestría esas bandas aparentemente desangeladas. En defensa y en ataque. ¿Y arriba? Pues, en el área rival, el mejor fue Ustari. El que evitó una goleada salvaje hasta que Rubén Castro decidió que era hora de sellar la victoria más hermosa. Entre ambos, el recuento de ocasiones de gol verdiblancas, que merecería una crónica aparte.

¿Y Mel? Don José Mel Pérez, natural de Hortaleza sin necesidad de ser sabio como el hermano de Luis, también es de Primera. Él es el muñidor de este equipo que, celebrando su prestigiosa victoria y la llegada del maná azulgrana, vio cómo Emana, con su gorrita de España, medio cojo y apoyado en Jesús Paredes y José Manuel Pizarro, se iba al medio del campo a compartir la gran sonrisa con sus compañeros. Ésa que nació en el rostro de todos los béticos de todos los lugares como el mejor regalo tras un partido con un tercer tiempo que inundó de mensajitos los móviles y de lágrimas algunos ojos. A ese bético que ayer lloró vaya usted hoy y le habla mal de la Copa o de la mácula de perder al camerunés y a Dorado. O de Huesca y del frío que hará allí el domingo. Ese bético está hoy que no cabe de orgullo y eso es cualitativamente tan importante como ese ascenso que aguarda. ¡Viva la Copa!

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