Café con aroma y sabor a Utrera

Algo más de dos décadas lleva Diego Panal al frente de Cafés Mocaibo, una empresa utrerana dedicada al tueste de café que se fraguó durante su etapa de emigrante en tierras catalanas

Café con aroma y sabor a Utrera
Café con aroma y sabor a Utrera
Jorge Fernández / Sevilla

12 de noviembre 2010 - 14:27

Mucha incertidumbre deambulaba por la mente de Diego Panal cuando a la temprana edad de 16 años decidió hacer las maletas y buscar un mejor futuro en tierras catalanas. Marchó solo de su pueblo natal (Utrera), con una idea fija: volver a su tierra para desarrollarse profesional y personalmente entre sus suyos.

Diego recuerda con cariño su primera ocupación en Barcelona como integrante de la denominada Brigada de Festivales, una cuadrilla de empleados del Ayuntamiento que se dedicaban a engalanar las calles de la Ciudad Condal con motivo de la celebración de algún acto oficial. De ahí pasó a descargar plátanos en el puerto, hasta que en el año 1972 (seis después de su llegada a Cataluña) aterrizó en la empresa Cafés La Garza, donde profundizó durante los siguientes 16 años en todos los secretos de la elaboración del café torrefacto. "En esta empresa comencé como ayudante de chófer, para terminar siendo jefe de ventas, puesto que ocupé hasta 1988, año en el que decidimos volver a Utrera", comenta.

Precisamente, en esta fecha comienza la aventura emprendedora que a día de hoy sigue representando Cafés Mocaibo, una empresa torrefactora de café ubicada en el polígono industrial La Morera, de marcado carácter familiar y que presume con orgullo de su identidad utrerana. "Yo lo tuve claro desde siempre. Quería volver a Utrera para desarrollar aquí algún negocio y generar algo de riqueza y empleo en mi tierra", afirma.

Tras 22 años de esfuerzos, "y muchos días festivos y domingos trabajando para sacar adelante la empresa", Cafés Mocaibo da empleo en la actualidad a once trabajadores y produce semanalmente un total de 4.000 kilos de café tostado, "muy natural, ya que no añadimos ningún tipo de conservante ni ningún otro tipo de producto".

Del saco al envase

El proceso de producción de los artículos de Café Mocaibo es relativamente sencillo, al menos sobre el papel. Los sacos de café verde (provenientes de los principales países productores a nivel mundial) se introducen en la máquina de tostado durante un periodo de 40 minutos, tiempo en el que adquiere su típico color negro tras exponerse a un ciclo de temperaturas que oscila entre los 150 y los 250 grados.

Tras el tueste, el café se enfría y se lleva a través de unos conductos a los diferentes silos de almacenamiento, dependiendo de la variedad comercial, "sin que una sola mano lo toque", apunta Diego. Y de estos silos a la maquinaria de envasado, que da el toque final a una amplia gama de productos que se distribuyen principalmente en la capital hispalense y los pueblos de la provincia, "aunque también tenemos puntos de reparto en localidades de Huelva, Málaga y Cádiz".

Con estas credenciales, basadas en un trabajo duro y un trato cercano con sus clientes, Cafés Mocaibo afronta la actual etapa de crisis con optimismo, a pesar de la bajada de ventas. "La crisis se ha notado, eso está claro, ya que la persona que antes se tomaba tres cafés al día en la calle ahora sólo se toma uno. Pero a pesar de ello, nosotros seguimos apostando por seguir respetando a nuestra clientela, a la que tratamos (esto puede sonar a antiguo) como amigos".

Una filosofía de trabajo que Diego ha sabido transmitir a sus dos hijos varones, que se afanan junto a él para seguir manteniendo la solidez de un proyecto empresarial que debe competir en la provincia con otras grandes marcas. "El futuro se hace con los pies en el suelo", afirma Diego. Un lema que adquiere más valor en la época actual en la que vuelven a sonar con fuerza valores como el esfuerzo, la constancia y la fe en el trabajo bien hecho.

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