Entre miedos inesperados

Un Rayo Vallecano que apuntaba a revelación del campeonato llega al tramo final con el descenso tras su sombra · La fiabilidad de Michu y Diego Costa, esperanzas

José Ramón Sandoval da instrucciones a sus jugadores durante un encuentro liguero.
José Ramón Sandoval da instrucciones a sus jugadores durante un encuentro liguero.
Daniel Lagos / Sevilla

05 de mayo 2012 - 05:02

La historia del Rayo Vallecano es un ejemplo claro de que una temporada aparentemente exitosa puede convertirse en una pesadilla si los deberes por hacer se retrasan más de la cuenta. Tras una primera vuelta con lluvia de halagos y a la estela del sueño europeo, el conjunto entrenado por José Ramón Sandoval ha perdido su vitalidad para caer a la zona de peligro y ser ahora uno de los candidatos a caer en el pozo que condena a la Segunda División. Su colchón de tres puntos con respecto al Zaragoza evidencia que el paso del éxito al fracaso puede ser meteórico.

El proyecto rayista tras el ascenso a Primera se sustentó en mantener a parte del bloque y reforzar ciertas zonas mermadas por las salidas. Hasta ahí, todo funcionó a la perfección, sobre todo con la llegada de Michu, convertido en un llegador goleador que alcanzó ya la quincena de tantos sin jugar como punta, unos números que salvaron a su equipo en más de una cita.

sin balón

El Rayo Vallecano trata de buscar el repliegue rápido para evitar que sus zonas más débiles tengan que lamentar. El trabajo del ahora lesionado Javi Fuego en la medular es clave para contener, mientras que la presión de sus hombres de ataque ayuda a un centro del campo disperso.

La salida de Jordi en el mercado invernal no fue corregida con acierto, por lo que Movilla necesita ayudas que en ocasiones no aparecen en la medular.

La zaga perdió el valor ofensivo de Coke para dar a conocer a un Tito muy fiable en el carril diestro. Casado es un fijo por la izquierda, mientras que Arribas suele liderar una zaga que pasa más apuros cuando el rival logra encontrar espacios al contragolpe. Pulido, que llegó con altas miras de protagonismo, no terminó de adaptarse a un juego que no prima en demasía sus buenas condiciones de salida del balón.

con balón

El juego del Rayo busca siempre la velocidad en las salidas. Movilla trata de tener el balón poco tiempo en sus botas para que otros inventen, mientras que si juega el veterano Míchel, la transición se hace más lenta.

Michu es el hombre clave del ataque. Ve el juego de creación con facilidad y se incorpora siempre a la búsqueda del remate, tanto aéreo como por abajo, siendo un peligro constante. La presencia de Trashorras en el pivote condiciona al sistema. El ex del Celta logra aparecer en zonas ofensivas por sorpresa y aporta más creatividad, aunque su trabajo de destrucción es limitado. Si Sandoval apuesta por las bandas, Lass y Armenteros se convierten en estiletes de largo recorrido, el primero con fiabilidad en el desborde y el segundo con más opciones de buscar el disparo. Pitu, menos veloz, logra encontrar mejor el camino del gol y ha demostrado ser un asistente de lujo para los delanteros. El fichaje de Dani Pacheco nunca dio sus frutos.

El ataque tiene en Diego Costa su nombre propio desde su llegada. Tamudo aporta ganas y revoluciona algunos duelos con sus apariciones, mientras que Delibasic no alcanza a demostrar que la Primera División deba darle la bienvenida con honores.

lo mejor

La capacidad del equipo de crear situaciones de peligro ofensivo con muy poco poder creativo, usando el juego directo como una vía sencilla que suma puntos.

lo peor

El factor moral está en contra. El grupo se sintió en una senda positiva que puede convertirse en arma en contra en el tramo final.

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