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Un escarnio histórico

  • El Sevilla jamás había encajado una goleada de tal calibre en su propia casa y sólo está el precedente de dos 0-5

Falta de actitud y agresividad, merma importante de efectivos, falta de calidad en el césped, incapacidad en el banquillo para una adecuada lectura táctica y, enfrente, un superequipo, un Real Madrid que no tiene piedad cuando se le presenta la oportunidad de humillar a un rival que, históricamente, le ha dado más de un disgusto. Métase todo eso en una coctelera y sale un dato descorazonador para los que sienten como suyo el Sevilla. Menuda forma de devolver la hospitalidad mostrada en la Feria con Florentino Pérez. Jamás de los jamases los aficionados sevillistas habían tenido que tragarse en sus propias narices una goleada tan abultada como la de ayer. Cabe preguntarse para qué sirvió Costa Ballena. Conforme muchos hinchas dejaban la grada, unos camino de la Feria para olvidar las penas y otros para hacerlo en la intimidad del hogar, el Madrid aumentaba su cuenta goleadora hasta producir un escarnio histórico. Nunca había recibido tantos goles un portero del Sevilla en casa, nunca. 6 goles 6. Como seis cornadas al orgullo.

Sí es cierto que el Sevilla ha encajado derrotas con más diferencia de goles, aunque sólo hay dos antecedentes comparables. El 8 de noviembre de 1942, el Oviedo venció en Nervión por 0-5, la primera gran humillación que sintió el Sevilla en su propio hogar. Y el 10 de marzo de 1963, también fue el Madrid el responsable de golear al Sevilla por 0-5. Desde entonces, ha habido algunas derrotas dolorosas, entre las que cabe recordar el último precedente de victoria merengue en el Sánchez-Pizjuán en la Liga, el 2-4 de hace dos cursos, cuando Juande Ramos respondió al hostil recibimiento de la grada, con lanzamiento de dólares con su rostro incluido, venciendo al equipo de su sucesor en el cargo cuando tomó el camino de Londres, Manolo Jiménez.

La afición se lo tomó con sevillanísima guasa. Ya que no podía estar en la Feria, disfrutó a su modo del espectáculo que tenía ante sus ojos. No dejó de cantar el Gol Norte, que incluso arreció en sus cánticos cuando el partido se rompió definitivamente a favor del Madrid, tras el amago de reacción con el gol de Negredo tras una soberbia jugada de Kanoute, esa referencia histórica del club que ya no podrá evitar la huella indeleble que deja una humillación así, por mucho que intentó estar en todos sitios e hilar el juego de un equipo desmoronado en todas las líneas. El entrenador se llevó la peor parte. Ya en la primera mitad se escuchó "¡Manzano, vete ya!", no de forma mayoritaria aún. Y cuando Cristiano Ronaldo marcó el tercero de sus goles, ya estalló todo el Sánchez-Pizjuán; bueno, lo que quedaba de él, porque muchos aficionados prefirieron marcharse antes que aguantar el bochorno.

Detrás de esta triste realidad está la diferencia abismal de potencial entre los equipos, además del momento de desazón de un Sevilla mermado y que aún debe amarrar Europa. El Madrid ha ganado, e incluso goleado, a todos los rivales de la parte alta de la clasificación, excepto el Barcelona, y está muy reciente el significativo 3-6 al tercero de la Liga. Y el reparto televisivo que apunta incluso a peor si José María del Nido no lo impide con la rebelión que lidera es una de las causas de ello. El presidente sevillista no rehúye la polémica en las distancias cortas y seguramente tocaría el asunto en el almuerzo de la Feria con Florentino Pérez. Pero, más allá de las televisiones, hay formas y formas. Un poquito de más sangre, de casta, se echó de menos, aunque la goleada refleja hacia dónde camina el fútbol español.

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