“Los tablaos olían a madera; los de ahora huelen a formica”
Manuel Moreno Junquera ‘Moraíto’. Guitarrista
Manuel Moreno Junquera Moraíto (Jerez, 1956) está considerado como el máximo exponente del toque de la escuela de Jerez. Del barrio de Santiago, igual que su compañero inseparable José Mercé, pertenece a toda una dinastía de músicos flamencos que arranca con Morao el Viejo. Se curtió en tablaos con mitos del flamenco como Manolo Caracol o La Paquera, aunque también ha acompañado a Joan Manuel Serrat. Acaba de triunfar en el teatro Olympia de París.
–Empezó en los tablaos y ahora viene de tocar en el Olympia de París.
–Es como si se fueran cumpliendo los sueños que tenía uno de pequeñito. Qué sensación.
–¿Qué tal el público francés? ¿Frío?
–Conozco hace mucho al público francés. Gente entendida. Ni frío, ni caliente.
–Donde entienden de flamenco es en Japón...
–No se trata tanto de entender, sino de que el flamenco tiene mucho que ver con su lenguaje corporal, con su cultura. Idiomas distintos, pero comprensibles.
–¿A qué olían los tablaos en los que usted empezó?
–A añejo. El tablao en el que estuve con Manolo Caracol tenía la esencia de Manolo Caracol. Inconfundible.
–¿Y los tablaos de ahora?
–Los de ahora huelen a nuevo. Los tablaos de ahora huelen a formica. En los de antes se respiraba el olor de la madera.
–Máximo exponente del toque de Jerez. Eso dicen de usted. ¿Qué es eso?
–El soniquete, la parsimonia... es una velocidad diferente. En todas partes se toca bien, pero es verdad que Jerez tiene un toque diferente. Bueno, ¿para qué le voy a engañar? No sé definirlo. No sé cómo se hace, pero yo lo hago.
–¿Qué tal tocaba la guitarra Jimi Hendrix?
–Hay muchos flamencos a los que les vuelve loco, pero yo no estoy entre ellos. Reconozco en lo que he escuchado el virtuosismo de un genio. Una manera de tocar personal, con su firma.
–Él nunca habría podido tocar como usted.
–Seguro que no. Yo también soy muy personal.
–¿Y usted como él?
–Sería cuestión de ponerse.
–¿Qué sería de la guitarra sin Paco de Lucía?
–Sin Paco de Lucía estaríamos todavía en el farol. Paco de Lucía trajo la luz eléctrica a la guitarra. Hay un antes y un después, un alumbramiento. Qué le voy a contar. Paco de Lucía es Paco de Lucía.
–¿Y Camarón?
–Un mito. Porque los mitos mueren jóvenes. Qué le voy a contar de Camarón.
–Usted, que tan cerca estuvo de La Paquera, ¿me la podría definir? No me diga lo de qué le voy a contar.
–Un corazón grandísimo, una voz portentosa y un pilar del flamenco. Lo de La Paquera es un fenómeno no suficientemente estudiado y su voz estaba fuera de cualquier escala.
–¿Se ha quedado con alguna frase?
–Cuando subía al escenario, me decía “Manuel, pónmela aguerritá”.
–¿Y eso qué quería decir?
–Que subiera, que subiera. La Paquera tenía tal torrente de voz que necesitaba una guitarra que le acompañara en su potencia, un cuarto más, o lo que fuera. No podías tocar como con otro cantaor, había que tocar aguerritao.
–¿Con Mercé también la pone aguerritá?
–Lo de Mercé es otra cosa. Qué le voy a decir de Mercé.
–Su compañero de trabajo.
–Mi compañero de todo. Nos hemos criado juntos en el barrio de Santiago, hemos empezado juntos y ahora seguimos juntos. Somos pareja de hecho. Qué pareja de hecho. Somos un matrimonio indisoluble.
–¿De qué color es la sangre de los gitanos del barrio de Santiago en Jerez?
–Roja, se lo aseguro.
–Hombre, ya... pero algo habrá cuando existe tal densidad de artistas por metro cuadrado.
–También los hay en otros barrios de Jerez, como San Miguel o San Pedro, que quizá fuera no son tan conocidos. Lo de Santiago no tiene tanto que ver con la sangre como con el sudor y las lágrimas. Eran gente de campo que pasó penalidades y de ese sufrimiento arranca nuestro arte. Somos hijos de ese dolor.
–¿Qué tal se lleva el flamenco con la economía?
–Ahora regular con estos tiempos que corren. El flamenco también necesita un plan de rescate, igual que los bancos.
–¿Y con la política?
–Nosotros somos gente que tendemos a la anarquía, con lo que de colores políticos sabemos poco. Yo estoy con las personas, no con los partidos.
–¿Se ha topado con políticos que sepan de flamenco, ellos que tienen siempre la palabra en la boca?
–Alguno, no muchos, la verdad.
–¿Y Bibiana Aído, que saltó del flamenco al Ministerio?
–Tenía sensibilidad. Ya es algo. Sabía conectar y eso se agradecía.
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