Carmen Amoraga: “Lo sucedido con la selección nos ha cambiado la vida a muchas mujeres”

Carmen Amoraga. / Antonio Pizarro
Salvador Gutiérrez Solís

10 de octubre 2023 - 05:00

La trayectoria literaria de la valenciana Carmen Amoraga (Picaña, 1969) comenzó en Sevilla, ganando el Ateneo Joven de Novela, en 1997. Posteriormente llegaron otros premios de prestigio, como finalista del Premio Planeta, en 2010, con ‘El tiempo mientras tanto’, y el Premio Nadal, en 2014, con ‘La vida era eso’. Carmen Amoraga también ha desarrollado una trayectoria paralela en política, ocupando un escaño en las Cortes valencianas, como concejala o directora general de cultura y patrimonio de la Generalitat Valenciana, hasta el pasado mes de junio. Regresa a la novela, de la mano de la editorial Espasa, con ‘El corazón imprudente’.

–¿Presente en dos frases su nueva novela, ‘El corazón imprudente’?

–Es una foto fija de la vida de cualquier persona que puede estar en esta plaza. Una foto fija de cualquier persona que nos rodea.

–¿En el mundo 2.0 el amor puede ser el gran asunto de un novela?

–El amor siempre va a ser el gran tema de cualquier novela. En el mundo 2.0, en la prehistoria y en el futuro y en la España barroca.

–¿De verdad cree que podemos escribir nuestro destino, lo nuestro es una hoja en blanco?

–Hay días que pienso que sí, y hay días que pienso que no. De todos modos, creo que es más sano creer que podemos hacer algo por nosotros mismos. Pero a veces pienso que no...

–Radio Futura cantaba aquello de que el amor es una enfermedad, ¿curable o incurable?

–Afortunadamente, incurable. Pero es una enfermedad.

–¿Habría que vacunarse?

–Habría que vacunarse. Habría que prevenirse y premeditarse.

–¿Qué cuesta más: abrir el armario o descorrer las cortinas?

–Ni abrir el armario ni descorrer las cortinas. Cuesta más quitarse la venda que llevamos puesta en los ojos. Si nos quitamos la venda es más fácil llegar a hacer las otras dos cosas.

–Volvamos a ‘El corazón imprudente’, su nueva novela. Hablemos de los personajes. ¿Tina es la insatisfacción?

–Tina es la insatisfacción. Tina es una insatisfecha como yo, o como esa chica que se está acercando. No nos damos cuenta de que lo que tenemos a veces no se parece demasiado a lo que queremos, pero otras muchas veces sí que se parece.

–¿Nunca nos conformamos con lo que tenemos y siempre queremos más?

–Sí, pero no solo por eso. No estamos bien educados emocionalmente. Estamos educados en la búsqueda del imposible. Y está muy bien querer ir a Ítaca, pero no disfrutamos del camino todo el tiempo.

–¿José Manuel es la culpa?

–José Manuel se siente muy culpable. Sí. Yo trato de huir de los arquetipos, pero al final los arquetipos están ahí. Y José Manuel es la culpa. Se siente muy culpable y la representa muy bien.

–La portada de ‘El corazón imprudente’, del dibujante Paco Roca, tiene un punto costumbrista, muy valenciano…

–La portada de Paco (Roca) reproduce un pasaje de la novela. Porque Tina y José Manuel se enamoran sin verse, y la novela comienza cuando se ven por primera vez. La portada representa algo tan Mediterráneo como la carnalidad. Porque cuando ellos se ven, ya saben que van a pasar de lo platónico a lo homérico. Me gusta mucho una frase de la novela: Contra un amor platónico, una follada homérica. Ellos ya saben que eso va a suceder.

–El edadismo, como la cosmética, no deja de vender milagros: los cuarenta son los nuevos treinta, los sesenta son los nuevos cuarenta…

–¡Pero eso no es el edadismo, el edadismo es castigar a las personas porque cumplen años! Cuando yo empecé a pensar en escribir esta novela no tenía ni título, pero ahora me viene muy bien está tendencia… Que los cuarenta sean los nuevos treinta, y los cincuenta los nuevos cuarenta y así sucesivamente hasta que nos muramos es un marketing maravilloso, pero bastante real. La sanidad, la economía y la propia sociedad nos permiten seguir haciendo cosas. Las personas que se jubilan con sesenta y cinco años tienen una situación económica muy diferente a la que tuvieron en el pasado.

––Siempre hablamos de los trenes que pasan, pero con frecuencia los esperamos en estaciones fantasmas…

–Sí, estaciones fantasmas que tienen que ver con nuestra penosísima educación sentimental. Si estamos en una estación esperando a nuestro príncipe azul, eso ya es una estación fantasma. Hay dos peligros con los trenes: esperarlos en una estación fantasmas y dejar que te atropellen. A los trenes hay que subir, no que te lleven por delante.

–Las redes sociales tienen mucho de realidad virtual, pero ya han emparejado a unos cientos de miles de hombres y mujeres…

–Las redes sociales, al final, son una herramienta de comunicación. Bien o mal utilizada, depende de ti. Las relaciones epistolares han dado como fruto grandes romances, cuando hablábamos por teléfono también mucha gente se enamoró de ese modo…

–¿La política es solo narrativa o también poesía?

–La política no tiene poesía. Tiene libros de historia, ya que con la suma de muchos esfuerzos puede cambiar la vida de muchas personas. Pero la política, por sí sola, es una trituradora de personas.

–Un género y un título para el momento político actual?

–No. No me atrevería.

–Lo sucedido con la selección femenina de fútbol da para novela?

–Da para muchas novelas, pero para novelas épicas. No para quedarnos en la anécdota. Para contar cómo un grupo de personas unidas son capaces de dar un paso de gigante que un segundo antes era impensable. Lo sucedido con la selección nos ha cambiado la vida a muchas mujeres.

¿Cuántos trenes pasan a lo largo de nuestras vidas?

–Más de uno, seguro. No los he contado, espero que sean infinitos. Las estaciones son ahora como las farmacias, están abiertas 24 horas. Cuando la novela comienza, hay una definición del amor que dice: el amor es un asteroide. Porque es cierto que existe, hay un grupo de estrellas con ese nombre, porque su descubridor, Eugène Joseph Delporte, tenía muchas ganas de que el amor llegara a su vida. Para enamorarte solo hay que tener muchas ganas de que suceda.

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