La alegría de los buenos orfebres
Todo sevillano debería visitar al menos una vez el taller de orfebrería de los Hermanos Delgado. Han hecho del lugar de su trabajo un verdadero santuario de la plata, una fuente de alegría y un sitio donde es difícil sentirse extraño. Tienen un currículum de oro a base de mimar la plata. Son las tres ramas que salieron al tronco del padre. En su taller hay trozos de la mejor Andalucía que varían en función de la fecha. Se puede encontrar usted respiraderos de un pueblo de Huelva, una carreta rociera de una localidad de la provincia de Sevilla, las potencias de un Nazareno que recoge oraciones en Almería, las bocinas de una pujante cofradía de barrio... Y no digamos ya de Despeñaperros para arriba, donde también hay mucho y bueno procedente del taller de la calle Goles. Tienen pendiente una gran exposición en Sevilla, con toda la justicia y el relumbrón que merecen. Son tres en uno. Si pueden visiten este taller donde hace muchos años descubrimos que en un candelabro de cola de la Macarena hay un gracioso y discreto caracol. Ángel, José y Francisco Javier (ora et labora) miman los metales y le echan paciencia y cariño a las hermandades de toda España. Y cada pieza que sale del taller, llegado el caso, es cuidada como un hijo. Solo ellos saben, por cierto, cómo sabe una cerveza a mediodía del Viernes de Dolores, cuando todos los encargos han sido entregados y los tres descansan como el Señor al séptimo día.
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