Cuando los límites están para superarlos

Aarón Núñez lidera al Betis Nazareno en su intento de ascender a Segunda División Su problema congénito, por el que le falta un brazo, jamás le ha impedido nada

Pablo Salvago Sevilla

07 de abril 2014 - 05:02

"Impossible is nothing". El lema que una marca conocida de ropa deportiva lleva empleando unos años es la filosofía de vida de Aarón Núñez (10-10-1980) desde que nació. Un problema congénito hizo que el sevillano naciera sin un brazo, pero eso no ha impedido que en la actualidad sea uno de los líderes del Betis Nazareno de fútbol sala. Los límites, dice, "se los pone uno mismo y mi problema jamás me ha impedido hacer nada que pudiera hacer otro". Mientras, suspira por lograr el ansiando ascenso este curso a Segunda y, por qué no, "jugar en División de Honor con el Betis en unos años".

Desde pequeño ya le daba patadas a la pelota en su barrio de Pino Montano "con normalidad", porque es lo que ha vivido desde siempre. "Nací así y así me he hecho. Todo lo he aprendido con normalidad y la misma naturalidad que cualquiera porque no he conocido otra cosa. Desde levantarme a vestirme o atarme los cordones. Te acostumbras cuando no tienes otras opciones", asegura el futbolista, que se ata los cordones con una mano con una facilidad que hace sentir inútil a cualquiera.

Después de varias temporadas marcando goles por toda España, Aarón regreso "a casa" ilusionado por el proyecto verdiblanco, su equipo de toda la vida del que desde pequeño ha sido socio. "Puede que el futuro del club dependa de que se suba. Son varios años ya intentándolo sin suerte y otro tropiezo más sería insalvable. Ojalá el apoyo del Betis se mantenga porque para subir hace falta un apoyo económico fuerte. Es la ilusión de toda la plantilla", dice alguien que no dudó en dejar a un Benicarló con el que subió a la máxima categoría para llevar al conjunto de Dos Hermanas a Segunda.

El jugador nazareno es uno de los máximos goleadores de la categoría en un conjunto, el líder, que está a un paso de certificar su clasificación para los play off de ascenso. A nadie le extraña ya porque a sus 30 años es todo un veterano y un referente allí donde va. "Cuando empecé en juveniles sí que los rivales parecían tener cierto respeto porque me veían y se creían que era más débil por mi problema. Ahora me conocen y van a por mí", dice el jugador medio en broma, medio en serio. Ya ha pasado por el Pino Montano, el Clipeus e incluso el Sevilla, cuando la entidad nervionense acogió al conjunto capitalino en la entidad para celebrar su centenario. "Siendo bético era extraño ponerme la camiseta del Sevilla, pero fue una experiencia muy positiva", asegura.

Ahora el reto es ascender con el Betis. Otro más en la lista de alguien que jamás se ha puesto límites en su vida. "Desde pequeño me educaron así, a que no existen las limitaciones, a pelear por lo que quiero y no sentirme menos que nadie. Si alguien puede hacer algo, yo también", explica el protagonista, que no olvida todo el apoyo que ha recibido siempre de su familia y su novia, "que dice que deja el trabajo si decido irme fuera la próxima campaña". Aún está por ver qué pasará en el futuro, aunque varios clubes de Segunda y el Benicarló, de Primera, ya han preguntado por Aarón. Él lo tiene claro: "Si ascendemos, me quedo en el Betis. Si no, habrá que buscarse las papas fuera, aunque lo pasó mal. Incluso una vez tuve una propuesta de irme a China, pero ni me lo pensé. Si me entran ganas de volver estando a 500 kilómetros, en China aguanto un mes. Aún me quedan años de dar guerra. Mis piernas tienen todavía mucha fuerza y me sobran ganas".

Tímido e introvertido lejos de las pistas, cuando salta al parqué su descaro asusta. Sin embargo, cuando jugó en Preferente hace tiempo ya reconoce que lo pasó mal. "Soy muy canijo y me llevaba muchas patadas. No me adapté al fútbol. Me muevo mejor en los espacios cortos", afirma Aarón, al que también le gusta la natación y le gusta compartir su experiencia para ayudar a gente que esté en una situación parecida: "He dado algunas charlas y, al final, el mensaje siempre es el mismo. Los límites se los pone uno mismo. Si ante un problema te encierras, ni vives ni dejas vivir. Nada es imposible".

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