El partido de los sueños llega entre pesadillas
Sevilla | arsenal · la previa
El fútbol no puede ser más fluctuante. El Sevilla llega a una de sus citas más soñadas de la contemporaneidad, porque antes ni siquiera se hubiera atrevido a incluirla en su catálogo de deseos oníricos, y lo hace sumido en un proceloso universo de pesadillas. La derrota del pasado sábado frente al Mallorca en la Liga le ha echado muchísima agua a este partido de Champions frente al Arsenal y, según comentan desde los despachos de Nervión, ni siquiera está asegurado que el estadio sevillista registre un lleno para recibir al actual líder de la Premier League inglesa. Está claro que los actuales campeones de la Copa de la UEFA y de la Copa del Rey no pasan por su mejor momento, pero resulta increíble que los suyos no lo apoyen en un partido en el que está en juego el primer puesto de su grupo de la Liga de Campeones, la competición más glamourosa del continente.
Pongámonos en una situación hipotética retrotrayendo el tiempo a hace, por ejemplo, sólo cinco años. A cualquier sevillista le plantean la posibilidad de un Sevilla-Arsenal oficial, no de Carranza o Colombino, en martes y a las 20.45, es decir, en el horario de Liga de Campeones, con su equipo en igualdad de condiciones, no desahuciado por haber sido incapaz de conseguir ni un solo triunfo siquiera hasta ese momento, con el primer puesto del grupo, en definitiva, a su alcance... Hubieran existido dos posibilidades hace sólo un quinquenio, no un siglo, que al hincha le entrara una risa floja o que, por el contrario, lo asaltara un sudor frío nada más que por pensarlo.
Pues bien, hoy, 27 de noviembre de 2007, ha llegado ese día, el Sevilla se enfrenta al Arsenal y buena parte de la ciudad está engalanada con banderolas que hacen referencia a un acontecimiento grande de la Liga de Campeones. Pero, porque siempre existe un pero, parece que tanto el equipo sevillista como su propia afición han entrado en un estado de hibernación justo en el momento más inoportuno. El equipo, que es lo más trascendente en estos momentos, jugó uno de sus partidos más decepcionantes, que no uno de los peores, el pasado sábado frente al Mallorca y se alejó de la línea que había marcado desde que le encargaran a Manolo Jiménez hacerse cargo de la primera plantilla tras la espantá de Juande Ramos. El Sevilla transmitió frialdad y sólo se pareció al que ha sido catalogado como el mejor del mundo durante más de un año en el escudo de sus camisetas. El resto fue completamente diferente.
La situación es preocupante para todos los que sienten en sevillista, sin duda, pero que nadie piense que es irreversible. Ahí está el ejemplo del Valencia en el anterior ejercicio para atestiguarlo. El Sevilla ha sido igual de golpeado, o más, que los valencianistas cuando éstos sufrieron una verdadera plaga de lesiones graves, pero los grandes equipos son los que saben levantarse en las adversidades y no parece que se pueda cuestionar siquiera que este Sevilla sigue teniendo una de las mejores plantillas del continente europeo. El objetivo, por tanto, debe estar en revertir la situación actual y no hay mejor rival para tratar de hacerlo que el Arsenal de Arsene Wenger.
Cualquiera podría objetar que los londinenses no son precisamente los mejores clientes para ello y tendría razón quien así pensara, pues el Arsenal probablemente sea el equipo que más rápido mueve el balón. El matiz, sin embargo, estriba en que este Sevilla está capacitado para competir con quien se le ponga enfrente y por ahí puede llegar una de las grandes ventajas para Manolo Jiménez a la hora de mentalizar a los suyos. El Sevilla, probablemente, necesite grandes retos en estos momentos y con el Arsenal de Cesc hasta tiene una cuenta pendiente de cuando éste pasó por encima de los sevillistas en el debut en la Liga de Campeones en el Emirates Stadium.
Será importante para tratar de escalar una montaña tan alta que la dispersión quede aparcada de una vez por todas, que el Sevilla sea capaz de concentrarse a tope durante los noventa minutos del partido y que el aliento que le llegue desde la grada, sean 35.000, 40.000 ó 45.000 quienes estén, se corresponda con uno de esos partidos mágicos de los últimos años. Por lo demás, todo es cuestión de volver al estilo de fútbol que ha hecho grande a este Sevilla y de eso se encargarán Daniel, Kanoute y compañía. Los sueños están para disfrutarlos y no para convertirlos en pesadillas.
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