Copa del Rey: Las Palmas - Betis · la crónica

Al rico ritmo canario (1-1)

  • El Betis se contagia de la lentitud del equipo amarillo y lo paga en un descuido. El empate debe otorgar la clasificación a los verdiblancos.

No era tan fiero el león como lo pintaban. Las Palmas es el mejor equipo de Segunda en los dos últimos meses, al menos eso dicen sus resultados, pero no deja de ser un conjunto más bonito que bueno y fiel reflejo de lo que es la categoría. Al menos por las revoluciones a las que se maneja incluso en un partido en el que todo hacía indicar que echaría la hiel por la boca. Al contrario, el equipo de Sergio Lobera es amelado hasta el límite y la pinta que ofrece tras este primer envite es que será presa fácil en Heliópolis. 

Debió serlo ya en el desangeladísimo estadio al que lo envió un iluminado hace ya casi una década, pero ese ritmo glutinoso que imprime a su fútbol es capaz de impregnarse también en el rival. Algo de eso le ocurrió al Betis, que se halló siempre cómodo dentro del partido que le propuso su rival, quien por no hacer no hizo ni faltas. Una especie de pacto de no agresión al que llegaron los verdiblancos al percibir que Javi Guerrero no está ni para una día señalaíto y que a Thievy le viene esta categoría que ni al pelo. 

Ocurre que a estos encuentros simplones ante rivales tan tiernos hay que meterles un poco de veneno y, a ser posible, un gol temprano. Mel lo intentó con un once revolucionario, cuajado de suplentes, y por eso el equipo careció de orden en el mediocampo y adoleció de certeza en el remate. Además, tampoco creyó oportuno su gente desgastarse más de la cuenta abriendo el campo para hacer daño por fuera con el revolucionado Agra y con Campbell. 

Con todo, era más peligroso el marcador que Las Palmas. Llegar a Heliópolis sin un gol en el zurrón podría deparar consecuencias trágicas pese a la endeblez amarilla y Mel corrigió de un plumazo todos los defectos de su equipo. 

La entrada de Rubén Castro otorgó más profundidad y gol; la posterior de Beñat, criterio en el juego y celeridad con el balón en los pies, y hasta el cambio de banda de los extremos anteriormente, ante el desuso de la cal, había mejorado tibiamente al equipo. Empero, no quedó solucionado de manera absoluta el ritmo. Si bien con Beñat éste mejoró sensiblemente, la falta de hambre para hacer daño con un segundo gol y sentenciar la eliminatoria provocó que el rival aprovechase un despiste para colarse hasta la misma línea de gol de Casto. 

Pasa que sumergirse en la cachaza canaria implica descoordinación, falta de tensión competitiva, y de ésta sí sabe aprovecharse un equipo que, por permitir, ayer hasta permitió excursiones de los centrales verdiblancos hasta el borde de su área. 

Pozuelo, quizá el que más en serio se tomara la pelea, hubo momentos en los que se asemejó a un gregario escapado esperando la llegada de su líder. Nosa, en su atropellado fútbol, también hubo de mirar hacia atrás en alguna ocasión... 

El atenuante a espectáculo tan tibio se halla en el rival. Por mucho que Mel esté moviendo sabiamente a la plantilla y que la titularidad sea factible para todo aquél que la reclame, el futbolista sabe que la temporada es larga y que las fuerzas hay que guardarlas. De ahí que no cerrasen una eliminatoria que, con todo, la tiene el Betis muy de cara. El único pero es que un gol canario en Heliópolis sí provocaría el esfuerzo ahorrado ayer.

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