"En el arte es más fácil causar impacto que no herir a la gente"
danielle van zadelhoff, Artista
-Su exposición se titula Relatos del alma. ¿Se siente como una ladrona de almas cuando hace fotos?
-Ésa es una pregunta peligrosa. De alguna forma, cuando hago una fotografía intento reflejar las inquietudes que atraviesan a las personas que posan para mí, y eso puede significar que estoy revelando algo relacionado con sus almas. Hay modelos que aseguran sentirse mucho mejor después de haber trabajado conmigo, como si les hubiera servido de terapia. Y otros tienen la sensación de que he extraído de ellos algo íntimo, algo que custodiaban celosamente y que prefieren no compartir. Se dan un poco las dos cosas.
-¿Unas fotografías como las suyas requieren una visión humanista?
-Me considero una humanista, desde luego. Ésa es mi escuela. Lo que pasa es que el humanismo, como opción filosófica e intelectual, puede manifestarse de muchas maneras. Puedes escribir un libro, por ejemplo. Yo prefiero coger una cámara. Y lo prefiero porque estoy convencida de que con una imagen puedes llegar con más facilidad al fondo de la cuestión humana que a través de las palabras. Es un mecanismo más directo. Durante mucho tiempo estuve enferma y tuve la oportunidad de conocerme bien a mí misma, así que opté por emplear la fotografía como medio para llevar a la gente a un mejor nivel de conocimiento de sí mismos.
-¿Es la luz la materia prima con la que trabaja, o prefiere lo que no se ve?
-Mi materia prima son las emociones. Hice mi primera fotografía en una estación en la que encontré a una mujer que esperaba un tren junto a su hija, que estaba apoyada en ella. Había ahí una emoción tan honda que sentí la necesidad de hacerla perdurar. Llevaba una cámara conmigo y disparé. Desde entonces, sigo haciendo lo mismo.
-¿Son estos tiempos tan poco propicios a mostrar emociones perjudiciales para la fotografía?
-Tal vez. Fíjate, en poblaciones pequeñas, donde hay un sentido de la comunidad más desarrollado, donde la gente se siente menos sola y se comparte un interés común por el bienestar de todos, las emociones se manifiestan de manera mucho más libre y espontánea, con menos reparos.
-¿Qué piensa de que en las redes sociales las fotos hayan sustituido a las palabras como primer instrumento de comunicación?
-La verdad, encuentro en todo eso un enorme ejercicio de manipulación.
-¿Manipulación?
-Sí. Hay una manipulación cuando compartes imágenes descontextualizadas. Una fotografía, como cualquier otra construcción cultural, contiene toda una tradición en sí misma, toda la información respecto a la historia de la que venimos, a todo lo que como comunidad hemos conocido y experimentado. Esto no se impone, simplemente se da. Pero en las redes sociales todo es impuesto. Todo es una carrera por ver qué cantidad de personas ven tal imagen, aunque la olviden al instante. Se da importancia a criterios que no son importantes en absoluto. Y eso es una manipulación. Yo no quiero decirle a la gente lo que tiene que hacer, de ninguna manera. Ni qué películas tienen que ver, ni qué libros tienen que leer. Pero las redes sociales nos lo están diciendo en cada momento.
-¿Le interesa que la gente se haga preguntas ante sus fotografías, como si estuviesen ante un espejo?
-Así es, justo eso es lo que pretendo. Que las fotografías contribuyan a que la gente se conozca mejor a sí misma. No quiero hacer daño a la nadie.
-Esa afirmación suena casi paradójica ahora que el arte contemporáneo parece hacerse más agresivo.
-Sí, desde luego. El impacto se ha convertido en el gran argumento del arte contemporáneo. Pero yo no quiero impactar a nadie. Yo quiero que la gente se sienta cómoda viendo mis fotografías. Y lograr que alguien se sienta bien viendo una obra de arte puede ser mucho más difícil que causar un impacto. Es más, creo que lo es siempre. Pero si logras que alguien se tome su tiempo y se recree ante una fotografía, seguro que estás generando en esa persona un beneficio. Y es posible que esa persona esté encontrando soluciones a ciertos problemas. Soluciones que quizá no pueden formularse con palabras, pero sí con imágenes.
-¿Cree usted que una foto puede cambiar el mundo?
-Por supuesto.
-¿Y es optimista?
-Sí. Si no, no me dedicaría a esto. Además, tengo motivos muy concretos para ser optimista.
-¿Es usted la fotógrafa que algún día quiso ser?
-Yo no me siento tanto una fotógrafa como una artista.
-Y la diferencia es que...
-El fotógrafo disfruta mucho haciendo fotos. Se divierte con el proceso, probando el diafragma, buscando cosas en la cámara. Pero yo no. Yo pienso en el resultado. Me interesa la obra como conexión con el espectador y con el modelo, no la fotografía per se. Cuando alguien ve una buena foto, se la cree sin más. El proceso no significa nada.
Una alquimista de emociones
De vocación tardía, Danielle van Zadelhoff (Amsterdam, 1963) no se compró su primera cámara fotográfica hasta 2013, pero cuatro años le han bastado para convertirse en una artista de referencia en Europa. Su técnica imita el claroscuro de Rembrandt hasta lograr retratos conmovedores que establecen una conexión singular con el espectador. Van Zadelhoff acaba de inaugurar en el CAC Málaga su primera exposición en España, Relatos del alma, un conjunto de 61 imágenes que podrá verse hasta el próximo 15 de octubre.
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