¿Qué es la cheapflación y cómo afecta a la economía de los españoles?
Consumo

Dormir bien, hacer ejercicio y comer sano. Las pautas para llevar una vida saludable están claras, pero las formas de conseguirlo están cada vez más lejos del alcance de millones de españoles porque empieza a depender, y mucho, del nivel económico de cada uno. Dormir de una forma relajada y las horas que se deben depende en buena medida del nivel de estrés y la salud mental que se disponga en cada momento de la semana. Las condiciones laborales (y lo que ni siquiera disponen de dichas condiciones) suponen el primer obstáculo que muchos deben superar y los precios, sobre todo a la hora de hacer la compra en el supermercado, reduce drásticamente las opciones de muchas familias para poder confeccionar un menú completo.
Muchos de los alimentos de la cesta de la compra habitual que más han subido de precio este 2025 empiezan a quedarse en las estanterías. Los españoles gastamos un total de 122.000 millones de euros en la cesta de la compra en 2024, un 4,6% más que el ejercicio previo. Son 500 euros más de media respecto de 2022, cundo se disparó la inflación. Y aún así las marcas y establecimientos siguen llevando a cabo prácticas para encarecer sus productos sin que los clientes se den cuenta. Es lo que ocurre con la reduflación (reducir la cantidad del producto para no elevar el precio) y la cheapflación ¿Qué es la cheapflación y cómo afecta a la economía de los españoles?
Pagar lo mismo con diferentes ingredientes
Si en la reduflación lo que se hace es llevar pedirte el mismo dinero por menor cantidad de la que se supone te están vendiendo, en la cheapflacion lo que obtenemos es el mismo precio pero por un producto alterado o de peor calidad. Todo para ocultar el encarecimiento del producto. Así, algunas marcas reducen la calidad de los ingredientes, cambiando la composición del producto, pero vendiéndolo al mismo precio. "Es cambiar los ingredientes de un producto por ingredientes de peor calidad o más económicos. Se trata de un engaño al consumidor" con el que la Organización de Consumidores y Usuarios quiere acabar aprovechando la modificación de la Ley que se va a hacer para la defensa de los consumidores.
Esta entidad ha presentado alegaciones para que las marcas tengan que presentar un etiquetado más claro, en el que se especifique si se han llevado a cabo alteraciones del producto inicial y las circunstancias que ello conlleva en el precio final para el consumidor. Así éste tendrá la oportunidad de seguir eligiendo su opción habitual de compra o decantarse por una alternativa que se acerque más a sus pretensiones.
El problema es que no se especifica a los consumidores que ha existido un cambio en los componentes de este producto y el precio se mantiene exactamente igual. La Organización de Consumidores pide que cuando se produzcan estas variaciones se informe de manera inequívoca, clara y comprensible. como ya sucede en Francia o Alemania. Que cambien el envase del producto para no llevar a equívocos al consumidor. La recomendación final desde la OCU es que "mientras la normativa no cambie se sigan revisando las etiquetas para comprobar que no se han dado cambios sustanciales". Y que lo barato no termine saliendo caro.
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