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Javier Targuetta | Presidente de Primigea y Consejero delegado de Atlantic Copper

“No me extrañaría que la faja pirítica doble su producción en diez años”

Javier Tharguetta posa para la entrevista.

Javier Tharguetta posa para la entrevista. / M. G.

Dirige una de las industrias transformadoras mineras más importantes de Andalucía, Atlantic Copper, y desde hace un año Javier Targhetta (Madrid, 1948) preside también Primigea, una agrupación de los  principales productores de materias primas que tiene España.  En esta entrevista aborda la situación del sector y los retos que encara al comienzo de una nueva crisis.

–¿Para qué nace Primigea y cuáles son sus principales objetivos?

–Primigea nació hace algo más de un año impulsada por dos asociaciones, la dos dedicadas a los recursos naturales minerales, Confedem y Cominroc. Confedem está más dedicada, sin ser una separación nítida, a la minería metálica y a lo que ha sido, porque ya no lo es, la minería del carbón, así como otras como la de la potasa, mientras que Cominroc está más dedicada a las rocas industriales, ornamentales, graveras, canteras de caliza para la industria del cemento. Ya estuvieron unidas en el pasado alguna vez. Esto no es una reunificación, pero sí un esfuerzo conjunto por crear una plataforma que impulse la actividad minera y muy en relación con la estrategia de la Unión Europea para las materias primas, que busca dotar a Europa de la mayor autonomía posible. Tanto desde el punto de vista de la explotación local de recursos en el continente, y por tanto para Primigea en España, como para impulsar el reciclaje de materias primas o de productos procedentes de ellas que son reciclables. Y en tercer lugar, facilitar la transformación en España o Europa cuando la explotación local no es posible porque no hay esos minerales. 

–Para situar la dimensión de Primigea, tiene unas 4.000 empresas, un volumen de negocio de 26.600 millones y emplea a casi 320.000 personas. ¿Ayuda a ver la importancia del sector?

–Sí. Es bueno recordar esos datos. Y añadiría que hay cerca de 5.000 explotaciones grandes, pequeñas o medianas. Además, los 320.000 empleos tienen una gran capacidad tractora. Pongo siempre de ejemplo el de Atlantic Copper, que es el que conozco bien y porque por protección de datos no es fácil el cómputo global de lo que representa Primigea. Sólo en Andalucía, Atlantic Copper tiene 650 empresas suministradoras. Imagínese el potencial que tiene todo el sector agrupado. Porque, además, la inmensa mayoría de esas empresas que trabajan para el sector son pequeñas y medianas empresas, que representan el 99% del tejido productivo.

–En época recesiva, y lamentablemente estamos en otra, la industria demuestra que conserva mejor los empleos, que además son de mayor calidad, ¿no?

–Así es. Es un empleo con una contratación indefinida por encima del 80% y, como bien dice, se ha demostrado que en épocas de crisis, y no me refiero a ésta sino a la anterior, del año 2008 y posteriores, los países muy industrializados son los que mejor aguantaron. Y dentro de España, las regiones más industrializadas, como puede ser el País Vasco, son también las que mejor aguantaron. Siempre que sale este tema aprovecho para recordar que hay países en Europa que tradicionalmente hemos considerados de servicios, muy despegados de lo que creemos que puede ser la industria, caso de Suiza, Holanda o Dinamarca, cuya industria pesa más del 21% de sus respectivos PIB. Y en España estamos en el 13% y en Andalucía en el 11%. El País Vasco, por cierto, está en ese 21% o 22%. Alemania también está en ese índice, pero ya lo sabe todo el mundo. Por eso escogía esos tres países, que se consideran como de turismo, de servicio, de finanzas puras… Pues no, son países altísimamente industrializados y que también aguantaron esa crisis mejor.

–El abanico de materias primas que abarca Primigea es muy amplio. ¿España es un país buen productor para transformar luego en otras industrias?

–Sí lo es. Desde las rocas ornamentales, como el mármol, pasando por las arcillas que alimentan a la industria cerámica, tan próspera en España, las canteras de caliza que alimentan las fábricas de cemento, la sepiolita que es un material absorbente que se usa, por ejemplo, para la higiene de los gatos. Y por supuesto la minería metálica no férreos. Es muy amplia y muy profunda porque también tiene integración vertical. Acabado de mencionar a las cementeras, que son la industria transformadora de esas calizas. O industrias como Atlantic Copper, que son transformadoras de la minería metálica, como la que se produce en las minas de Andalucía,  como las de Matsa o Atalaya Mining, con su proyecto en Río Tinto. Por tanto, es un abanico muy amplio en horizontal y tiene una integración también muy alto en vertical. Y que además intensifica el tejido empresarial español y andaluz. 

–¿Qué retos se plantea en esta presidencia?

–Interiorizar de forma total y absoluta los objetivos de sostenibilidad de las Naciones Unidas, que la inmensa mayoría de la minería española, y también del mundo occidental, las tiene aplicadas. Y, de forma muy importante, dar esto a conocer. Tanto a los gobiernos como al público. Así como la necesidad de mostrar el papel relevante que tienen las materias primas en retos importantes, como la transición energética, el crecimiento demográfico o la urbanización. Unos 1.700 millones de seres humanos vivirán en ciudades de ahora al año 2040 y necesitarán 500 millones de hogares nuevos, para los que se necesitarán las materias primas de las que estamos hablando. Tanto las muy ligadas a la construcción como los metales necesarios para la alimentación eléctrica, el equipamiento de esas viviendas. Y no digamos para conseguir la descarbonización por medio de la electrificación. De forma destacadísima la producción de vehículos eléctricos o híbridos enchufables. Para todo eso hacen falta materias primas con una intensidad que no se había visto en la historia de la humanidad nunca antes. A menor escala sólo hay un ejemplo equiparable, el de China en sus últimos dos decenios, con crecimientos superiores a dos dígitos que provocó una altísima demanda de materias primas.

Javier Targhetta. Javier Targhetta.

Javier Targhetta. / M. G.

–Contra lo que se puede pensar, estas industrias tendrán un papel importantísimo en la descarbonización de la economía, ¿no?

–Desde luego. La descarbonización va a venir de tres orígenes. Uno, el transporte, que es un alto emisor de CO2, que sustituirá los combustibles fósiles con vehículos eléctricos, por un lado, y, por el otro, con hidrógeno verde cuando obtenerlo sea más barato que lo que genera cuando se convierta en combustible. Por ejemplo, el vehículo eléctrico utilizará entre tres y cuatro veces más cobre que el vehículo de motor convencional. El segundo origen será el sector eléctrico, con la sustitución de la generación de electricidad con combustibles fósiles y nucleares por energías renovables y no emisoras de CO2. Y en tercer lugar, de los hogares, con la sustitución de calderas tradicionales de gasoil, gas o carbón donde quedan. Nosotros hemos hecho un cálculo muy meticuloso sobre cuál sería el consumo adicional de cobre desde ahora a 2040 para satisfacer todas las necesidades que tendrá la descarbonización. La suma de estos tres fenómenos sumados va a necesitar una cifra cumulada de 105 millones de toneladas de cobre más. Y eso va a ocurrir con el acero, que se utiliza el doble en los aerogeneradores que en una central convencional, por ejemplo de ciclo combinado.  Sin todas esas materias primas, los objetivos de la ONU no son alcanzables, sencillamente.

–¿Cómo está afectando al sector la crisis creada por el Covid?

–Pues no demasiado. Ha habido disrupciones en el suministro de materias primas primarias, de origen minero en algún sector, pero no ha sido dramático. En Atlantic Copper no nos ha causado pérdida de producción ni un solo día por falta de materia prima, tanto la que compramos de las minas de Huelva como la que importamos. Ha habido alguna alteración, por ejemplo en la mina Cerro Verde, la más grande de cobre del grupo Freeport-McMoRan, pero hemos podido sustituir ese origen con otros. También nos ha ocurrido que el mercado español de consumo de cobre se vino abajo unos días, pero pudimos felizmente sustituir esas ventas nacionales por mayor exportación.  A nivel global, con China suponiendo el 50% del consumo del mundo, no ha habido una superposición de la crisis pandémica en China con el resto del mundo. El impacto es menor que en otros sectores y muy a pesar de que dos sectores que influyen muchísimo en las materias primas, como son la construcción o la fabricación de automóviles o aviones, han caído.

–¿Cómo ve situada a Andalucía de cara a ese sector?

–La veo bien situada. Porque tanto en el Gobierno andaluz anterior como en el de ahora he visto una buena sensibilidad hacia la minería. Pone de relieve la importancia que para Andalucía tiene la explotación de los recursos naturales. La comunidad es el segundo productor de cobre minero en Europa, con el 16%. Todos sabemos que la faja pirítica es un distrito minero con un potencial de desarrollo clarísimo. Si me dijera que en diez años, o en doce, se va doblar la producción de Andalucía o la faja pirítica misma en metales no férreos, no me extrañaría que fuese así. La Administración está comprometida antes y ahora. La presidenta Susana Díaz tuvo una enorme valentía cuando, contra viento y marea, reabrió la explotación de Aznalcóllar, que el Gobierno actual ha continuado. Además, ha puesto en marcha el project manager y hace intentos sinceros para activar y agilizar la gestión de permisos. Aunque queda camino por recorrer.

–A eso iba. Quedan proyectos por autorizar, incluso una nueva mina subterránea, ¿no?

–Sí, pero la Junta de Andalucía es consciente de ello. Desde el sector quizás se percibe escasez de recursos humanos para gestionar tantos permisos. Si ése es el problema, es muy importante que se solvente esa agilización. Cada año que pasa nos perdemos mucha creación de riqueza, de empleo o de empresas suministradoras que se desarrollarían. Yacimientos los hay, reservas probables también. De los nuevos materiales se están identificando yacimientos de litio en Extremadura o  el occidente de España, Galicia, León, Salamanca... Todo pasa por hacer geología, identificar los recursos que hay en Andalucía e iniciar concursos para adjudicar permisos de exploración. Y sobre todo establecer industria transformadora, que hace de tractora. El potencial es muy bueno pero tiene que ser objeto de un plan de materias primas.

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