La EPA del primer trimestre de 2014 recoge el número de activos, ocupados y parados según su nivel de formación formación. Y queda una cosa clara: hay una relación directa entre el nivel de estudios y la tasa de desempleo (de un 15,6% en el caso de los universitarios y del 33,8% entre los que sólo han completado la primera fase de la educación secundaria). Las diferencias, efectivamente, son muy grandes, pero son menores si se pone en relación la formación con el tiempo de búsqueda de empleo. Así, mientras en el caso de los que tienen un grado superior el 47,1% de los parados a nivel nacional lleva más de un año sin trabajar desde que dejó su último empleo, en el de los que terminaron la educación secundaria obligatoria la cifra sólo se eleva dos puntos, hasta el 49%. Esto quiere decir que en el paro de larga duración influye de forma poco sustancial el nivel de estudios. Es una lacra generalizada en todos los niveles formativos.

Entre los universitarios, llama la atención que haya 629.800 que llevan más de un año sin encontrar un empleo desde que dejaron el último, y entre ellos las mujeres son clara mayoría. El 58,5%, 368.500, son mujeres. A nivel general, hay 576.800 parados universitarios hombres y 758.500 del sexo femenino

Curiosamente, la situación se invierte a medida que se desciende en el nivel formativo. En general, los hombres tardan más en encontrar un trabajo (1.507.900 lleva un año sin estar empleado frente a 1.467.000 mujeres) y entre los que completaron sólo la educación secundaria obligatoria son 641.200 frente a 538.100 mujeres. Mayor es aún la diferencia si se valora sólo la educación primaria: 234.500 hombres frente a 153.000 mujeres.

Conclusión: las mujeres lo tienen relativamente más fácil cuando no tienen cualificación y más complicado a medida que van formándose. El techo de cristal también se refleja en las estadísticas.