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Zapata Tenor | Tenor

"En mi coche hemos pasado del reguetón a Rocío Jurado"

El tenor José Manuel Zaapata, Zapata Tenor.

El tenor José Manuel Zaapata, Zapata Tenor. / Mónica del Agua

José Manuel Zapata, conocido como Zapata Tenor (Granada, 1973), es uno de los tenores más importantes del mundo. Publica Música para la Vida (Planeta), un relato en el que rompe los clichés de la ópera y la música clásica: "Con una Traviata o una Butterfly te encontrarás en un espectáculo maravilloso, contándote una historia con la que además te sentirás identificado".

–Granadino universal y renacentista. ¿Es un tenor encerrado en un cuerpo de showman o al revés?

–Soy un hombre macedonia, como una ensalada de frutas, pero el trozo más gordo, el de melocotón en almíbar, es el de tenor.

–Se viene a la memoria la versión de Alfredo Kraus de "Granada, tierra soñada...".

–Eso demuestra que el que pregunta tiene buen oído. Yo la habré cantado como 2.000 veces elevado a infinito, más o menos.

–Música para la vida es su libro, prologado por Roberto Leal, un ejemplo de vertebración andaluza [Granada-Sevilla].

–Cuando te encuentras en el camino a una persona como Roberto, das gracias a Dios. Es un ser extraordinario y ha sido un regalo que haya podido prologar el libro.

–¿Hay que convencernos de que la música es esencial en nuestras vidas?

–Si lo pensamos un poco, estamos totalmente convencidos. Cualquier cosa importante en tu vida está relacionada con una música.

–Se relacionan momentos con canciones.

–Las Navidades de la infancia, la primera vez que te enamoraste, cuando te casaste, cuando te divorciaste, que yo también me puse música... Quiero decir, hay música en cada instante importante de nuestras vidas. Siempre, analícelo.

–¿Necesitaba desnudarse emocionalmente?

–Sí. Este libro me ha ayudado a quitarme la ropa emocional. Hay mucho de mí ahí cuando me he puesto delante de los folios.

–Con 3 años, su abuela lo sacaba al patio para cantar. ¿No era carne de cañón en el colegio?

–Mi abuela Concha... Fui carne de cañón en el colegio pero porque era muy gordito. Mi madre, la pobre, no encontró talla de marinerito para la primera comunión y yo fui de dictador panameño, con una casaca. Parecía Noriega.

–Lo pasó mal.

–Lo que pasa es que siempre me parapeté en mi música, en mi guitarra y en mi humor.

–Fue su salvación.

–Sí, el humor y la música, mezclados. Las dos cosas son poderosas por separado, pero cuando las juntas son una bomba de felicidad. Forman un escudo de superhérore.

–Pero no fue un niño prodigio. Descubrió tarde su vocación por la lírica.

–A los 17 años la descubro, empieza a gustarme, pero profesionalmente tardo muchísismo más. Es verdad que en el mundo de la lírica es más complicado que se dé el caso del prodigio porque la voz se desarrolla mucho más tarde y más la de los chicos, que la cambiamos mucho más tarde. Pero no, no, yo de prodigio, hijo mío, no tengo nada.

–¿Nos iniciamos tarde en el conocimiento de la música clásica?

–Nos iniciamos tarde en el conocimiento de la música buena en general, porque la educación la desprecia, considera que es accesoria y no le hace falta a nadie... No nos ayudan en ese objetivo. Es una de las grandes taras de nuestra sociedad. La música y el resto de las artes nos forman como seres humanos.

"Estoy seguro de que la gente joven fliparía con mi espectáculo de orquesta en un festival. Sueño con eso"

–¿Damos poca importancia a las Humanidades?

–Muy poca. El conocimiento científico y lingüístico es estupendo, pero las Humanidades forman el carácter y los valores. Son muy importantes, mucho más de lo que se las considera en el sistema educativo.

–¿Llevaría a su hija a un programa de talentos?

–Sólo si le brillaran los ojos cuando me lo pidiera. Y con mucho cuidado. Lo que quiero es que ella sea feliz, pero claro, con cosas que no le hagan daño.

–Usted es del 73.

–Es un infierno el tiempo. –No me diga que no escuchó a Joaquín Luqui o a Fernandisco. –Claro. De esa época me gustaba La Guarida, Mecano, Duncan Dhu... Y mi Perales, que no me lo quite nadie. Son palabras mayores.

–¿Intentó ligar con las baladas de Perales de fondo? ¿Dónde hay que firmar para que le concedan la medalla al valor?

–Me van a llevar a las playas del desembarco de Normandía y van a poner mi foto allí. Soy igual de valiente.

–Es que...

–Oye, pues tenía su efecto...

–¿Es que logró algo?

–No. Le mentiría...

–¿Se encela si le digo que la mejor voz que he escuchado es la de Rocío Jurado o es que no tengo ni idea?

–¡Ole! Rocío Jurado era un vozarrón. Mi hija de 14 años ha descubierto ahora a Rocío Jurado y la escucha mucho. Es un ejemplo de que la música buena y bien cantada le puede llegar a la gente joven. El otro día me puso Como una ola y esa de “lo siento mi amor...”. En el Spotify de mi coche hemos pasado del reguetón a Rocío Jurado. ¡Viva el Señor!

–¿Le gustaría ser invitado a un festival tipo Sonorama?

–Sueño con eso. Sueño con llevar From Bach to Radiohead, ese espectáculo con orquesta que nosotros tenemos y en el que sólo hay buena música, a ese sitio. Estoy seguro de que la gente joven fliparía con eso. Pero volvemos a los prejuicios. Ellos tienen prejuicios hacia nosotros y nosotros hacia ellos. Es una mierda.

–Sería grande.

–En ese espectáculo aparecen Björk, Paco de Lucía, Rossini, Vivaldi... Buena música mezclada. La gente joven fliparía con nosotros. Sólo hay que darle lo bueno. A mí no me gustaba el foie hasta que me lo dieron la primera vez.

–Raphael ha sido cabeza de cartel en estas lides.

–Eso es. Ahí está. Si Raphael puede, por qué no puede una orquesta sinfónica. Lo que hay es que llevársela a la gente joven.

–¿Qué no daría por volver a ver un teatro lleno?

–¡Qué no daría yo por empezar de nuevo! Lo que fuese por ver el teatro lleno de gente, feliz y que haya pasado todo esto. Y ver sonrisas, que ahora sólo veo mascarillas. Quiero volver a ver la sonrisa de la gente, que es mi gasolina, me llena.

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