La superación de un luchador insaciable

Jugador de Baloncesto en silla de ruedas

La superación de un luchador insaciable
La superación de un luchador insaciable
Álvaro Guillén

26 de agosto 2019 - 07:12

Nicolás Cruz (26-04-1981) es una de esas personas que llevan ligados al baloncesto toda una vida y al que nadie le ha podido robar jamás su sueño de competir en el deporte que le apasionaba.

Una canasta y una pelota fueron uno de sus regalos de comunión a los 8 años de edad y justo desde ese momento no ha dejado de convertirlo primero en su pasión y luego en su trabajo. Después de que toda su familia fuese aficionada al fútbol, él no siguió esa corriente y optó por el baloncesto, deporte que hoy en día es su vida.

Pero no es el baloncesto convencional al que hoy se dedica debido a un accidente que le cambió la vida. Desde los 9 años empezó a jugar, y unos seis o siete años después empezó en su primera competición provincial, algo que le hizo que el gusanillo de competir le picase. Pero la mala fortuna se cebó con él y el accidente de tráfico le hizo tener que usar una prótesis.

Al principio el sufrimiento de ver que coartaban su ilusión le hizo venirse abajo, pero con esfuerzo y constancia lo superó. "Fue complicado para mí, pero, finalmente, acabé volviendo a encontrar la ilusión para hacer lo que me gustaba".

Según Nicolás, lo más complejo en un deporte adaptado es encontrar gente que los forme, ya que, al parecer, "hay gente veterana que usa su experiencia, pero a veces no es suficiente porque esto también requiere educar desde los escalafones más bajos", asegura.

Su faceta como jugador empezó a los 23 años y hoy en día milita en un equipo de Málaga, donde lleva más de cinco años y ahora está comenzando a trabajar mano a mano con el cuerpo técnico mientras actúa como segundo entrenador y jugador al mismo tiempo.

Nicolás sabe que el esfuerzo es innegociable, y por eso mismo ha sido un luchador toda la vida. Cuando era más joven y conoció este deporte, tenía que viajar por carretera a diferentes lugares, ya que no solía haber demasiados equipos, por lo que esto conllevaba un sacrificio. "Era complicado llevarlo todo a la vez, los viajes para entrenar me quemaban mucho, pero luego, a la larga, compensaba", asegura.

Además, no descarta seguir ligado al baloncesto como mecánico también, algo que le llama bastante la atención por el hecho de poder aplicarlo a otros deportes adaptados.

En definitiva, Nicolás es una de esas personas luchadoras a las que la vida no ha parado de ponerle obstáculos y que, en vez de quejarse, algo que hubiese sido mucho más fácil, ha seguido luchando por su sueño que desde pequeño era jugar al baloncesto. Además, a día de hoy, es sabedor de que este deporte le ha otorgado las mayores amistades que podría encontrar nunca porque, como bien asegura, los valores que te aporta esto son espectaculares. "La humildad que hay, el compañerismo y, sobre todo, la gente que me ha dado este deporte es lo mejor que tiene, mucho más que en el baloncesto de a pie", asegura Nicolás, que no duda de haber escogido el camino correcto.

La cualidad de compaginar entrenar y jugar

La carrera deportiva de Nicolás está marcada por ser un jugador de equipo, de esos que sus compañeros siempre quieren en su conjunto por su gran facilidad para hacer grupo. En Málaga, llevaban tiempo buscando su faceta y ha llegado a tal punto que la dirección del club malacitano ha decidido que el sevillano fuese segundo entrenador a la vez que jugador. Según Nicolás, no es fácil compaginar esto, aunque dice que está encaminado a un futuro próximo en el que dejará las canchas de baloncesto para dedicarse plenamente a la preparación. Los muchos años de experiencia le otorgan un plus de cara a su faceta de entrenador en los próximos años.

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