Roma confirma el modelo de Semana Santa del siglo XXI

El Fiscal

Las grandes procesiones, como la Magna de Sevilla o la vivida ayer, se conciben para la televisión y con medidas de seguridad similares al desfile militar del 12 de octubre en Madrid

El apagón sobre el balance de la Semana Santa

Las numerosas vallas y colocadas a gran distancia generaron un ambiente de frialdad.
Las numerosas vallas y colocadas a gran distancia generaron un ambiente de frialdad. / M. G.
El Fiscal

18 de mayo 2025 - 04:00

Hace tiempo que mantenemos que los numerosos y sucesivos capítulos de lluvia y de inseguridad han derivado en una Semana Santa de segundas y terceras oportunidades y, también, desubicadora. No hace falta que sean días santos para sacar los pasos a la calle. Y no es necesario que sea en Sevilla. El boom del turismo, la normalización de la alta frecuencia en los viajes y en todo tipo de desplazamientos, el siglo de la movilidad que vivimos al fin, ofrecen la ventaja de hacer posibles ciertos sueños. Fue en 1993 cuando el cura Javierre soñó con el paso de palio de la Amargura en la Plaza de San Pedro. Pues ya hemos visto, tres décadas después, al Cachorro en la principal basílica del orbe cristiano y ayer en su paso con el Coliseo de fondo. Son las ventajas de la sociedad de la opulencia. Todo es posible. Muy atrás quedan los tiempos de los pasos con flores de aluminio, las corporaciones sin casas de hermandad y los ayuntamientos que no tenían fondos para seguir inyectando las subvenciones.

La gran procesión de Roma nos ha recordado muchísimo al modelo de la magna del 8 de diciembre que tuvo en el Paseo de Colón su tramo principal. Grandes avenidas, un aforamiento severo que provoca en el público el síndrome del estadio olímpico (la gente muy, pero que muy alejada del cortejo), una legión de agentes con chalecos reflectantes y una tribuna de autoridades de diseño paupérrimo, todo en un contexto que resultó desangelado en muchos momentos, tal como nos atestiguaron diversos sevillanos presentes en Roma. ¡Si es que recordó hasta a la última Semana Santa de las vallas "abominables" (según Francisco Vélez) y unas aforamientos desproporcionados! Este resultado colisiona directamente con el calor tan demandado y elogiado de la religiosidad popular. La gran procesión triunfó en las imágenes de televisión, en la comodidad del sofá, en el confort del hogar, pero se vio demasiado vacío in situ. Las imágenes aéreas que con tanta brillantez nos ofreció Canal Sur Televisión no dejaban lugar a dudas. Las del circo máximo daban cuenta de la grandiosidad urbanística de una Roma que empequeñece absolutamente todo. Una Roma idealizada por los que nunca han estado en ella o tienen una visión condicionada por el cine. Quizás Sevilla comparta con Roma esa tendencia a ser ciudades idealizadas, un rasgo propio de urbes avaladas por los siglos de una historia de grandeza.

Las grandes manifestaciones de la religiosidad popular están adoptando el formato del desfile militar del 12 de octubre por el Paseo de la Castellana. La tribuna de autoridades de Roma parecía una estación de servicios de Cepsa de las que jalonan las autovías españolas. Una vez más todo muy frío, esquematizado, rígido y encorsetado.

El retorno del Cachorro al paso por el Coliseo.
El retorno del Cachorro al paso por el Coliseo. / M. G.

La foto del Cachorro con el Coliseo de fondo, sobre todo en horario nocturno, justifica los esfuerzos por cumplir una encomienda enfocada como un sueño. Por unos momentos temimos que la lluvia nos privara de una estampa antológica. Pero muchos sevillanos, ay, echamos de menos un recorrido más apropiado. No son tiempos para calles estrechas, sino grandes espacios bien vigilados. Las dimensiones del trono de la Virgen de la Esperanza de Málaga condicionaron el recorrido. El trono fue la gran atracción del día. La espectacularidad de sus enormes proporciones, los bordados, los candelabros, los casi 300 cargadores... Todo era de una plasticidad apabullante que generaba el júbilo de una procesión triunfal.

El paisaje urbano de Roma a la hora de salida era muy parecido al de Sevilla un domingo de cuaresma, una mezcla ruidosa de turistas desarrapados y de cofrades de riguroso terno oscuro. Todo trufado con unos cuantos obispos y políticos con sus séquitos. La gran duda era cuántos romanos acudían a la gran procesión del jubileo de las cofradías. Porque parecía que todo eran andaluces, principalmente malagueños que se han volcado en masa. Recordaba uno cuanto narra Muñoz Molina de su experiencia al frente del Instituto Cervantes de Nueva York, cuando las delegaciones de las comunidades autónomas se empeñaban organizaban presentaciones de sus productos turísticos y comerciales en Estados Unidos y se traían a los periodistas de España con los costes pagados, naturalmente. De los medios de comunicación de Nueva York no iba nadie a las presentaciones. Y así ocurrió durante años hasta que estalló la crisis de 2008.

El Cachorro es imponente en cualquier sitio. Pocas imágenes tienen esa fuerza. Muy pocas. Se comprobó en la grandiosidad barroca de San Pedro, donde estuvo muy atinadamente elegida la capilla de la Basílica donde fue venerado en los días previos. La hermandad trianera ha vivido un hito sin precedentes en la historia de las hermandades de Sevilla. Nos hubiera gustado verlo más arropado por el público, sin la frialdad de la distancia impuesta por un aforamiento excesivo. No es culpa de la cofradía, obviamente. En Roma se tienen clarísimo que los criterios de seguridad se deben llevar al extremo. Una capital acostumbrada a vivir con un calendario de actos civiles y religiosos extraordinarios que resulta inabarcable. Una delicia el Cachorro por Roma con un repertorio musical clásico y exquisito como Mater mea, pero echamos en falta el corneterío, quizás porque hubiera podido ser más apropiado para los inabarcables espacios urbanos por los que tuvo que pasar. El Nazareno de León consiguió despertar ese fervor extra que genera la música de cornetas y tambores. Ocurrió una paradoja. La lluvia restó rigidez a la gran procesión. ¡Quién nos lo iba a decir! Y la noche pareció dar naturalidad al tramo final de la procesión. La vallitis fue palmaria.

Tal vez el próximo sea saber cuál será la primera imagen de la Semana Santa andaluza que acuda a presidir un vía crucis en Tierra Santa. ¿Una locura? No será de extrañar en un mundo globalizado, con un modelo de Semana Santa que ha evolucionado a la de segundas y terceras oportunidades y que, por supuesto, se extiende todo el año, como corresponde a la era de los excesos. Y no olviden: con administraciones públicas deseando apoyar fenómenos de masas como el de la religiosidad popular.

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