"La Singer fue un primer paso en la liberación de la mujer"

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La escritora asturiana Ana Lena (Oviedo, 1972).
La escritora asturiana Ana Lena (Oviedo, 1972). / Aurelio Martínez
Pilar Vera

26 de marzo 2022 - 05:00

SIGUIENDO LA TRAMA INVISIBLE. Ana Lena (Oviedo, 1972) desarrolló su carrera dentro del mundo empresarial multinacional. Fue la orden de reposo durante el embarazo de su hijo lo que le dio la oportunidad de empezar a escribir concienzudamente. Su última novela, Las herederas de la Singer (Grijalbo), una historia que surge de los relatos que escuchó en su infancia y adolescencia, inaugura una nueva etapa después de tres obras dedicadas a la investigadora Gracia San SebastiánLo que callan los muertos (2019, Premio Torrente Ballester), Un asesino en tu sombra y Los muertos no saben nadar-.

–En toda casa hay, o ha habido, una máquina de coser Singer. Tras leer esta novela, da miedo preguntarse qué contarían si pudieran.

–Muchas de las historias de Las herederas de la Singer son historias reales que escuchaba hace años al tracatrá de la máquina: mi tía era modista y muchas mujeres, cuando tenían dudas, iban allí a preguntarle, y tenía aprendizas, vecinas y amigas que hacían la labor, iban cosiendo y charlando de su niñez, de sus historias, de medio pueblo...

–Qué mala suerte con los hombres, se puede pensar. Pero claro, no era mala suerte: era estructural.

–Bueno, en las nuevas generaciones de la historia no tanta, aunque haya eventos traumáticos, pero sus relaciones son muy distintas. No es como en el caso de las dos primeras, y ahí vemos un poco la evolución de la sociedad española a lo largo del último siglo. Si miras la última generación y la primera, la de la guerra, el cambio es impresionante. Fundamental era el tema laboral, que una mujer no podía trabajar ni abrir una cuenta bancaria... Incluso las que estudiaban, eran cosas relacionadas con los niños, los cuidados, la maternidad. Y hoy en día las mujeres seguimos teniendo un poder adquisitivo más bajo por todo lo que marca la maternidad, y los consabidos diagramas de tijera... Y, desde luego, siguen estando presentes cuestiones como la seguridad, las agresiones o la sexualización involuntaria, aunque hayamos conseguido la igualdad legal.

–Llega un momento en que Alba, la más joven, deja de ver la Singer como un instrumento de esclavitud.

–La popularización de las máquinas de coser supuso una revolución. Primero, por el ahorro de trabajo. Los de más posibles recurrían a las modistas, pero la gente normal se hacía la ropa: con la máquina, se pasaba de tardar 14 días en hacer una camisa a solo uno. Llega un momento en que, de tener una nula independencia económica, ven que haciendo arreglillos pueden acceder a algo de dinero. Y era una de las pocas profesiones que podían desarrollar porque estaban en casa. La Singer fue un paso hacia esa futura liberación.

"En la Guerra Civil, y después, hubo mujeres dentro de la mina y hay fotos que lo atestiguan"

–Habla de las mineras de la guerra y primera posguerra, cuando oficialmente ninguna mujer trabajaba entonces en la mina.

–Cuando estalla la Guerra Civil, se necesita mucho carbón y casi no hay hombres, así que alguien tenía que bajar. No era ilegal que trabajaran en el exterior, como paleadoras, o en los lavaderos y, las que tenían menos suerte, viudas sin pensión ni posibilidad de entrar en la mina, iban con los cestos recogiendo el carbón de las escombreras. Y hubo mujeres dentro de la mina, y hay fotografías que lo atestiguan, pero llegó un momento en el que salen de la mina y ya no vuelven a entrar hasta el 96.

–Como el divorcio, esa cosa que existió y después, nadie sabía nada. O el ‘Hallowe´en’ asturiano.

–El amagüestu. Se asaban castañas y se comían pensando que eran almas de difuntos, se tiznaban las caras... Como en todas las regiones de origen celta, la muerte formaba parte de la existencia, y el amagüestu era más bien una forma de celebrar a los que se han ido. No tenía mucho que ver con la liturgia católica, era una fiesta alegre. Tras la guerra, triunfa la versión eclesial y se convierte en una noche para llorar a los muertos.

–Entre las cosas más duras de contar está el relato de incesto y abuso, y su normalización.

–Hay una frase que dice una vecina: “No tengas vergüenza mujer, que todos los maridos pegan”. En aquel momento, con la situación que tenía la mujer, su vida iba a depender de con quien se casara.Si le tocaba el marido bueno, estupendo, pero si le tocaba un maltratador o un violador, no podía hacer nada, ni por ella ni por sus hijos. Por eso la madre de la víctima reacciona como reacciona: ese “cállate, que es tu padre” realmente quiere decir “cállate, porque no puedo hace nada”. Asumir eso es una cosa horrible.

–Hay dos secundarias que roban los planos.

–Ramona y Herminia. Ramona es el verdadero homenaje a las mujeres mineras, de las que bajaban. “¿Cómo voy a ir a la huelga si no existo?”, dice. Y Herminia surge de mil señoras de pueblo. La zona del norte es más fantástica, por decir, y lo más normal del mundo eran esas veladas con señoras que pasaban de la brisca a echarte las cartas: cosa que suponía, más bien, una terapia de grupo.

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