La CEOE transita hacia la irrelevancia

Las luchas internas, los escándalos y las salidas de tono de los directivos de la patronal han desembocado en el alejamiento de las grandes empresas y en una grave crisis de credibilidad

Alejandro Martín Sevilla

10 de abril 2013 - 05:02

"CEOE: la voz de los empresarios españoles". Así se titula el documento corporativo en inglés y en español todavía colgado en la web de la patronal y firmado por Gerardo Díaz Ferrán, con el que la organización presenta su trayectoria histórica y defiende su papel de principal interlocutor con el mundo empresarial. Paradójicamente, el informe no refleja ni uno solo de los cambios que han transformado a la patronal de patronales en una organización cada vez más irrelevante en medio de la mayor crisis económica de los últimos ochenta años y que corre el riesgo de verse relegada a una mera intermediaria en asuntos laborales.

Uno de los principales culpables es precisamente el firmante del documento, Gerardo Díaz Ferrán. Su elección como sucesor del respetado José María Cuevas suscitó grandes esperanzas: por primera vez se situaba al frente de la patronal un empresario y no un funcionario criado en una burocracia cuyas raíces se hunden en los sindicatos verticales franquistas.

Díaz Ferrán fue el primero en levantarse de la mesa del diálogo social, olvidando la máxima de su antecesor: "Negociar, negociar, negociar y, cuando la negociación se vuelve imposible, hay que seguir negociando". Los problemas de sus empresas acabaron confundiéndose con su gestión en la patronal, descabezando la organización cuando los empresarios más necesitaban una voz que defendiera sus intereses. Sus intentos de aferrarse al cargo, su relevo casi forzoso y su posterior ingreso en prisión preventiva por supuestos delitos societarios no han hecho más que acrecentar el descrédito .

Su sucesor, Juan Rosell, llegó al cargo tras una dura pugna con el presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía, Santiago Herrero. Su compromiso de renovación ha quedado por ahora en una mera declaración de intenciones. Lo ha demostrado con su tibieza ante el escándalo de los pagos en negro a los trabajadores de las empresas de Arturo Fernández, vicepresidente de la CEOE y presidente de la poderosa patronal madrileña. A juicio de muchos empresarios, no ha destacado por su contundencia su postura ante el desafío soberanista lanzado por Artur Mas. Tampoco han gustado sus salidas de tono contra los funcionarios o la veracidad de la Encuesta de Población Activa, arrojando dudas sobre las estadísticas españolas cuando más credibilidad se exige por parte de los mercados.

Además, ha suscitado el enfrentamiento con sus organizaciones regionales con un intento de reforma de los estatutos de la CEOE que no sólo otorga más poderes a su presidente, sino que abren la posibilidad de que la organización ofrezca directamente servicios a las empresas, compitiendo directamente con el resto de patronales.

La crisis de credibilidad ha desembocado en que la CEOE haya dejado de ser la única voz de los empresarios españoles, como muestra el surgimiento del Consejo Español para la Competitividad, que aglutina a los presidentes de las principales empresas españolas junto al Instituto de Empresa Familiar. Su carta de presentación fue una reunión de trabajo con el Rey, y su intención de erigirse en el principal valedor de las empresas españolas se plasma en la gira iniciada la pasada semana, que llevará a sus miembros por 23 capitales del mundo para defender la fortaleza de la economía española. Rosell no ha sido convocado para ninguna de las citas.

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